Uno, James, hizo los dos primeros tantos del Real Madrid y para ello necesitó sólo los once primeros minutos del partido en Los Cármenes. El primero, en la primera jugada ofensiva de los blancos, a los tres minutos, rematando en posición dudosa un pase de la muerte de Lucas. El segundo justo pasada la primera decena de minutos, aprovechando un espectacular servicio... de Fabio Coentrao. Y es que en el Real Madrid versión Liga todos rinden a un nivel extraordinario, gracias a la voracidad de ganar un título. James, tras un arranque fulgurante en el Real Madrid, se confundió y no ha sido hasta ahora, cuando su futuro parece lejos del Bernabéu, cuando ha recuperado un nivel magnífico.
Morata, mientras, marcó los dos siguientes. El primero a centro de Danilo y el segundo tras una jugada con control, recorte, arrancada y golpeo de esas que hacen los delanteros centros puros. Morata, que apenas ha contado en partidos importantes, quiere jugar más y por eso se plantea cambiar de aires en verano. Y hay tortas por hacerse con sus servicios. Pero el Madrid necesita a un delantero de sólo 24 años con un futuro cuanto menos prometedor por delante. Los cuatro goles fueron en la primera parte, solo 35 minutos, ante un Granada descompuesto que fue una risión táctica ante el que el Madrid pudo hacer toda la sangre del mundo pero ante el que guardó la compostura tras dejar el partido visto para sentencia y ante el cabreo inconmensurable de la afición local, harta tras un año pésimo que ha acabado con el descenso del equipo a Segunda.
Pero no solo fue por eso, claro, sino porque el Real Madrid volvió a jugar muy bien. Coentrao, hasta que le duró la gasolina (una horilla) y Danilo crearon peligro; Kovacic arrasaba con todo lo que le ponían por delante con una autoridad imponente; sólo Asensio anduvo algo más plomizo que de costumbre. Decir algo de Casilla, Nacho y Ramos, que apenas estuvieron exigidos en el encuentro, sobra. Fue tal la superioridad madridista que Zidane se permitió el lujo de acabar el encuentro con sus tres nueves sobre el campo, Benzema, Mariano y Morata, con Karim, tremendamente egoísta, fallando ocasión tras ocasión en un tramo final que fue un correcalles, aunque sin goles.
Ahora queda lo que de verdad importa. El miércoles el Calderón y el domingo, el Sevilla en el Bernabéu. Dos partidos vitales para los dos títulos en liza, Champions y Liga. Pero en los ratitos entre partido y partido, el Real Madrid debería tener una misión clara: convencer a James y a Morata para que no se marchen de este equipo. Ellos, los dos, serían dos refuerzos vitales para el próximo curso.