Han pasado 87 días, pero ambos equipos, campeón y subcampeón de Europa, siguen siendo plenamente reconocibles. Entre ambos se han dejado una talegada en el mercado, pero al final juegan casi los mismos de antaño. El Real Madrid, por ejemplo, fichó al portero revelación del Mundial pero sigue empeñado en ver si desde la portería se viene abajo todo el club de una santa vez, alimentando un debate tan alto de decibelios como estéril.
También llegaron Kroos y James, pero sólo el primero se ha asentado en el once madridista. El colombiano, muy corto de preparación (enfermedad que se cura jugando), no será titular pero seguro que dispondrá de minutos en el segundo tiempo. Lo demás en el Real Madrid es todo herencia del curso pasado, así que la portería y defensa será la de la final de Champions, el centro del campo el de la final de Champions más Xabi (por fin no lesionado) y Kroos y la delantera, la BBC, que a fin de cuentas es, sí, lo han adivinado, la de la final de la Champions. Dos cambios en el once pues respecto a Lisboa.
En el Atlético hay algún cambio más, pero al final son menores: Courtois ya no está pero en su lugar juega Moyá, con menos nombre y menos pinta de longaniza malencarada, pero que también sabe parar un rato. En el lateral izquierdo, Ansaldi y Siqueira pelean por el puesto que dejó vacante Filipe Luis. Y arriba, Griezmann viene a sustituir al inerte David Villa y Mandzukic, al que algunos se empeñaban en colocar en el Madrid estos dos últimos años, por Diego Costa. El cambio a primera vista parece muy a mejor, cuatro nombres que cambian.
Lo que no cambiarán serán las filosofías de juego: Ancelotti quiere el balón y Simeone, las tibias de los rivales. Así que el Atlético se pertrechará en torno a su portería (un gol encajado en toda la pretemporada) buscando un golito a balón parado que le ponga en suerte el título, mientras el Madrid intentará hacer saltar por los aires el cerrojo rojiblanco. 87 días después, todo sigue siendo exactamente igual.