RM 1 – 1 CHE: A Estambul se va por Londres

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Que esta semifinal entre el Real Madrid y el Chelsea iba a ser durísima estaba cantado. Los blues comenzaron arrollando pero sólo hicieron un gol, Benzema logró el 1-1 definitivo antes del descanso y los dos equipos decidieron nadar y guardar la ropa esperando a la vuelta dentro de una semana, en Londres. Sí, va a ser más duro que la rodilla de una cabra, pero en esta ronda no hay peritas en dulce. Por cierto, no hubo atraco arbitral, para desilusión de las plañideras habituales.

Cuando todo hacía presagiar una eliminatoria cerrada, de pocos goles, el 3-5-2 con el que se emplearon ambos equipos (habitual en el Chelsea, menos trabajado en el Madrid) deparó un encuentro más abierto de lo que se esperaba. Como si hibieran colgado naftalina en el armario de la ropa de invierno, aquello olía bien. Fue por fases, porque el Madrid, ay, no compareció al partido hasta el minuto 23.

Y aquello fue un baile inicial del Chelsea, con Pulisic campando a sus anchas en el centro del campo ante un Kroos y un Modric que no se enteraban de nada y con Casemiro perdido, presionando demasiado arriba e incapacitado para darle equilibrio al equipo. Hasta que no llegó un remate de Benzema al palo sirvió de acicate para los de Zidane, que podían ir 0-3 por debajo tranquilamente, pero a los que la bisoñez de los londinenses y un paradón de Courtois les salvó. La atajada sensacional del belga acrecentó la leyenda de Werner, el GOAT desperdiciando goles claros, el Julio Salinas alemá, según los propios aficionados blues. Un remate mano a mano con el portero en la frontal del área pequeña y disparó como si rematara un niño de tres años.

Cuando el Madrid entró en el partido, con el diluvio otra vez festejando por Valdebebas, fue Benzema contra el mundo. La jugada del remate al palo se la guisó y se la comió él, y empató con un remate de nueve puro, bajando un balón en la frontal del área pequeña con la cabeza y empalmando el remate con una velocidad extraordinaria. A partir de ese gol, y pese a que el partido era dinámico, se firmó un armisticio, comparado con lo vivido en el inicio, y el encuentro se ajustó mucho más a lo que se esperaba de inicio: no pasaba casi nada, salvo mucha brega e incapacidad de los dos equipos para encontrar espacios y con el Chelsea perdiendo energía.

Hazard tuvo su entrada en el partido a los 66 minutos, con triple cambio también en el Chelsea, Tuchel tratando de inyectar gasolina en las venas de su equipo. Y de primeras funcionó, con el Chelsea embotellando a los blancos en su área pero sin probar el disparo y con Militao achicando aguas como si llevara dos temporadas siendo indiscutible. Pero aunque el Madrid durante los diez últimos minutos tiró de orgullo para intentar ir a Londres con ventaja, tampoco consiguió poner a prueba a Mendy. Estaba cantado que la eliminatoria se decidiría en Londres y así será, aunque el inicio del doble duelo hiciera creer otra cosa.