LEV 3 – 3 RM: Y Vinicius al fin la rompió

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Dos goles (uno un golazo sideral), una expulsión forzada, rescatando al Madrid de una derrota humillante en Valencia. Vinicius por fin rompió en lo que se esperaba de él y fue la gran figura en el empate (3-3) del Real Madrid ante el Levante. Cada vez que los de Ancelotti anduvieron con el agua al cuello, apareció el brasileño para con una actuación sideral lograr que el Madrid flotara. Quién lo iba a decir. El partido dio mil vueltas, pero el dueño de los caballitos fue el brasileño. Aunque no puede tapar el espantoso segundo tiempo de los blancos, que tienen que mejorar y mucho.

El Madrid apenas había empezado a mojar su camiseta por la humedad valenciana cuando se encontró con el 0-1. Iban cinco minutos de partido, los de blanco no conseguían hilar una jugada con el Levante presionaba muy arriba cuando Alaba encontró a Benzema en largo, al francés le entorpeció la jugada el encharcado césped y no le quedó más remedio que descargar hacia la llegada de Bale. El galés sacó el putt y embocó por el único resquicio disponible con un toque sutil. Golf, Gol, Madrid. El resucitado.

Fue un fogonazo, porque el Madrid no se encontró nada cómodo en el espléndido estadio granota. Isco no aportó lo que se esperaba en el medio, con todo el mundo esperando a Asensio, y la presión levantinista provocaba que el Madrid no llegara a las inmediaciones de Aitor Fernández. Hazard no aparecía y con Valverde muy gris, Casemiro estaba demasiado abandonado. Militao y Nacho eran dos seguros atrás, y al menos los de Ancelotti no tenían que tirar de los milagros de Courtois, inédito, para sobrevivir al partido.

El Madrid era Alaba, por resumir. El ex del Bayern parece que lleva seis temporadas con los de Ancelotti. Sabe dónde ubicarse en ataque para crear superioridades, para encontrar espacio y probar su pase y su disparo, y además en defensa, y pese a no ser rápido, es un portento en cuanto a colocación. O se sabe el libreto de Carletto de carrerilla de su etapa en Múnich o el austriaco es un prodigio absorbiendo conceptos. Un fichaje a coste cero por el que algunos deberían sacar una nota de queja, protestando porque así no vale.

Con el Levante agotado a partir de la media hora, el Madrid al fin controló el partido, y lo hizo a placer. Isco se retrasó cinco metros, se situó más centrado y el equipo madridista comenzó a rondar a Aitor con insistencia: una falta de Bale, tres remates lejanos de Valverde, otro de Alaba, uno más de Isco… No encontraron portería y por eso el marcador no se amplió. Al descanso seguía el 0-1, pero el Madrid abusaba de un adversario que se fue al vestuario abanicado por mil toallas y pidiendo unas sales.

Si ha llegado hasta este punto de la crónica, amable lector, sabrá que el fútbol tiene una máxima que nunca falla: el que perdona lo paga. El Madrid lo pagó a los 26 segundos de la reanudación. Pase de Melero con Lucas Vázquez enganchado sin tirar el fuera de juego y gol de Roger. 1-1. No había dado tiempo casi ni a acular el trasero en el cojín para coger postura y el partido parecía volver a empezar. Pero no era así. El Real Madrid, este Real Madrid que parece Scooby Doo: oye el aleteo de una mosca y le entra el tembleque.

El tanto de Roger provocó tal ataque de nervios en el Madrid que, a falta de participar en una película de Almodóvar, se dispuso a tirar el partido por el desagüe. Un golazo de Campaña tras un error colectivo puso a los granotas por delante, dos remates dos goles, y el partido se le escurría a los de Ancelotti de entre los dedos. Y más que lo parecía: teniendo que remontar, Carletto quitó del campo a Isco, Bale y Hazard para meter a Asensio en su nueva posición de meritorio, a Vinicius y a Rodrygo. Pero la cuestión es que pareció funcionar, porque el Madrid tuvo que tirar de épica y eso carbura, históricamente.

Tenía toda la pinta en Valencia. Un balón recuperado a lo jabalí por Carvajal acabó en pies de Casemiro, que metió un pase tremendo a la carrera de Vinicius. El brasileño se plantó ante Aitor y le superó con un remate exactamente como se espera de un futbolista de su precio. Eso sí, la alegría blanca duró muy poco: un error garrafal en defensa propició na asistencia de Alaba a Rober Pier, que hizo el 3-2. Y entonces llegó la maravilla de Vinicius, tras un remate de Jovic y otro de Carvajal que no fueron gol de milagro. El brasileño se inventó un remate inverosímil que se coló en la portería de Aitor sin que nadie supiera muy bien cómo, salvo él, que hizo exactamente lo que quería. Qué golazo, qué barbaridad. Después, forzó la expulsión del portero levantinista. Y porque el partido se acabó, por Vinicius ha amanecido la temporada tocado por una varita. El Madrid fue un espanto en la segunda mitad, pero el brasileño acudió al rescate como un superhéroe.