Gobernado por un ambiente festivo tras la conquista de la Duodécima, el Santiago Bernabéu acogía un nuevo encuentro de Leyendas del Real Madrid, ese de los Galácticos y el que le precedió, no tan galáctico pero que abrió el camino de la Champions moderna al club de Concha Espina. La afición acogió en su seno a Raúl y Ronaldo como un padre al hijo pródigo, henchido de regocijo y colmándoles de bendiciones. El rival, un viejo conocido de las noches europeas como la Roma, acudía a la llamada blanca por África.
El choque despertó en los corazones de la afición merengue el recuerdo de una historia cercana pero extinta, recordando que a Figo le queda fútbol para rato gracias a la gran actuación del portugués, quien se mostró muy participativo en ataque y anotó un golazo de falta directa para poner el 2-0. El primero lo había anotado Morientes de cabeza tras un genial pase bombeado de otro galáctico, Roberto Carlos. Ronaldo Nazario, la punta de lanza del primer proyecto de Florentino Pérez, demostró que a pesar de su enfermedad de hipertiroidismo conserva en sus piernas la magia de antaño con varias intervenciones que levantó a la afición de sus asientos, sedienta de goles en una tarde infernal. Con el dominio merengue se llegó al final del primer tiempo.
El nivel de intensidad descendió en la segunda mitad, fruto del cansancio de los jugadores y de los continuos cambios en ambos conjuntos. A pesar de ello Morientes iba a lograr su doblete con otro remate de cabeza al comienzo de la segunda mitad, esta vez asistido por su eterno socio en la delantera, Raúl González. El ‘7’ blanco no logró anotar pero el Bernabéu vibró con él cada vez que el esférico pasaba por sus botas. El choque de leyendas permitió a la afición merengue comprobar el magnífico estado de forma de algunos otros emblemas como fueron Amavisca, Savio y Míchel Salgado, entre otros, que marcaron una época en el club cuando las vacas flacas apretaban. Edwing Congo, tras regatear al meta Pellizzoli, anotó el definitivo 4-0 que celebró con un baile frente a la afición merengue. No fue el gol ganador de una final de Champions, pero a buen seguro que el colombiano dormirá feliz esta noche, como el aficionado blanco que pudo resucitar el recuerdo de una infancia, juventud o tiempo pasado plagado de felicidad y éxitos.