ELC 0 – 3 RM: Líder de Oro

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Un líder de oro. No es fácil ganar 0-3 fuera de casa en LaLiga, pero el Real Madrid lo consiguió ante el Elche, y eso que el VAR le anuló tres goles. Un tanto de Valverde (otro más), un tanto de Benzema tras un taconazo precioso de Rodrygo y una buena definición de Asensio, mantienen al portaaviones blanco al frente de la clasificación. Un partido en el que el Madrid arrancó como un Maserati pero en el que tuvo momentos de carraspeo como si fuera un Trabant.

Y eso que la victoria en el partido ante el Barcelona y el Balón de Oro de Benzema parecieron ejercer de Bálsamo de Fierabrás ante un Real Madrid que entre el triunfo en el Metropolitano y el logrado ante su rival azulgrana había bajado el pistón. Pero la sucesión de acontecimientos del domingo clasiquil y el lunes dorado ejercieron su efecto: el Madrid fue un avión durante muchos minutos en Elche. Un avión agujereado como un gruyere por el VAR, eso sí.

Los de Ancelotti, con mínimas rotaciones, fueron inmensamente superiores al Elche en un arranque de partido sensacional, pese a que el cuadro ilicitano no se manejó mal sobre el césped. Pero el nivel del vigente campeón de Liga y de Europa, del tercer mejor club del continente según France Football, fue al menos el de un equipo que merecería ser segundo.

Todo arranca desde Kroos, que está jugando al mejor nivel de su carrera. Excelso. El alemán saca el metrónomo y todo el fútbol mundial baila al son que él marca. Si a su lado tiene a un Modric que corre como un cervatillo y a un Valverde que ya no es ni Pajarito ni Halcón, sino un pterodáctilo que no deja escapar a su presa, las cosas son más fáciles.

Los quince primeros minutos del Madrid fueron un recital. Dos goles, dos golazos, de Benzema y de Alaba, anulados por el VAR por sendos fuera de juego del grosor del pellejo de un salchichón. Un posible penalti sobre Rodrygo no pitado. Y el chicharro de Valverde, esta vez con la izquierda, desde la frontal. Era 0-1 pero podría haber sido 0-3 tranquilamente, en un fútbol sin videoarbitraje. En el fútbol de siempre, vaya.

Pero a partir de ahí, el Madrid bajó sus prestaciones, por la bajada de su presión al rival. Vinicius no andaba demasiado acertado, y el Elche puso sobre el tapete del Martínez Valero su vergüenza torera. No es que hiciera mucho daño, pero al menos la superioridad blanca ya no era absolutamente abusiva. Incluso se atrevió a chutar sobre la meta de Lunin, por medio de Lucas Boye, que es un delantero centro buenísimo en todo menos en marcar goles, y Tete Morente.

El paso por vestuarios le sentó fatal al Madrid, que se llevó un meneo tremendo nada más saltar al campo. Sólo fueron tres minutos, pero Lunin parecía un explorador británico metido en una marmita gigante al fuego, con dos zanahorias flotando al lado. El equipo parecía descompensado en defensa. Benzema vio cómo el VAR, en el primer zarpazo madridista del segundo tiempo, le anulaba otro gol, por fuera de juego de Carvajal.

Ancelotti tiró de Tchouameni, que entró por Modric, para fortificar el centro del campo y evitar sustos. Su entrada la notó el equipo, que volvió a inclinar el campo hacia la portería de Edgar Badía, pero Lunin tuvo que emplearse a fondo en una ocasión muy clara de Clerc. El ucraniano se llevó hasta el aplauso de Courtois en redes sociales por su acción. Fue el canto del cisne ilicitano.

Porque a la siguiente, el Madrid marcó y el VAR no intervino. Fue una jugada de oro. Oro del Balón dorado que se llevó Benzema el lunes, y de sus botas con adornos dorados con las que jugó el segundo tiempo. Y oro el del tacón, el Tacón D’Or, de Rodrygo, que con una sutileza con el espolón despejó la jugada para que Karim machacara el 0-2, legal, antes de que Asensio otra vez a pase de Rodrygo cerrara el partido. Se sufrió más de lo esperado, por el VAR, pero el Madrid sigue en sus trece: llegar al parón mundialista con el zurrón a rebosar de puntos. Y tras lo de Catar, Dios dirá.