RAY 3 – 2 RM: Que llegue ya el Mundial

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Que llegue ya el Mundial, porque el Madrid, el vigente campeón de Liga, el que iba con frac por este torneo doméstico, anda ya de fango hasta el cuello. Tres goles se llevó de Vallecas en un partido horrible de los de Ancelotti, derrota 3-2 que le aparta del liderato y que ensucia aún más una imagen que en el último mes ha quedado más que tocada. Queda el Cádiz, el jueves, y luego llega lo de Catar. Y menos mal.

Si alguien dice que la primera media hora fue el peor periodo de juego del Real Madrid en la era Ancelotti, acertará. Porque no sólo fue de la era Ancelotti, sino de la era posterior a la extinción de los dinosaurios. Un sainete en el que el Madrid fue incapaz de hilvanar dos pases de corrido, en el que se veía superado por la presión del Rayo, en la que no había un mínimo atisbo no ya de fútbol, sino de orgullo… El gol de Comesaña a los cinco minutos, tras combinación entre Fran García y Álvaro García, dejó al Madrid tiritando. Aunque alguien debería hacerse mirar que precisamente esa Banda de los García, la izquierda del Rayo, es una generadora constante de peligro partido tras partido, y nadie hizo nada por taponar esa zona.

Se lleva diciendo algunas jornadas ya que los jugadores blancos, internacionales en su inmensa mayoría, tienen la menta puesta en el Mundial de Catar, algo que convierte en astillas las cuadernas de la Superliga. Porque sí, resulta a que los protagonistas de la cosa del balón les interesa más ganar una Copa del Mundo con su país que trofeos de club, algo que ha sucedido toda la vida. Pero más allá de que tengan la mente en Catar o no, es incuestionable que Vinicius, por ejemplo, parece el hermano histriónico de Neymar en vez del fabuloso jugador que fue hasta el partido del Metropolitano. Y que Modric necesita una limpieza de carburador para soltar la carbonilla porque el motor diésel le da para lo que le da. Son debates que no van a tocar los sobresalientes de siempre, pero que están ahí y que cualquier aficionado ve sin esforzarse mucho.

De Mendy, ya he escrito en este mismo espacio mil veces que no sé qué hace vistiendo la camiseta del Real Madrid y no voy a añadir mucho más. Podría seguir, pero no es cuestión de personaliazar. Que los anteriormente citados no se consideren extraordinarios, porque son meros ejemplos. Lo mejor del primer tiempo para el Real Madrid fue que acabó 2-2: tras ir palmando 1-0, se encontró con un penalti VAR que transformó Modric y con un despiste defensivo del Rayo tremendo en un córner que aprovechó Militao. Todo ello, justo antes de que Álvaro García, otra vez el peligro llegaba por ahí, hiciera el empate con el que se llegó al paso por vestuarios.

El espejismo del tramo en el que marcó el Madrid sus dos goles, apenas cinco minutillos, quedó latente en el segundo tiempo. El equipo de Ancelotti era un equipo sin tino, sin alma, sin chispa. Todo lo contrario que un Rayo que olía sangre porque el rival era un guepardo sin uñas, aunque algún mordisco era capaz de soltar cuando se sentía acorralado. Así que en un penalti disparatado, una mano clarísima de Carvajal que no vio el árbitro pero sí el VAR, un primer lanzamiento detenido por Courtois pero con el propio Carvajal invadiendo el área y un segundo que sí fue gol, el campeón de Liga veía cómo el liderato se le escapaba.

Y es que el equipo era incapaz de hilvanar una jugada que fuera siquiera prometedora. Nada. El Rayo no sólo le marcó tres goles al campeón de Liga, sino que además ni siquiera sufría por unas acometidas inexistentes, apenas un remate marrado increíblemente, de esas que salen en los recopilatorios de fin de año, por Rodrygo bajo palos en el 90. Pero es que no había absolutamente nada. Que llegue ya el Mundial.