RBL 3 – 2 RM: Cornada de tres trayectorias

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Dieciséis partidos después, el Madrid perdió. Lo hizo sin miramientos, 3-2 ante el RB Leipzig, y aunque su futuro en Champions está certificado, aunque ya no como primero de grupo, las sensaciones son preocupantes: el equipo estaba ya pensando en el Mundial. Ancelotti no hace más que avisar de lo que puede suceder con una Copa del Mundo a contrapié, en invierno, y nadie le hace caso. Pero conviene empezar a preocuparse. En Leipzig, el equipo se llevó una cornada de tres trayectorias por parte del toro alemán .

Es fácil hacer la gracia de lo sucedido en los primeros, tampoco tiene mérito, así que mejor variarla un poco para amenizarle la lectura de este texto, querido lector. El Leipzig saltó al campo como si acabara de llegar a una fiesta rave, hay que darlo todo, mientras que el Madrid compareció al encuentro como si fuera una niñera recién aterrizada en casa tras cuidar a unos sixtillizos. Unos embalados y los otros, derrengados.

Así que el 2-0 que figuraba en el marcador a los veinte minutos de juego no extrañaba porque podía incluso ser más abultado. El Real Madrid, sometido a rotaciones y con Benzema, Modric y Valverde en Madrid, era incapaz de encontrar los resortes para sacudirse la presión de los alemanes del Este (y de los del Oeste, y de los que no son alemanes). Y además, el centro de la defensa, con Rudiger de central derecho y Militao en el izquierdo, se resquebrajaba.

A ello hay que añadir que, por mucho que se empeñe Ancelotti en ir frotando la lámpara a ver si sale algo, Tchouameni y Camavinga lucen cada día más incompatibles cuando, por condiciones y demarcación, juntos deberían ser la bomba. Pero no. Con el Madrid tristón y descosido por el centro, las latas sabor frutas del bosque hicieron de las suyas: pam, pam. Gvardiol y Nkunku, en sendas jugadas a balón parado, aprovecharon la apatía del campeón de Europa para adelantar a los locales.

El Madrid estaba siendo zarandeando y el Leipzig no regalaba nada: con un resultado cómodo a favor, atacaban cinco y los otros cinco no dejaban un resquicio a las contras blancas. Pero en el Madrid empezó a desperezarse Asensio, que por eso de ser balear quizás le guste apuntarse a fiestas de alemanes, y a él se le añadió el bailongo Vinicius. El Madrid, pasada la media hora, empezó a dar señales de vida y justo al filo del descanso, un centro de Asensio encontró la cabeza (han leído bien, ¡la cabeza!) de Vinicius para recortar distancias y dejar vivo el encuentro para el segundo acto.

Es reseñable este nuevo Asensio, el que ha asumido que quizás no haya el mercado que él pretendía por ahí. Ha decidido remangarse, pelear, mostrar la inmensa calidad que atesora juegue los minutos que juegue. Y así es un futbolista extraordinariamente útil, como lo era Guti, por poner un ejemplo nacional cercano. A este nivel, su renovación puede convertirse hasta en una necesidad para el equipo blanco. Bien, Marco, bien.

Salió el Madrid con una marcha más al segundo tiempo, fuera legañas, aunque tampoco acababa por dar con el lavabo para echarse agua fría en la cara. Vini hacía lo mejor… y lo peor, con errores imperdonables en situaciones defensivas. El tiempo pasaba pero los de Ancelotti seguían un paso por detrás de su adversario, sobre todo de un Nkunku que parecía Chimo Bayo, hiperactivo en cada acción. Szoboszlai, sin embargo, estaba horrible. Casi tanto como un Camavinga que era una máquina de perder balones.

Llegó el carrusel de cambios, pero esta vez el cambio de piel no le sentó bien de primeras al Madrid, los dos laterales, Lucas y Nacho, fuera para dar entrada a Carvajal y Alaba. Al rato, Hazard entró por un muy gris Kroos para tratar de activar la delantera. En su primera intervención, el belga vio llegar a Asensio y el pase del balear lo desaprovechó Vinicius. Quien perdona lo paga, y en la jugada de vuelta Werner, también recién entrado, aprovecho un error de Tchouameni en la presión y Militao en la marca para cerrar el partido, por mucho que Rodrygo acortase en el alargue. Dieciséis partidos después, el Madrid perdió un partido. Habrá que ver si la cornada es profunda o no.