MAL 1 – 0 RM: El Madrid entierra la Liga en la batalla de Mallorca

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Un partido áspero, con menos minutos de juego efectivo que euros en la cuenta corriente de un españolito medio a partir del día diez de cada mes. Y ahí, en la batalla que planteó Javier Aguirre, un autogol de Nacho tumbó al Real Madrid en Son Moix, en el último encuentro de los blancos antes del Mundial de clubes. El todavía campeón hizo un partido horrible, tropezándose en cada una de las trincheras bermellonas, e incluso falló un penalti. La derrota aleja casi irremediablemente al Madrid del título.

Que el partido de Mallorca iba a ser un atragantón se vio desde el calentamiento. Antes de empezar el partido se lesionó Courtois, así que tuvo que jugar Lunin de inicio. Sin Militao, sin Benzema, sin Alaba, sin Mendy… Y además, comn la polémica entre el equipo bermellón y Vinicius del partido de la primera vuelta. Todo el mundo estaba alerta, porque en el fútbol los recursos tradicionales son los que mejor funcionan, así que calentar a Vini para sacarle del partido es algo que se saben absolutamente todos los equipos.

Pero el Mallorca de Aguirre, más. El mexicano es un canchero, y diseñó el partido con tres propósitos: el primero, desquiciar a Vini, y para eso le puso encima a Maffeo y Raíllo (los que se las tuvieron tiesas con él en Madrid. El segundo, desconectado el brasileño, cortocircuitar al Madrid. Los de Ancelotti no opusieron demasiada resistencia.

Y el tercero era intentar pescar alguna ocasión para meterla en la cazuela. Lo hizo no un jugador del Mallorca, sino Nacho. El central saltó con el kosovar para evitar su remate, pero el balón le golpeó a él y trazó una parábola perfecta que superó a Lunin, quien siguió el vuelo a la escuadra con la mirada. Como viene siendo habitual en el Madrid, los goles en contra no espabilan al equipo, que siguió igual. O peor.

Porque la segunda parte fue una guerra. El tiempo efectivo de juego debió ser hasta negativo: faltas, protestas, revolcones, croquetas, protestas… Vinicius era el único ser vivo en el ecosistema blanco, tal vez de la cantidad de palos que recibió, y en una de esas sacó un penalti cometido por Rajkovic. El portero serbio enmendó su error deteniéndole el lanzamiento a Marco Asensio, el esquimal, el esquimal, el hombre que vive mejor en temperaturas gélidas.

El Madrid abusaba del centro lateral, tanto que Ancelotti tiró de Mariano, que es un señor que juega en el Madrid un ratillo todos los años. Pero el equipo blanco no encontraba soluciones, ni con los cambios. El encuentro estaba muy tenso, tanto que hasta Modric vio una amarilla por una dura entrada, los pájaros disparando a las escopetas que decía Valdano. El Madrid agonizaba en la batalla campal y ahí murió, desangrado, con una ocasión de Rúdiger en el 97′, en una de esas batallas que todos sabíamos que iban a tener lugar en Son Moix pero el equipo blanco no alcanzó a ver.