ALH 1-4 RM: El Halcón recupera el vuelo en Marruecos

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Y en Marruecos, Valverde volvió a ser Halcón. El uruguayo cuajó un muy buen partido ante el Al Ahly egipcio en semifinales del Mundial de Clubes, y con gol y un gran despliegue físico ayudó a que los de Ancelotti estén en la final del sábado ante el Al-Hilal. Vinicius, Rodrygo y el canterano Sergio Arribas remataron el 1-4 final, con de nuevo muy buenas sensaciones de Dani Ceballos.

El partido del Madrid en Rabat en su estreno en el Mundialito fue un más de lo mismo, porque cambiar dinámicas ahora mismo es como conseguir que Lucio deje de ofertar huevos rotos. A los de Ancelotti les pesa la aerolínea de la camiseta, y como pesa no hay velocidad, ni ritmo. La calidad técnica de los de blanco les hace monopolizar sin demasiados problemas el ritmo del partido ante cualquier rival, pero ahora mismo, excepto Ceballos, esos muchachos de blanco son demasiado previsibles.

Ante el Al-Ahly el guión fue similar al de cualquier partido desde la vuelta del Mundial. El equipo maneja y controla, en campo rival, pero no muerde. Es como una anciana en la residencia a la que se le olvidó la dentadura postiza el día que reparten rosquillas: que quiere, pero no puede. Morder o marcar.

Los blancos tardaron 22 minutos en disparar por primera vez, en un remate de Rodrygo. Por aquel entonces, los egipcios ya habían dejado claro que tenían serios problemas en la salida de balón si les achuchaban, y ahí el Halcón Valverde se dio un festín: un futbolista que ha atravesado problemas de toda índole desde Catar 2022 y que necesitaba encontrar su sitio. El Al Ahly fue la libre perfecta.

Es curioso, pero esa falta de tensión madridista hizo que el conjunto africano tuviera dos ocasiones a balón parado, en sendos despistes de la defensa blanca, hasta que se activó un rato Vinicius: se llevó un par de viajes en sus dos primeros intentos, se desactivó y no fue hasta el filo del descanso hasta que volvió a coger el toro por los cuernos. Primero dándole un pase a Rodrygo que éste culminó con un remate al poste. Luego, con un par de jugadas embarulladas de tiempos pretérritos. Y al final, tanto va el cántado a la fuente, con gol.

Fue tras una buena parada de Lunin, porque el Al Ahly era poquita cosa pero con colmillo. La atajada del meta ucraniano a El Shatar fue justo antes del gol de Vini, en el 42 del primer tiempo. Un error clamoroso de Mitwaly en la salida permitió al de Río supear por arriba al meta egipcio y desactivar todas las alarmas.

Más aún cuando nada más volver del descanso, Valverde, por fin, el que más lo merecía, encontró el 0-2 tras un rechace a disparo de Rodrygo. El Madrid parecía tener el partido hecho. Pero la sempiterna falta de control le hizo sufrir hasta el final. Un penalti de Camavinga metió al adversario en el encuentro, y a los de Ancelotti, sin cambios, le temblaban las canillas. Cada ataque del equipo egipcio acababa en remate.

Con Kroos, Modric y Tchouameni, el Madrid no controlaba el juego. Sí el balón, pero no el juego. Los de Marcel Koller se creyeron que podían empatar y apretaron en la medida de sus posibilidades. Sin rendirse nunca. Con remates claros sin tino. Con el aficionado madridista con un nudo en la garganta. Con Modric fallando un penalti (antes hubo otro sobre Vinicius que no señaló el VAR ante la incredulidad del Planeta Fútbol) que hubiera dado tranquilidad.

Ésta la dio Rodrygo, tras jugadón de videojuegos ya con el tiempo cumplido, una asistencia maravillosa de un Ceballos que no pide sólo la renovación con el Madrid, sino un hueco inmediato en la Selección de Luis de la Fuente. Está a un nivel estratosférico. Ser el mejor del Madrid en un tramo de cualquier temporada es algo que está al alcance de muy pocos. Y el sevillano lo ha conseguido sin hablar y simplemente jugando. El resultado lo redondeó Arribas, el canterano de oro, que tuvo treinta segundos y le dio tiempo a marcar, aunque no es lo suyo. 1-4, y el sábado la final ante otro equipo de nombre parecido, el Al Hilal, el fulminador de Flamengos.