VIL 0 -0 RM: Bale abre una rendija

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El Madrid empató sin goles (0-0) ante el Villarreal en La Cerámica, pero encontró una rendija por la que colar a Bale, el jugador con más gol de la plantilla. El galés volvió a jugar después de seis meses en barbecho, o en galeras, o quién sabe dónde, y fue de largo el jugador más peligroso del equipo, que se desmoronó cuando salió del campo. El martes toca el PSG y al Madrid comienza a hacérsele muy cuesta arriba ganar partidos, aunque no siempre sean de fútbol y haya algunos que son una guerra.

Lo que prometía ser un partido entretenidísimo lo fue, pero por cuestiones diferentes a las esperadas: por el arbitraje. Sánchez Martínez, uno de los colegiados con escarapela FIFA, se marcó un recital terrorífico en un partido, todo hay que decirlo, complicadísimo de arbitrar. Todo saltó por los aires cuando a los catorce minutos, Albiol marcó territorio ante un Vinicius que regresaba tras cumplir sanción ante el Granada y lo hizo como si se hubiera pasado este par de semanas encerrado en casa de Chimo Bayo: hiperventilado para lo bueno y para lo malo.

El veterano central amarillo sacó el brazo cuando Vinicius pasaba por su espalda, en una cesión a Rulli con el balón a cinco metros, e impactó en su rostro, a propósito. La típica de «chaval, cuidadito que te vas a llevar a todas» que existe desde que el fútbol es fútbol y que es una regla de este juego hasta que las televisiones invadieron este otrora maravilloso deporte. Sánchez Martínez no vio nada, el VAR tampoco, el brasileño hiperventiló aún más (aunque pareciera complicado) y el partido se emponzoñó hasta convertirse en un polvorín.

Mientras Chukwueze desmadejaba a un horrible Real Madrid, que dejaba a Marcelo vendido ante el nigeriano, con Casemiro y Alaba a sus cosas, Carvajal se las apañó para pegarle un pelotazo en la cara a Lo Celso igual de deleznable que la acción de Albiol. Más tarde, Asensio le clavó los tacos en la tibia a Iborra, Parejo volvió a soltar la mano ante Vinicius sin que el balón estuviera en juego, Juan Foyth iba evitando la expulsión paseándose por todas las gamas de colores de tarjetas pero quedándose solo en una amarilla… Un despropósito de arbitraje de un colegiado que jamás pudo controlar el partido. Y pasa lo que pasa.

Por este motivo, en el primer acto pasó inadvertido el regreso de Bale al equipo, primeros minutos desde agosto. Apetecía ver al galés, como tomarse el primer gazpacho preprimavera ahora que las temperaturas comienzan a subir, pero su impacto en el juego, ejerciendo de falso nueve, fue casi nulo, pero tuvo un highlight meridiano: dispuso de la única ocasión clara de los blancos en los primeros cuarenta y cinco minutos, pero se tropezó con la manopla de Rulli. Mientras, Danjuma mandó un balón a besar el poste derecho de Courtois en la mejor de los amarillos.

Toda la guerra de guerrillas que fue el primer tiempo se convirtió en una avalancha madridista tras la reanudación. El Madrid comenzó a presionar mejor y Valverde, transparente hasta entonces, comenzó a hacerse notar. Asensio probó fortuna desde la frontal en un zurriagazo que se le escapó por milímetros y Gareth Bale decidió activarse y entrar en acción, demostrando que es de largo el jugador que más gol tiene de la plantilla. Dos ocasiones con sendos zapatazos, uno que sacó a duras penas Rulli desviando el balón a su larguero. Y cuando el partido marcaba la hora de juego, el Madrid era dueño y señor, Sánchez Martínez era un espectro y no había ni el menor atisbo del juego subterráneo que dominó el arranque del encuentro.

Por aquel entonces, Vinicius andaba ya más terrenal, como si el subidón se le hubiera pasado y llegara la hora de regresar a casa tras unos días de fiesta memorable, y Courtois era un mero espectador, de los de hamaca y abanico. La sensación se acrecentó porque en el primer acercamiento peligroso de los de Emery desde el Pleistoceno (o esa sensación dio), Alaba se interpuso justo cuando el balón parecía que iba a llegar franco a Boulaye Dia para fusilar al belga. Entraron Jovic, Modric y Rodrygo por el líder, Ancelotti iba a por el partido pero no se dio cuenta de que quitando a Bale, el mayor peligro madridista, el rival tenía una rendija para crecer.

Emery trataba de retocar teclas de todo el piano a ver si volvía a salir alguna melodía de aquello, pero no lo logró hasta que desapareció el galés de escena. De repente, el Villarreal volvió a aparecer. Ni mucho menos tan dominante como en la primera parte, pero sí, ahí estaba. Si a tu equipo le quitas al que crea problemas es como si a un cocinero inglés le quitas el chorizo, que ya no sabe hacer paella.

El alargue fue una chirigota. Courtois tuvo dos errores que casi provocan el gol del Villarreal, pero en una contra el Madrid encontró a Jovic, que es como encontrar un jersey de rebajas el último día de descuentos, y su disparo en el mano a mano ante Rulli rebotó en el larguero. El rebote lo cazó Nacho, pero Aurier despejó, de rodillas y con el pecho, bajo palos. El Madrid sigue con cuatro de ventaja al frente de LaLiga, pero la Champions vuelve entre semana y su distancia, esa que quería aumentar durante el parón europeo, ha menguado. El empate en Villarreal no es malo, pero hacía falta ganar.

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Yo vi jugar a Del Bosque, así que llevo unos cuantos años yendo al Bernabéu. Socio desde 1986, mis recuerdos van ligados al Madrid del Di Stéfano entrenador, el de los cinco subcampeonatos, que me forjó en madridismo ante los malos tiempos, y al de la Quinta del Buitre, la poesía y las pelotas hechas fútbol. Desde 1996 dando la barrila en esto del periodismo deportivo, aunque hace años que es mi hobbie y no mi profesión.