RM 0 – 0 CAD: El Madrid gripa ante el Cádiz

0
-publicidad-

El Madrid gripa ante el Cádiz y, tras una secuencia arrolladora de juego y resultados, se estrelló ante el equipo amarillo (0-0) en el Santiago Bernabéu. Su lastre desde hace tiempo, la falta de creatividad ante defensas cerradas (la del Cádiz fue cerradísima, como de Puerta de Tierra para dentro) supone un lastre. El equipo, claro, sigue líder. Pero sigue habiendo cosas que arreglar.

Antes de empezar el partido, cualquier espectador no necesariamente avezado podía saber exactamente lo que de partida iba a acontecer en el encuentro. Lo que ya menos podrían esperar es que ese guión inicial durase los primeros cuarenta y cinco minutos, sin una sóla línea modificada. El Madrid, con su reguero de bajas por COVID, monopolizando la posesión ante un Cádiz que aborrece tener el balón y todo lo apuesta al orden y a cazar alguna contra. Así ganó en el Di Stéfano a puerta vacía, el curso pasado.

Las ausencias provocadas por el virus en el Madrid dejaban fuera del once a Modric, y ésa era la baja más sensible, por mucho que las tintas de los palmeros mediáticos apuntaran, cómo no, a Lucas Vázquez. Ante defensas cerradas, Modric es el único que sabes que va a inventar algo, el MacGyver de equipo, al que le das dos trozos de guita, una concha de berberecho y un puñado de arena y en cuarto de hora tienes una nave espacial aterrizando en Marte. Han pasado ya tres años desde que se fue Cristiano Ronaldo y el club, perdido entre grúas y favores a Key Capital, ha sido incapaz de buscarle al croata un acompañante capaz de destrozar defensas cerradas. Benzema, ridículamente homenajeado con cancioncitas en el día de su cumpleaños, tenía uno de sus días, Vinicius estaba bien atado, Hazard desaparecido y el Cádiz no dejaba pasar ni el frío en su bloque bajísimo.

Lo más destacado del primer acto fue un remate lejano de Valverde, el que reemplazó a Modric, detenido por Ledesma y una acción de Casemiro que fue amarilla, que pareció naranja y por la que muchos reclamaron roja. El brasileño se asustó de la patada que le salió, pero tampoco iba a hacer daño ni lo produjo, así que se libró porque los 19 de diciembre esas entradas no son expulsión. En cualquier caso, el brasileño cumple ciclo y no estará en San Mamés para despedir el año, campo de gamba (pierna) dura donde el de la gamba más dura de los blancos no estará.

En la segunda parte, el Madrid salió con algo más de brío. Era imposible jugar más despacio y con menos ganas que en el primer acto, por mucho 82 por ciento de posesión que indicaran las estadísticas. Un remate de Benzema mano a mano con Ledesma y una buena parada del portero de Pergamino a cabezazo de Hazard (¡el belga existe!) parecieron darle brío a un Madrid en el que Vinicius, por fin, se activó, aunque sin el tino suficiente. El partido parecía decantando, ahora sí, del lado blanco. Era cuestión de peso.

El Cádiz pareció rebelarse contra su destino. Ancelotti metió a Jovic, doble nueve en el líder liguero, y comenzó un bombardeo incesante, un ‘blitz’ continuo, sobre el área de Ledesma. Pero fue Negredo, en una contra made in Valdebebas (Álex Fernández-Rubén Sobrino-Negredo) el que dispuso de una ocasión clarísima que se le marchó fuera por centímetros. El susto no amilanó a los blancos. Que siguieron percutiendo de todas las maneras posibles. Pero sin creatividad. Sin Modric. Y sin nadie que reemplace a un abrelatas como Cristiano Ronaldo, tres años después. Los colchones están para esto, para poder pinchar sin alarmarse, pero el líder volvió a dejar expuestas sus miserias ante un rival cerrado. Lo mismo desde el palco alguien se da cuenta, de una vez. Porque el COVID no puede tapar que el Madrid estuvo gripado, y griposo, sin el croata. Y Ancelotti, anquilosado: dos cambios, Camavinga calentando todo el segundo tiempo sin salir (segundo partido consecutivo en que el francés es ninguneado) y Peter Federico muerto de asco cuando era el abrelatas ideal para estas cosas. Al menos, para probarle.

Compartir
Yo vi jugar a Del Bosque, así que llevo unos cuantos años yendo al Bernabéu. Socio desde 1986, mis recuerdos van ligados al Madrid del Di Stéfano entrenador, el de los cinco subcampeonatos, que me forjó en madridismo ante los malos tiempos, y al de la Quinta del Buitre, la poesía y las pelotas hechas fútbol. Desde 1996 dando la barrila en esto del periodismo deportivo, aunque hace años que es mi hobbie y no mi profesión.