Lorenzo: luces, sombras, Amsterdam y París

0
-publicidad-

Se nos ha ido Lorenzo Sanz víctima del coronavirus chino, y para los que tuvimos la inmensa fortuna de poder vivir en directo La Séptima en el Amsterdam ArenA y La Octava en Saint-Denis no podemos más que sentir que el alma se ha quedado sin un jirón, y que sangra. No he tenido una relación extraordinariamente cercana con Lorenzo, ni cuando era presidente del Real Madrid y me tenía que chupar aquellas guardias de antaño, doce horas en la puerta de su casa de La Florida lloviendo o con sol mientras su esposa, MariLuz, nos sacaba unos refrescos o algo para picar; ni posteriormente, cuando se apartó del ruedo madridista hasta aquel trastazo electoral de 2006. La última vez que le vi fue días antes de la final de Cardiff, en el Bernabéu, y nos quedó claro que el tiempo pasa demasiado deprisa para todos.

Lorenzo fue un presidente de luces y sombras, pero también el presidente de Amsterdam y París, y eso se lo agradeceré eternamente. Llegó a la presidencia acusado casi de un golpe de Estado contra Mendoza; tuvo que sobrevivir el final de La Quinta del Buitre (que como todos los finales de una era soberbia fue escandalosamente estruendosa); instauró sin querer La Quinta de los Ferraris y del Dolce Far Niente que ganó dos Champions; los medios promendoza y proflorentino le señalaron por presuntamente gastarse el dinero del club jugando al parchís o viajando a Brasil de juerga para traerse a desconocidos como Ognjenovic o Petkovic… Sí, Lorenzo fue masacrado mediáticamente.

Pero también tuvo luces, muy fuertes, que en aquel entonces pasaron casi inadvertidas entre tanto fuego cruzado. Puso dinero de su bolsillo para asegurar la supervivencia del club; supo rodearse de un equipo que le permitió traer a Madrid a Mijatovic, a Seedorf, a Suker, a Roberto Carlos…; le birló al Atlético a ese chico con el 7 que luego llegaría a ser Raúl; se obcecó en construír un centro comercial anexo al estadio para aumentar los ingresos tanto en día de partido como en días sin actividad, y lo consiguió; se le ocurrió que la publicidad estática, antaño aquellas vallas de metal que rodeaban el campo, podrían ser dinámicas, que los anuncios rotasen y así generar más ingresos por publicidad…

Sí, posiblemente hiciera algunas cosas mal, seguro. Pero también hizo otras muchas fantásticas, abriendo caminos económicos inexplorados que con el tiempo acabaron dándole la razón. Y, por encima de todas las cosas, era madridista. De los de verdad. De alma y corazón. Justo lo que se parte cuando el coronavirus, el puto coronavirus, decide llevarse a Lorenzo Sanz Mancebo. Descanse en paz, presidente.

Compartir
Yo vi jugar a Del Bosque, así que llevo unos cuantos años yendo al Bernabéu. Socio desde 1986, mis recuerdos van ligados al Madrid del Di Stéfano entrenador, el de los cinco subcampeonatos, que me forjó en madridismo ante los malos tiempos, y al de la Quinta del Buitre, la poesía y las pelotas hechas fútbol. Desde 1996 dando la barrila en esto del periodismo deportivo, aunque hace años que es mi hobbie y no mi profesión.