FCB 1 – 3 RM: El Madrid impone los recortes al Barcelona

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En plena crisis, unos social y deportiva, los otros solo deportiva, el Madrid acudió al Nou Camp, ganó sin paliativos (1-3) en un partido sosísimo y comido por la melancolía e impuso los recortes en el Barcelona. Recorte de puntos, recorte de moral, recorte de calidad, recorte de todo. El equipo azulgrana es un absoluto desastre que no se sostiene, y el Madrid, el mismo equipo que cayó con estrépito ante Cádiz y Shakhtar, tuvo suficiente con Sergio Ramos y jugar ordenado y con líneas juntas.

El partido habia que verlo casi como cuando un jubilado (que no se me irriten) sale a dar un paseo en un día de otoño en el que por fin sale el sol. Todo parecia extraño. El resol de un partido de esta altura con luz natural, de sobremesa. La grada vacía y el eco de cada pisada resonando por los vomitorios. El chucuchucuchucuchú del helicóptero sobre el estadio, más propio de una ronda ciclista. Y esa sensación de que hay mucha cara conocida, pero para lo que han quedado, y de que las moderneces serán muy molonas, pero encontrarles la utilidad real es complicado.

Curiosamente, fueron dos moderneces, Valverde y Ansu Fati, los que en los diez primeros minutos hicieron sendos goles. El primero, aprovechando la blandura de Piqué y Busquets, que permitieron que Benzema armara un pase precioso para el uruguayo, 0-1 en el minuto cinco. El segundo, 180 segundos después, rematando a plaver después de que los de Koeman aprovecharan un agujero entre Nacho y Varane que vio Messi para la llegada de Jordi Alba. La jugada que llevan haciendo los azulgrana los últimos ocho años y que el Madrid pareció no tener aprendida.

A partir de ahí, el partido fue la nada. Cualquier tiempo pasado -cuando había público en la grada sintiendo estos partidos sin duda- fue mejor. Hubo un par de claras ocasiones en ese juego al trantrán, porque cuando dos equipos suben las cuestas humeando, la junta de la trócola te traiciona y permite que el adversario, aún sin proponérselo, encuentre espacio por donde hacer daño. Messi, a quien parece que le han caído veinte años encima cuando le dio al botón del burofax, se tropezó con un paradón de Courtois. Benzema, mientras, volvió a hacerlo todo bien fuera del área mientras la que tuvo dentro, clarísima, la despachó contra un muñecazo a Neto.

El resto del primer tiempo fue como sentarse al solecito a mirar obras. Las cosas pasan despacio. Casemiro y Valverde van con cemento para allá, De Jong saca un cuadernillo y dice que hay que asegurar esa viga con dos tornillos y los pone, Asensio va con la carretilla repartiendo ladrillos… La depresión de lo que antes era un partido de nivel planetario y ahora es un partido más quedaba meridianamente clara por la presencia sobre el verde de varios futbolistas, demasiados, que hace cuatro años no tendrían nivel siquiera para estar en los banquillos de estos mismos dos equipos en un partido de similares características, bien por calidad o bien porque el viejazo les ha agarrado del pescuezo y no tiene pinta de que les vaya a soltar, y sin embargo jugaron de titulares.

El Barcelona, eso sí, salió al campo mucho más intenso en la segunda mitad, como si el capataz de la obra hubiera dicho que hasta que no estuvieran alicatadas las cocinas no se acababa la faena del día y nadie se iba a casa. Cuando más achuchaba el Barcelona, Lenglet cometió el típico penalti que cualquier futbolista de nivel medio no cometería en la vida, agarrando de manera grosera e inútil a Ramos en una jugada a balón parado. El VAR no bizqueó, Martínez Munuera señaló el punto fatídico y el capitán madridista prolongó su racha de penaltis sin tacha: 1-2.

A partir de ahí, el guión del partido era cualquier cosa menos digno de una película de suspense: el Barcelona a intentar el empate monopolizando la posesión y el Madrid, saliendo a la contra. Un problema, porque Vinicius estaba haciendo un partido espantoso, precisamente el día en el que enfrente tenía una bicoca: Sergiño Dest. Pues precisamente en el escenario soñado, con un caramelo enfrente, Vini fue absolutamente intrascendente en el partido. Entre él y el horror de De Jong estaría el premio al peor jugador del partido.

Pese a todo, las cuatro opciones más claras fueron para el Real Madrid, las tres primeras abortadas por un trío de paradones de un Neto que seguro que tuvo que poner alguna vela a su santo favorito. Koeman, a lo entrenador de Regional, ya había metido cuatro delanteros más sobre el césped a ver si cazaba alguna, mientras su centro del campo se arrastraba sobre el campo. Modric, sobre el silbatazo final, no perdonó para hacer el 1-3. El Madrid se llevó el Clásico y metió en recortes al Barcelona, pero la melancolía va a ser complicada quitársela de encima.