GRA 1 – 4 RM: Esperando un minuto 93

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Hace falta un Lisboa en LaLiga, lo que no es malo teniendo en cuenta los dos equipos en liza y que la final de esta Champions se la han llevado a Portugual. El Madrid sigue en la carrera por LaLiga a dos jornadas del final, tras ganar (1-4) en Granada en un partido en el que sólo sufrió cuatro minutos. Modric, Rodrygo, Odriozola y Benzema anotaron para los blancos y mantienen a los de Zidane esperando ese córner en el minuto 93 en las dos jornadas que quedan que les permita voltear un campeonato liguero al que todos han vestido de rojiblanco pero que todavía, milagro mediante, aún puede ser blanco.

El Madrid merecía, de una vez esta temporada, un partido plácido. Y lo encontró en Granada, donde las noticias prepartido dejaban al equipo nazarí sin posibilidades matemáticas de estar en Europa la próxima temporada. A la cantidad de bajas que acumulaba el equipo de Diego Martínez se unía la falta de objetivos reales. Los rojiblancos fueron intensos, porque eso es una seña de identidad inegociable, pero un par de marchas menor que si hubiera algo por lo que pelear.

Zidane apostó por colocar a Marvin y a Miguel Gutiérrez en los laterales ante la plaga de ausencias de los blancos, y eso le dio al equipo vuelo. Porque los dos son producto de Valdebebas, y cuando salen lo hacen con los ojos inyecatados en sangre sabiendo que están ante la oportunidad de su vida. Miguel es una cosa importante, mucho, y no tanto por su desparpajo o calidad sino por su mentalidad y capacidad de liderazo, algo que lleva años demostrando por Valdebebas. El canterano le pegó una asistencia de cuchara a Modric para que el croata anotara el 0-1 bajo las piernas de Rui Silva. Marvin no está a ese nivel, pero tampoco le pierde la cara a la categoría y demostró que es, de largo, jugador de Primera División.

Antes del gol de Modric, Benzema tuvo una clarísima ocasión en un cabezazo que le sacó sobre la línea el portero nazarí, mientras que el Granada apenas se asomaba al balcón del área de Courtois, que vivió plácidamente ante el gran desempeño de Militao y Nacho justo delante suya y con Casemiro ejerciendo a la perfección de coche escoba. El partido degeneró en cabalgadas insolentes de Vinicius que iban a ninguna parte y, justo al filo del descanso, en una arrancada de Rodrygo que demostró por qué él y Vini son el Ying y el Yang, el anverso y el reveso de una moneda. Vini, el carioca, es espumoso pero no tiene gol. Rodrygo, el paulista, es el asesino silencioso. Yo me quedo con el segundo, siempre.

Pero como le sucedió en sus partidos previos en esta misma jornada al Barcelona (que del 0-2 ganando pasó al 3-3) y al Atlético (que del 2-0 acabó 2-1 sufriendo a lo Simeone), al Madrid le tocaba tragar quina. Todo cambió con la entrada de Alberto Soro, aquel extremo derecho fichado del Zaragoza a bombo y platillo pero que jamás encontró hueco en Valdebebas. El ejeano fue el único que trató de convertirse en avispa en la siesta primaveral en que se había convertido el partido, y tras dejarle un par de goles en bandeja a Luis Suárez (el del Granada, no el del Atlético), sí le permitió a Jorge Molina hacer el 1-2. Un gol que no se convirtió siquiera en polvorón en la garganta madridista.

Porque el tanto espabiló al Madrid, que a los cuatro minutos hizo el 1-3 (¡marcó Odriozola a centro de Hazard! ¡Milagro!) y uno después, Benzema anotó el 1-4 en casi el primer balón que tocaba en el segundo tiempo, tras una excursión quién sabe a qué lugar del portero del Granada. El partido estaba resuelto y LaLiga, viva, aunque dependa de un minuto 93.