RM 3 – 1 FCB: Kroos pulveriza al Barcelona

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Con un Kroos magistral, tal vez en su mejor partido de blanco, con la final de la Champions ante la Juventus en Cardiff, el Real Madrid se deshizo con su estilo, el pragmático, el de la pegada, el del gol porque sí, el de marcar cuando peor está la cosa, del Barcelona para encaramarse al liderato de la Liga española en solitario. Fue 3-1, sin tener que exprimirse al máximo siquiera. Es el Madrí y así es como gana.

Antes del partido se conoció la noticia de que Drake, el cantante canadiense que ilustraba el frontal de la camiseta del Barcelona para este partido, había apostado 800.000 euros por la victoria culé en el choque. A cantar no sabremos si ha aprendido desde entonces, pero tal vez debería ir asimilando que contra el Madrid no se puede ir, porque hay cosas que están por encima de todo lo imaginable.

El Real Madrid es uno de esos. El primer tiempo del choque entre los líderes de la Liga española fue bastante insulso: el Madrid decidió entregarle la pelota al Barcelona en un gesto de hospitalidad hacia sus compañeros de tejemanejes superligueros y para que su entrenador pudiera sacar pecho en la rueda de Prensa postpartido acerca del estilo demás zarandajas a las que tanto bombo se les da lejos del Bernabéu.

Pero sobre el césped, pasó lo que suele pasar. El Madrid comenzó con una defensa alterna, a veces presionando arriba y otras veces, replegándose en su campo. El Barcelona no encontraba el truco, desbordado, y Benzema acertó a hacer el 1-0, tras una fenomenal arrancada de un Kroos que no quiso irse al suelo pese a sufrir una falta clara de Busquets. Vinicius recibió al espacio, definió mal pero el próximo Balón de Oro no lo hizo: gol.

Con el gol, el Madrid cambió el guión. Nada de presionar arriba, todo bloque bajo. Al principio no fue mal, pero en torno al minuto veinte, el Barcelona jugó durante un tramo muy bien. Vinicius decidió que eso de defender no iba con él y ese desequilibrio fueron capaces de aprovecharlo tanto Raphinha como Sergi Roberto. Lewandowski, muy gris, tuvo una ocasión bajo palos de esas que no desperdicia ningún nueve que se precie, pero que a él se le escapó.

El Madrid sufría, porque el Barcelona era capaz de encontrar espacios en su esquema defensivo. Pero cuando peor pintaba la cosa, en una jugara resuelta a cámara lenta, Valverde enchufó el segundo. Todo sucedió a velocidad de vértigo hasta que los blancos llegaron a la zona de definición, vísteme despacio que tengo prisa: el balón acabó llegando en la frontal al uruguayo, que soltó un zapatazo imparable. 2-0. Y el Barcelona desapareció del campo, dolido como si le hubieran fracturado dos costillas.

No parecieron mejorar las cosas para los azulgrana en la segunda parte. A los seis minutos, y tras un nuevo aviso blanco, Benzema volvió a superar a Ter Stegen con un chutazo desde la frontal, pero el tanto fue anulado por fuera de juego: ajustadísimo, pero fuera de juego en la recepción del balón, cinco segundos antes del disparo. El Barcelona estaba groggy y el Madrid ni siquiera estaba necesitando un buen partido de Vinicius (que tras el paso por vestuarios ya sí defendía) o Tchouameni para ser muy superior a su adversario.

Xavi decidió mover el banquillo, a ver si cambiando jugadores posición por posición se resolvía algo. Por detalles así se ve que el ex internacional español sigue llevando la L de prácticas pegada con una ventosa en la espalda. Entraron Jordi Alba, Ferrán y Gavi. El sevillano tuvo impacto inmediato, porque su capacidad de lucha y personalidad es algo que su equipo agradece. Dos faltas consecutivas y un mensaje: no nos rendimos. Sólo quedaba que sus compañeros le siguieran.

Pero no había forma. Kroos estaba absolutamente colosal, manejando a su antojo las aceleraciones y las pausas, el pase corto y los desplazamientos largos. El Madrid se movía bajo sus órdenes y el Barcelona era incapaz de crear peligro real: una reclamación de penalti de Carvajal sobre Lewandowski, que no fue. Hasta que entró Ansu Fati, que revolucionó el partido. Primero, en el minuto 78,c on un zambombazo que no fue gol por una cuarta.

Esa jugada fue, quién lo diría, un aviso. Porque el Madrid se había ido del partido. De tenerlo totalmente controlado a bajar los brazos, dejar de pelear y permitir que el contricante se te suba a las barbas. El equipo ya no sólo había perdido el balón, sino también la presencia sobre el campo. Así que en una jugada otra vez de Ansu Fati que tocó en Lewandowski, Ferrán Torres anotó el 2-1 en el 85, poniéndole suspense al encuentro. O el Madrid espabilaba o aquello se le podía ir.

Y espabiló, aunque con suerte. Eric García pisó a Rodrygo dentro del área azulgrana, el VAR avisó a Sánchez Martínez y no hubo duda: penalti. El 3-1 desde los once metros lo marcó, ya en el alargue, el Señor de los Goes, Rodrygo. El Madrid es líder en solitario y sigue sin necesitar el jugar bien para ganar. Lo mismo hasta es su estilo.