Pero el problema parece haber sido detectado, otra cosa es que tenga solución. A juicio de parte de las personas con capacidad de decisión en el club, "el que el equipo no tenga intensidad no es algo aislado, sino la consecuencia de muchos otros factores. A unos jugadores no se les puede pedir intensidad y que ésta aparezca de repente, porque la intensidad es el resultado de todo lo que les rodea. Si fallan cosas, la intensidad no aparece. Así que hay que mejorar en todos los aspectos para que el equipo pueda ofrecerla sobre el campo".
No parece una cosa sencilla. Con la inmensa mayoría de la plantilla remando en dirección opuesta a la que lo hace el entrenador, con una brecha considerable entre esos mismos jugadores y algunas decisiones estratégicas del club que no son compartidas por los primeros, la tarea no parece tener una fácil solución. Todos, de manera transversal, deben poner su granito (o granazo) de arena para corregir la trayectoria del errado disparo que ha supuesto este inicio de temporada. Porque si no, con el público del Bernabéu dándole la espalda a su equipo como demuestra la cada vez menor asistencia a los partidos en el Santiago Bernabéu, los seis meses que quedan para acabar el curso se pueden hacer muy, muy largos.