CEL 0 – 3 RM: Un Edén para Hazard

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Las Islas Británicas son un Edén para Hazard. El belga, suplente, entró a Parkhead por un lesionado Benzema y dejó destellos de que está volviendo en el lugar donde desplegó el mejor fútbol de su carrera, la Gran Bretaña. Un gol y una asistencia en un partidio precioso, competidísimo, que el Real Madrid ganó (0-3) al Celtic.

Hay cosas que no cambiarán, y es que en un estadio británico de los tradicionales, de los coquetos, da gusto jugar al fútbol. Las gradas encima del juego, el olor a céped mojado, los cánticos de los pasionales (y étilicos) aficionados locales, el sentimiento de pertenencia a la entidad de unos aficionados que se dejan el alma… El público es de verdad el jugador número doce, y sobreponerse a esa inferioridad es la primera misión de cualquier equipo visitante. Si no, la cosa pinta mal.

El Madrid sufrió mucho en Celtic Park, porque ese empuje de la grada le dio una vida extra al equipo escocés, que a los veinte segundos pudo marcar. Con Jota dejando destellos y con un fenomenal O’Riley, The Bhoys le metieron el miedo en el cuerpo a los blancos, que sólo lograban superar a su rival en las tremendas arrancadas de Valverde y con la velocidad y habilidad de Vinicius. El ritmo era tan alto que Modric y Kroos no lograban meter el metrónomo para calmar las aguas, y Tchouameni, impecable en defensa, no tenía proyección ofensiva. Benzema siguió un puntito fuera del partido, como ha venido siendo norma habitual toda la temporada.

Con Alaba y Militao achicando agua sin pestañear, el palo salvó a los blancos de ir por detrás en el marcador tras un violentísimo zurriagazo de McGregor que hubiera firmado el McGregor que no es futbolista, sino camorrista. Y entonces se lesionó Benzema, con un esguince de rodilla, el resfriado del francés que todos temían y que dejará al delantero fuera de juego para unos diez días, peligra su presencia en el derbi del Metropolitano.

Entró Hazard, que nada más entrar marró una ocasión de las que no conviene perder en Europa, y luego falló Vinicius un mano a mano en solitario ante Joe Hart. El Madrid llegaba más, pero daba la sensación, por intensidad, de que el Celtic estaba un puntito por arriba. Más aún cuando, a la vuelta de vestuarios, con Militao reemplazado por Rudiger por molestias musculares (dos lesionados blancos para empezar la Champions), Maeda falló un remate en área pequeña regalándole el balón a Courtois.

Y de repente sucedió un flashback. Parisino. Pero sin hordas de neofranceses atosigando a los apenas 500 españoles presentes en Parkhead. Arrancó Valverde como una locomotora desbocada por banda derecha, sorteando rivales (con ayudita de Hazard) a base de potencia. Le metió a la cabalgada la pausa justa, cruzó al segundo palo, apareció Vinicius… y no fue la decimocuarta, pero fue gol, como en Saint Denis. 0-1. La grada rugió, pero ya no era lo mismo. Y cuatro minutos después era aún menos: entre Tchouameni, Hazard y Modric fabricaron un buen gol del croata, con el exterior ese que tiene que es patrimonio inmaterial de la Humanidad. 0-2. A otra cosa, mariposa. Partido decidido porque al cuadro escocés se le puso cara de acelga. Su partidazo no iba a obtener recompensa.

Pero sí la encontró Hazard. El belga fue decisivo en las jugadas de los dos tantos madridistas, pero en este fútbol de fast food, de consumo rápido, o marcas o no eres nadie. Y el delantero, el falso nueve que jugó por el lesionado Benzema, marcó. Tras un jugadón colectivo coronado por una gran asistencia de Carvajal. El Madrid se ha encontrado un pecio en el banquillo cuando no sabía que existía. Y además, Ancelotti le dio minutos a Asensio, que entró entre la atronador ovación del público escocés a Modric, el sustituído. Sí, en los estadios británicos, el Edén para el resucitado Hazard, da gusto jugar al fútbol.