RM 5 – 2 CEL: Benzema y Vinicius son los arquitectos

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En una segunda parte mucho mejor que la primera, gracias a tres goles de Benzema y a un muy buen Vinicius, los arquitectos de la obra ante el cuadro olívico, admeás de a un tanto del debutante Camavinga y a los destellos de calidad de Modric, el Real Madrid se rehizo de dos gravísimos errores defensivos al comienzo del encuentro para imponerse (5-2) al Celta y mantenerse, junto a Atlético y Valencia, en el coliderato de LaLiga.

El Madrid se llevó la primera en la frente cuando aún resonaba en la grada el homenaje del club a Lorenzo Sanz, el ex presiente madridista, y a todos los ex jugadores, ex entrenadores y socios fallecidos durante estos meses sin fútbol en el Bernabéu. Le tocó la china a Miguel Gutiérrez, que en su primer partido con público en casa tuvo su primera lección en su grado en lateralísmo, que esto no es La Fábrica. Despejó mal, blandito, un balón hacia el centro, su único error en un partido más que notable de un chaval que está para ser titular en cualquier equipo ya mismo. Nacho y Casemiro agrandaron el error con malas decisiones y Santi Mina aprovechó los tres regalos para fusilar a Courtois.

Fue un accidente, porque el Madrid había salido mejor y siguió jugando mejor. Hazard se mostraba participativo, Vinicius aportaba chispa y el equipo jugaba razonablemente bien, ante un Celta encerradísimo. Dituro, meta olívico, parecía infranqueable. Mientras, un error de Carvajal semejante al de Miguel casi provoca el 0-2, aunque esta vez Macho anduvo avispado ante Iago Aspas. Aún así era cuestión de tiempo que los de Ancelotti, deschaquetado y cejiarqueado en la banda, empataran. Y lo hizo Benzema, tras dejada de cabeza del Pajarito Valverde. Pero la alegria duró poco: siete minutos. Otro error gravísimo, esta vez de Nacho, habilitó a Santi Mina y éste a Cervi, para que marcara el 1-2 en un doble remate. Y ese gol le sentó fatal al Madrid, como si las cerchas del techo hubieran caído sobre sus cabezas. El Celta hizo lo que tenía que hacer, tapar vías de acceso a su portería, y si alguna gota se escapaba llegaba un leñazo para impedir que el Madrid les pillara con las enaguas abajo.

No movió en el descanso el banquillo Ancelotti, pero dio igual. En la primera jugada tras el entreacto, Miguel le puso un centro tremendo a Benzema que, de cabeza, metió un golazo. Aquello empezaba de nuevo pero solo quedaban 45 minutos por delante, pero el sofocón del primer tiempo quedaba atrás. Hazard, mientras, se había convertido ya en el espectro habitual tras un arranque ilusionante. Hizo quince, veinte, minutos a buen nivel. Pero sigue enseñando demasiado poco. Casemiro acusaba el cansancio de los partidos internacionales suramericanos más que ninguno, y sin el pegamento del medio, el Madrid sufría. Más aún cuando los errores defensivos eran como la Casa del Terror: no te matan, pero pasas un mal rato importante.

Precisamente quien habitaba allí las últimas temporadas, un Vinicius que no le hacía un gol al arcoíris, si mató. Contra vertiginosa y definición de crack, celebrada con la grada. La metamorfosis de Vinicius parece ya una realidad, aunque habrá que esperar a que llegue el otoño para ver si la mariposa no se aturulla con el frío.  El partido discurría sin sobresaltos para los porteros, y Ancelotti hizo debutar a Camavinga, de blanco y no de traje. Nada más entrar, Vinicius tuvo el cuarto pero no todos los remates son fiesta y el cansancio le fundió la electricidad. Justo la que sí tuvieron Modric y Camavinga para que el francés, tras un jugador estratosférico del primero y un remate que despejó defectuosamente Dituro, machacara el 4-2. Así empiezan las grandes historias de amor, con un beso furtivo en un portal.

No hubo tiempo para más. El Celta ya no tenía ánimo y además las fuerzas renqueaban. Y el Madrid, sin necesidad de exprimirse al máximo, vivió tranquilo hasta el final del encuentro, sacando incluso un penalti para hacer el 5-2 por medio de Benzema, hattrick del galo, para mantenerse en el coliderato.