RM 1 – 1 GIR: Carnicería del VAR en un sembrao

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Sobre un césped deplorable, tras dos decisiones de Melero López cuanto menos controvertidas, con Toni Kroos expulsado por primera vez en su carrera… El Real Madrid no pasó del empate (1-1) en una noche halloweenesca que tiene hasta título de película gore: Carnicería del VAR en un sembrao. Un tropiezo imprevisto, ante un rival de los que juegan la Liga por el descenso, y con más de medio equipo con la mente en el Mundial y no en el club que les paga. El gol de Vinicius no sirvió ante el tanto de Stuani tras un polémico penalti por manos de Asensio.

Con los últimos colerazos del buen tiempo en la capital, antes de que haga acto de presencia el General Invierno, todo hacía presagiar un buen partido en el Bernabéu. Más aún cuando el Girona de Míchel es un equipo que sale a hacer su fútbol, funcione o no, y no renuncia a buscarle las cosquillas al que se le ponga por delante. En los tres primeros minutos, Modric y Castellano podían haber inaugurado el tanteador de cada equipo. Sí, el encuentro prometía.

Pero el deplorable césped del Bernabéu hizo acto de presencia, desluciendo el espectáculo. Si a finales de septiembre la versión oficial (y oficialista) es que el antiguo verde, procedente de Extremadura, no había arraigado por las altas temperaturas del verano, el de ahora no ha dado mucho mejor resultado: ya sin calor extremo, ya con algunas lluvias otoñales. Lo mismo es que con la reforma el sol no da en el rectángulo de juego y el césped no consigue enrraizarse. O que el club está ahorrando en la factura de la luz y ya no enciende durante el tiempo preceptivo las enormes lámparas que mantenían aquello como un tapete. Sea lo que sea, el estado es pésimo, el balón va pegando saltos como si estuviera en un descampado y el juego de los blancos, obviamente, se resiente ante rivales que están un escalón por debajo en calidad técnica.

Los brincos del esférico impedían que Kroos o Modric estuvieran a buen nivel, y sólo Camavinga, ejerciendo de pivote, o Mendy parecían estar más a gusto entre los blancos. El Girona pegó otro susto, en un remate de Valery en una jugada en la que pareció haber falta previa sobre Carvajal, antes de que Rodrygo empotrase un chutazo contra el poste. Pero el Madrid no estaba nada cómodo. La defensa de cinco de Míchel, con Oriol Romeu barriendo como libre, y el posicionamiento táctico del recién ascendido se le atragantaban a los de Ancelotti, con paciencia pero sin tino. Arreglao pero informal, que diría Martirio.

Con el público cada vez más impaciente, el Girona era capaz de encontrar espacios cuando lanzaba las contras. El balón era blanco, sin discusión, pero en cuanto a ocasiones los de Míchel eran capaz de igualar lo que hacían los madridistas, muchos de ellos de manera descarada con la mente más puesta en Catar y su Mundial que en el club que les paga. Así, Yangel estrelló un zambombazo en el larguero e igualó el choque también a maderas: 1-1.

Con el descanso, el partido entró en ebullición, ayudado por un Vinicius que ha dejado su excitación futbolística para convertirla en mil y una reclamaciones, mil y un gestos, mil y un desmayos, mil y un desplantes. Si éste es el camino que ha elegido para parecerse a Neymar, ha elegido justo lo que no debería de su compatriota: la exageración y el teatro. Es un jugador fuera de sí desde aquel encontronazo en el Metropolitano.

El Madrid estaba colapsado, incapaz de descifrar el enigma del Girona, peleado con el césped, enfurruñado con el árbitro por cualquier menudeo. Entró Asensio por Camavinga en uno de esos cambios que sólo entiende Carletto, el Girona viviendo muy cómodo y, de nuevo, achuchando a Courtois en una contra en la que el belga desbarató un remate de Valery al límite del fuera de juego. Y entonces apareció Valverde, muy desdibujado durante el encuentro, para tras asociarse con Rodrygo y Carvajal encontrar a Vinicius, qué cosas, de palomero en el segundo palo y hacer el 1-0 sin oposición.

Pudo sentenciar el Madrid casi de corrido, pero Gazzaniga le hizo un paradón estratosférico a Asensio, de esos que salen en todos los resúmenes, manos de acero a cañonazo a bocajarro. Y entonces llegó la jugada del penalti por manos de Asensio. Una jugada inocua en el fútbol de siempre, una disección en video digna de un Oscar a la mejor realización para encontrar el plano en el que se viera algo del actual. Stuani no marró el lanzamiento y al Madrid le quedaban diez minutos para la heroica. Pero la heroica se quedó en un gol anuladlo a Rodrygo porque Melero y el VAR ratificaron que Gazzaniga tenía control del balón en el rechazo. Y luego la primera expulsión de Toni Kroos en el fútbol profesional. No era el día. El césped no ayudó y la carnicería del VAR puso la puntilla.