ATM 1 – 1 RM: Benzema mantiene al Madrid vivo

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Benzema le permite al Madrid seguir vivo tras empatar (1-1) en el Metropolitano, y agarrarse a la Liga con un gol en el 88. El Atlético, que empezó mejor, se adelantó en el derbi con gol de Luis Suárez. Un posible penalti, muy discutido, por mano de Felipe y que no señaló Hernández Hernández pese a acudir al VAR, cerró un primer acto que provocó lo de siempre: Simeone echó al Atlético atrás y el Madrid, más por perseverancia que por otra cosa, logró empatar sobre la campana. Hay Liga, perseguidores lejanísimos del líder, pero hay Liga. Algo es algo.

El partido comenzó con dominio del Atlético. El sistema que puso en liza Simeone, un 3-3-3-1 en ataque, un 6-3-1 en defensa, se le atragantó a los blancos. Los rojiblancos, que no tenían prisa, saltaron al campo mucho más metidos. Y eso que a priori eran los de Zidane los que se jugaban la vida. Pero Asensio estuvo desaparecido, Rodrygo (de nuevo titular por delante de Vinicius) se asemejó más a ese gato triste y azul que al lobo que se le presupone y que no termina de asomar y Benzema sólo aparecía en zonas en las que su trascendencia era nula. El Atlético mordía, con Lemar siendo un incordio por sus apariciones por todas partes y con Carrasco amagando pero no dando, bien sujeto por Lucas Vázquez, el mejor de los blancos.

Pero al cuarto de hora, el Madrid decidió hacerse el harakiri. Un balón largo hacia Marcos Llorente decidió Nacho disputarlo. Y se fue al suelo. Error. El exmadrididista, en una pugna física, no tiene rival. Hay que esperarle siempre. Así que se la llevó Llorente. Suárez decidió medir la carrera a un Varane que no se enteró de que a su espalda tenía a un tiburón y el centro del otrora canterano sirvió para que Suárez, con una trivela de manual, batiera a Courtois. Tres dedos, un gol.

El Madrid, sabedor de que la Liga se le escapaba a borbotones, si es que no se le había ido ya, apeló a su fútbol de siempre. De siempre de los últimos tiempos, quiero decir, que es más predecible que el tiempo que hará en 21 de julio en el desierto del Gobi: centros al área. En apenas cinco minutos tras el gol, ya había pegado cuatro melonazos al área de Oblak. Pero el equipo no tiene rematador, no al menos hasta que Casemiro o el aún ausente Ramos se sitúen de nueve.

Todo lo que quedó de primer tiempo fue un quiero y no puedo del Madrid, mientras el Atlético, que dio un paso atrás en su mejor variante cholista, vivía comodísimo. Un remate lejano de Casemiro, mordido, que rechazó Oblak porque aquello era más una liebre que un balón, fue el mayor peligro blanco. Pero entonces apareció Hernández Hernández. Un córner botado por Kroos al corazón del área, varios jugadores que intentan cabecear en una melé, nadie da al balón y éste impacta en el brazo de Felipe mientras el brasileño salta. Si no le llega a dar, el balón le iba a Casemiro, con remate relativamente sencillo. El VAR llamó al colegiado. Y el canario decidió que bien la posición del brazo era natural, bien no estaba suficientemente despegado del cuerpo. O lo que sea, que cualquiera sabe. Pero no fue penalti ante la indignación blanca. Lo que es indiscutible, a juicio de quien esto escribe, es que la mano es tan involuntaria como separada del cuerpo. La decisión del colegiado provocó que un par de jugadores madridistas, Casemiro y Lucas Vázquez, se enfadaran. Por algo se empieza la motivación. Por una mano no pitada, parece.

No fue una buena idea para el gallego. Todo lo bueno que había hecho Lucas en el primer tiempo se evaporó en el segundo, desbordado por Carrasco, menos mal que el belga sólo duró quince minutos sobre el campo. El Atlético hizo emplearse a fondo de Courtois en dos ocasiones y Marcos Llorente y Correa tuvieron dos ocasiones que desperdiciaron por bien poco. Zidane decidió sacudir el nogal y cayeron dos nueces, Vinicius y Valverde, para reemplazar a Asensio y a Rodrygo. Pero el Madrid sufría, como siempre desde hace tres temporadas, es en defensa, en esas transiciones hacia atrás en cuanto superan su primera línea de presión. A partir de ahí, cuando se rompe esa línea, el Madrid es como Port Aventura, excitante para niños y mayores.

Un chutazo de Valverde, muy lejano y poco colocado, puso a prueba a Oblak. Quedaban veinte minutos y el Madrid no encontraba manera de entrar en la tela de araña del Atlético, que con el resultado y la Liga a favor decidió vestirse con el ropaje que mejor le queda: el mono de trabajo de Simeone, defender muy bajo alrededor de Oblak y largar contras a ver si en alguna sentenciaba el partido, para eso salió Joao Félix. Pero normalmente esa vestimenta, la que más idolatra la Prensa rojiblanca, le sentará muy bien, pero va echo unos zorros. El partido peligraba.

Seguía en el campo Oblak, y eso fue la salvación para el Atlético, que le dio el balón a su rival y decidió vivir encerrado en vez de galopar por el campo. El esloveno le hizo un doble paradón estratosférico a Benzema, en el minuto 80, por dejar su sello en el partido. En cualquier circunstancia eso hubiera sido gol. Al menos Benzema pudo resarcirse con el 1-1, en el minuto 88, tras una sensacional maniobra y una pared con Casemiro. Un empate que podría saber a victoria, pero que deja al Madrid muy lejos, demasiado lejos, de la pelea por la Liga. A los dos equipos sólo les valía ganar y no ganó ninguno. El Atlético manda y el Madrid, con ese gol de Benzema, sigue en la UCI, vivito y no se sabe ni coleando o no. Pero está. Y eso a estas alturas de marzo es mucho.