En un mismo terreno de juego se juntaron auténticas leyendas de dos de los equipos con más Copas de Europa para hacernos disfrutar como niños recordando sus gestas y para recaudar fondos con fines benéficos. Esto es señorío y no filosofía barata. El partido, lejos de parecer una final de Champions en cuanto a intensidad se refiere, dejó detalles que todo aficionado deseaba volver a disfrutar: controles imposibles de Zizou, una falta de Roberto Carlos, una salida de Buyo, las pisadas de balón de Clarence Seedorf, las galopadas de Míchel Salgado por la banda derecha...
En la primera parte, pese al dominio constante del balón por parte de los merengues, los 'reds' se han colocado con una ventaja de dos goles en el marcador. Cortesía de Harry Kewell y del ex madridista Michael Owen. Por parte madridista, Roberto Carlos fue el encargado de acortar distancias. 1-2 al término de los primeros 45 minutos.
La segunda parte ha comenzado con equipos totalmente diferentes, con la entrada de, entre otros, Emilio Amavisca, Pavón o Rojas, y con los cambios de 'reds' a merengues de Michael Owen y Steve McManaman. El Real Madrid ha empatado el encuentro desde los once metros gracias a otro trallazo del lateral brasileño Roberto Carlos y ha certificado la remontada con un derechazo de Emilio Amavisca y un accidentado gol de Iván Pérez: a trancas y barrancas y en fuera de juego, el segundo de Karanka en el Boro cerró el marcador. El partido ha finalizado con una ruidosa ovación en forma de aplausos, despidiendo a los que han sido parte de la exitosa historia blanca.
Viva el fútbol. Viva el señorío bien entendido.