RM 2 – 1 SHA: Dos campanadas del Vin-Ben

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Dos zarpazos de Benzema, uno de ellos el gol 1000 del Real Madrid en Copa de Europa, le sirvieron a los blancos para derrotar al Shakhtar en un encuentro aún mucho más parejo que lo que el marcador indica (2-1) y dejar el pase a octavos listo para el partido ante el Sheriff de la próxima jornada. No fue ni mucho menos un buen partido de los blancos, todo lo contrario, pero entre los dos tantos del galo y las dos asistencias de Vinicius, que no estuvo fino pero aún así es decisivo, lograron decantar el partido de su lado. Son el Vin-Ben, el Vinicius-Benzema, el de las campanadas blancas, el parlamento madridista.

Excepto en el comienzo del primer tiempo, diez minutos en los que el Shakhtar no se enteraba de nada, el Real Madrid fue más previsible que una película de Marvel. Ancelotti apostó por rotar laterales respecto a Elche, metió a Benzema y le dio a Lucas Vázquez el puesto de extremo. «Para abrir el campo», dijo el italiano antes del encuentro, respecto a unos Asensio y Hazard que juegan más por dentro. Esperaba el Madrid, pues, a un Shakhtar encerrado, que es como esperar ir a Asturias y no ver un cachopo. Porque los de De Zerbi no saben defender.

El Madríd, decíamos, salió como Apollo Creed en las películas de Rocky: mucho bailecito, mucho hacer guantes… Espectáculo, vaya. Modric dispuso de una clara ocasión a pase de Lucas Vázquez que sacó Trubin, el irregular meta naranja. Y ahí, el abismo, o casi. Porque primero Alan Patrick se encontró con el poste de Courtois y casi a renglón seguido los ucranianos reclamaron un penalti tras un forcejeo entre Dodó y Mendy. No hubo tiempo casi no para protestar: un error en un pase a un compañero de Trubin, dándose a un zaguero de espaldas y acosado por un rival, permitió una recuperación a placer de Vinicius y su centro lo aprovechó Benzema para marcar a puerta vacía el gol mil de los blancos en Copa de Europa, o eso dicen que no los llevo contados.

El Madrid aún tuvo un arreón de compostura, en otra jugada de Modric que no logró materializar. Pero a partir de ahí, desapareció. Como un azucarillo. Se replegó, confió en que el Shakhtar fuera la banda que fue en Kiev y dio el partido por terminado. Y el Shakhtar no es el Brasil de Pelé, pero tampoco un Primera RFEF. Tiene mucho brasileño, sabe de qué va esto y si les dejan jugar al fútbol, saben qué hacer con el balón, sobre todo… un ucraniano, Mudryk, que dejó unas muy buenas sensaciones en el Bernabéu. No fue un asedio constante de remates sobre Courtois, pero el Madrid estaba acogotado. Fernando, recogiendo un pase con el pecho de Alan Patrick, fusiló haciendo el 1-1 poco antes de que el portero madridista se marcara un paradón Made In Belgium, en otro remate del goleador del cuadro de De Zerbi. El descanso era una bocanada de aire para un Madrid que estaba desparramado en la lona, pero vivo.

Y otra vez volvió a pasar en Europa con un centro del campo Modric-Casemiro-Kroos, el que fuera terror del Continente en su momento y que en la jornada anterior dominó a placer el partido ante este mismo real, pero que ahora, en este fútbol megafísico, no casan porque el mix acumulación de partidos-jugadores potentes les lleva a la desconexión, y con ella el equipo se apaga. Estos tres, con sus luces y sus sombras, su prestancia y su jerarquía, son el motor del equipo, por mucho que otros se lleven el foco. Cuando no están bien es cuando crujen todas las cuadernas del acorazado blanco. Y ante el Shakhtar aquello era el Coro Infantil de Saint-Marc.

No comenzó mejor el segundo tiempo. El Madrid estaba a merced de su rival, el equipo pidiendo cambios y alguna opción desde el banquillo que le permitiera controlar algo lo que pasaba sobre el césped. El Shakhtar se asomaba al balcón de la portería madridista, pero sin que el instrumento estuviera lo suficientemente afinado como para cantar gol. Y cuando parecía que era cuestión de tiempo que los blancos encajaran el segundo, lo que hiciero fue marcar, en un fogonazo, una triangulación a toda pastilla y al primer toque entre Vinicius-Casemiro-Vinicius-Benzema que culminó el galo para ayudar a los de Ancelotti a poner tierra de por medio.

Y ese gol fue la puntilla del partido. El Shakhtar se desinfló, porque tras media hora de alto nivel vio cómo un zarpazo del oso blanco le desgarraba el partido. No hubo nada por aquí y nada por allá en ataque por los naranjas, menos aún porque De Zerbi retiró a Mudryk del césped y sólo dispuso de una ocasión más, en el alargue. Mientras, Benzema tuvo que retirarse con un golpe en la rodilla y eso le dio unos minutitos a Jovic, que todavía existe. No juega al golf, como Bale, ni da su vida por la selección galesa, pero ahí está. No hizo nada memorable, claro. Ni no memorable. Sinceramente, hizo poco. Casi tan poco como un Real Madrid que aprovechó dos zarpazos para llevarse los tres puntos en un encuentro en el que por pegada lo mereció, pero desde luego no por juego. Eso sí, los octavos de la Champions están ya ahí, a un triunfo ante el Sheriff. Glups.