El día que Madrid y Barça entrenaron juntos

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jugadores de ambos equipos posando en el césped de Chamartín: Arriba: Escolá, Rosalench, Tormo, Barinaga, Martín, Pruden, Valero, Balmaña, Huete, Marza, Alday, Encinas, Nogues. Agachados: Bañón, Curta, Galvany, Cantero, Elias, Raich, Betancourt, Corona, Cesar, Ipiña, Alsua, Arzanegui y Elias.
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La relación histórica entre el Real Madrid y el FC Barcelona ha tenido una mayoría de incidentes y enfrentamientos, tanto que se ha llegado a omper varias veces el contacto de manera oficial entre ambos clubes. Incluso se ha llegado mas allá, teniendo que tomar partido los políticos, para intentar enderezar el trato entre las entidades. El enfrentamiento de ambas ciudades a todos los niveles contribuyó sobremanera a que la relación siempre tuviera altibajos, siendo los malos momentos los mas recordados y difundidos. A comienzos de los años 90, el periodista catalán Justo Conde lo definió de la manera mas acertada con el titulo de su libro, «La guerra que nunca cesa».

Sin embargo hoy no vamos a recordar los malos momentos, como el escándalo Guruceta ya tratado en esta web, ni en ni los orígenes, que se suelen situar en la cuádruple eliminatoria de Copa de 1916. Hoy vamos a recordar todo lo contrario, un momento de cordialidad y de entendimiento que surgió tras uno de los enfrentamientos mas conocidos y que quedó pronto en el olvido presa de los conflictos que daban más juego en la prensa escrita que la cordialidad.

1. Los hechos

Crónica íntegra de Eduardo Teus en el Diario YA sobre el partido de ida (pinche para ampliar).

En junio de 1943, el Real Madrid se había plantado en semifinales de Copa, tras eliminar al Salamanca, al Español y al Jerez, cuando el sorteo deparó como rival al Barcelona. La ida se disputó en un Les Corts lleno que veía al Barcelona como gran favorito ante un Madrid que se agarraba como última esperanza al torneo copero tras haber realizado una Liga desastrosa. Los blancos salieron encerrados atrás en espera de encontrar huecos y aprovechar algún balón largo, pero lo que encontraron fue un partido demasiado duro y que, a medida que avanzaban los minutos, fue a peor. La permisividad del árbitro Fombona Fernández fue descarada y el partido discurrió con golpes, malos modos y entradas por ambas partes. Depende de a quién se le pregunte, se dirá que empezó uno u otro, pero si se hubiera cortado de raíz todo igual el partido hubiera sido más simple.

Aquello encendió los ánimos del público, que tuvo un mal comportamiento, máxime cuando sobre el césped los locales ganaban. Los incidentes, finalmente, le costaron al Barcelona una multa de 2.500 (15 euros) pesetas por parte de la Federación. En cuanto a fútbol, el Madrid no hizo un mal partido, pero tuvo poca puntería, mientras que el Barça aprovechó sus ocasiones. Primero Valle, tras un barullo; después Escolá, tras una mano de Corona en el área; y finalmente, Sospedrá pusieron el 3-0 con el cual finalizó el encuentro.

Nota de la junta directiva madridista en la previa del encuentro de vuelta

Visto lo sucedido en la ida, la Prensa deportiva de Madrid calentó en exceso los ánimos de la hinchada de cara al encuentro de vuelta. Al partido de ida habían sido desplazados muy pocos reporteros desde la capital y uno de ellos, Eduardo Teus, fue quien más influyó en el ánimo de la gente con su crónica desde las páginas del diario YA, uno de los más importantes de la época. Teus acusó al público de Barcelona de influir con su actitud sobremanera sobre el árbitro ya que decía que este se asustó ante la presión de los hinchas. Criticó a parte de la Prensa, sobre la que comentó que solo veían para la final a Barcelona y Athletic de Bilbao, por lo que al ir pasando los minutos y ver que el Madrid no encajaba goles, la presión del publico hizo que Fombona ‘otorgara’ un gol al Barcelona en un barullo. Además, reprendió que pitara un penalti dudoso a favor local y se anulara una jugada de Barinaga que acabó en gol, porque justo antes pitó el final del primer tiempo.

Teus despidió la crónica pidiendo que Chamartín ayudase en el partido de vuelta como lo hizo la ‘cazuela hirviente’ de Les Corts. El aficionado madrileño, que solo tenía a la prensa para informarse, se indignó ante el relato de un Teus al que se consideraba un periodista serio y veraz. Tanto se calentó la previa por los cafés de la capital y en las reuniones de aficionados en la sede social del club que la directiva madridista se vio obligada a publicar un comunicado el día del partido pidiendo calma, al mismo tiempo que pedía que no se refrenara el entusiasmo. Aunque esta nota también vino motivada por un carta previa que el presidente del Barcelona remitió a su homologo madridista. En ella el Marqués de la Mesa de Asta, presidente azulgrana, intentaba apaciguar los ánimos: «Perderemos o ganaremos el día trece, saldremos o no eliminados, pero lo que nos interesa es seguir honrados con la amistad de este gran club del que tantas pruebas tenemos recibidas».

La hinchada madridista recibió con una sonora bronca a los culés y el ambiente de Chamartín fue idéntico a Les Corts. El Barça venía confiado y eso, junto a un retraso en la colocación de Rosalén metido en la defensa, provocó que el Madrid se hiciera con el centro del campo. Pruden adelantó al Madrid a los cinco minutos y el equipo siguió presionando, pero sin conseguir nada, hasta que a la media de hora de partido Barinaga marcó el 2-0. Acto seguido, una dura entrada del defensa azulgrana Benito sobre Chus Alonso fue castigada con expulsión, quizás severa, por un Rodríguez Mato que no quería que se le escapara el partido como a su homologo Fombona en la ida. Al saque de la falta llegó el tercer gol madridista, obra de Pruden, que fue la tumba del Barça. Con un jugador menos, el centro del campo perdido y un Madrid crecido, y al cual le salía todo, los azulgranas se vinieron abajo y encajaron cinco goles en nueve minutos para irse al descanso con 8-0. La segunda parte fue más relajada y el Madrid no buscó la portería con tanto ahínco, aunque marcó tres goles más, mientras que Martín, al final del encuentro, marcó el llamado gol del honor para los azulgranas, con el cual se cerró el 11-1.

El once madridista que logró el 11-1 el partido de vuelta: Marza, Moleiro, Querejeta, Pruden, Ipiña, Barinaga, Botella, Alonso, Corona, Sauto y Alsua.

La eliminatoria había sido polémica y la eFderación intento de cortar cualquier atisbo de enfrentamiento en declaraciones de ambos lados, pero su reacción fue excesiva. Multó primero al Real Madrid con 2.500 pesetas (15 euros) por la actitud de sus hinchas, a lo que se sumo otra multa doble para ambos equipos de 250.000 pesetas (1.500 euros). Aquello sentó mal en Barcelona y Enrique Piñeyro, presidente azulgrana, presentó su dimisión. En Madrid tampoco gustó la multa. Además, a esto se le sumo el extraño suceso de la final de Copa posterior. En pleno mes de junio, y tras días sin llover en la capital, el césped del Metropolitano apareció encharcado como si hubiera habido una riada. Nunca se supo quién ordenó regar el campo, que benefició al Athletic Club, rival madridista y mas acostumbrados a ese tipo de terrenos de juego, que se impuso sobre los blancos. En la presidencia madridista tampoco marchaban bien las cosas y Antonio Santos Peralba presentó su dimisión.

Por aquel entonces se intentó mostrar esta dimisión como reflejo de la sucedida en Barcelona, pero cada una tenia su sentido. Pyñeyro, quien llevaba en el cargo desde 1940, había dimitido en 1942 pero la autoridades de de la época, que prevalecían sobre los socios, no le dejaron irse. En esta ocasión aprovechó para dejar el cargo y la renuncia le fue aceptada. Peralba también había presentado su dimisión antes de la eliminatoria ante el Barcelona y es que sus quehaceres personales le dejaban cada vez menos tiempo para el club, necesitado de profundos cambios.

2. El acuerdo

Con el paso del tiempo, se tejió desde Barcelona una serie de excusas para intentar justificar la derrota. Es a día de hoy la mayor goleada sufrida por el Barcelona a manos del Real Madrid y quizás por eso es la que siempre ha planteado desde el ámbito azulgrana la mayor cantidad de dudas sobre los motivos que dieron lugar a tal resultado. Nadie de ellos, sin embargo, intenta buscarle tres pies al gato al 12-1 que el Athletic Club le endosó al Barcelona en febrero de 1931, ni al 11-1 del Sevilla en septiembre de 1940, o al 8-2 del mismo Madrid en febrero de 1935, ni al 8-0 del Sevilla en abril de 1946. Solo se plantean dudas sobre aquel 11-1 de Copa. Los pretextos fueron variados y el más generalizado es que ‘alguien’ entró en el vestuario para amedrentar y amenazar a los jugadores azulgranas para que estos se dejaran ganar. Si uno revisa a los diversos autores barcelonistas que ‘narraron’ este hecho, comprobará que la variedad de datos es espectacular. Unos dicen que fue antes del partido, otros que en el descanso (con 8-0 se les ‘presionó’ para que no remontaran…); unos que si fue un jefe de policía, otros un Guardia Civil, los de más allá que fue el propio general Moscardó… Otro motivo para justificar la goleada fue que Luis Miró, portero azulgrana, tuvo que estar casi todo el encuentro fuera de la portería, para protegerse del lanzamiento de piedras del publico.

Nogues, entrenador azulgrana, hablando sobre el 11-1.
Nogues, entrenador azulgrana, hablando sobre el 11-1.

La variedad de excusas era para demostrar que si los jugadores no ganaron no fue por su juego, sino por orden superior o elementos ajenos al deportivo. Lo curioso es que, si las altas esferas se tomaron tantas molestias para que el Madrid ganara, ¿por qué luego la final la perdió ante el Athletic? ¿Por qué era la segunda final de Copa tras la guerra que perdía el Real Madrid? Otra de las falsedades más habituales es atribuirle a Teus frases que nunca publicó en su artículo del YA para, de esta forma, hincharse de razón. Quien lo tuvo claro fue Nogues, entrenador azulgrana, al hablar con la prensa al final del encuentro. No busco excusas fuera de lo deportivo. Con el paso de los años el discurso se siguió basando en los extradeportivo, aunque alguno de los protagonistas se salió de la linea oficial. Lo cierto es que quizás el que más claro habló sobre ese partido fue José Escolà, que jugó aquel día y en total durante diez temporadas en el Barça. En diciembre de 1995 fue visitado por el periodista Miguel Vidal, a quien le dio una explicación más sencilla de aquel 11-1: «El Real Madrid nos ganó bien. Nos dio un auténtico baño. No hay excusas: nosotros jugamos de manera catastrófica».

3. La pipa de la paz

Las dimisiones de los presidentes motivaron la aparición de nuevas juntas directivas en ambos clubes. Estas intentaron, en parte por recomendación de altas instancias políticas, restablecer de una manera modélica las relaciones casi rotas entre ambos equipos. La manera mas fácil era organizar un duelo de partidos amistosos que sentaran las bases para una futura relación cordial entre Madrid y Barcelona. Santiago Bernabeu, quien fue elegido presidente madridista en septiembre de 1943, escribió una carta a su homologo azulgrana, José Antonio de Albert Muntadas, para restablecer relaciones. La forma elegida fue la celebración de sendos partidos en cada ciudad.

Homenaje a Monjardín.

Con la excusa de un homenaje a Juan Monjardín, histórico delantero madridista en los años 20 y retirado hacia mas de una década, se organizó el primero de los dos amistosos a finales de octubre de 1943. El gobierno estaba muy atento sobre estos amistosos y quiso que fueran ante todo modélicos y un ejercicio de simpatía y agasajos, no solo entre los clubes, sino también entre las ciudades. El teniente general Moscado, a la sazón delegado nacional de Deportes, anunció ante la prensa, en los días previos al encuentro, que esperaba que el Barcelona fuera recibido por el alcalde de Madrid, así como detalló parte de la visita que iba a realizar el conjunto azulgrana por la capital. Finalmente la directiva madridista, junto al capitán Ipiña y el entrenador Encinas, hicieron de cicerones de los azulgrana por Madrid y alrededores: una proyección en el cine, teatro, visita al Alcázar de Toledo, Hipodromo de la Zarzuela, comidas… Todo se preparo a conciencia, ademas de ser profusamente exhibido para dar muestra de la cordialidad y fraternidad entre ambos equipos.

En la visita a la alcaldía de Madrid, Alberto Alcocer también puso su grano de arena: «Estáis en esta casa, que es vuestra casa, y en este Madrid, que sea o no vuestro pueblo, es la ciudad abierta y acogedora para todos. Salid a jugar una y mil veces mas, y tened aquí idéntica confianza que si pisarais la pista de vuestro propio terreno». El punto culminante, a nivel deportivo y sin ser el encuentro, fue la celebración en el estadio de Chamartín de un entrenamiento conjunto. Fue un paso inédito y que no se ha vuelto a dar. Aquello no se trato del típico calentamiento antes del partido, sino una sesión previa en toda regla en la cual los jugadores estuvieron incluso mezclados durante gran parte del mismo. Cada uno vestidos con los colores de su equipo, primero hicieron una carrera continua bajo la atenta mirada de Encinas y Nogues, entrenadores blanco y azulgrana respectivamente. Posteriormente realizaron diversos ejercicios físicos sobre el césped antes de pasar a tocar el balón aunque sin jugar un partidillo entre ellos. Esto ultimo hubiera sido una gran alegría para los aficionados que habían acudido al entrenamiento, pero finalmente no se dio tal circunstancia. Al finalizar la sesión ambas plantillas posaron mezcladas para que los reporteros gráficos dejaran constancia de aquel gesto de amistad.

jugadores de ambos equipos posando en el césped de Chamartín: Arriba: Escolá, Rosalench, Tormo, Barinaga, Martín, Pruden, Valero, Balmaña, Huete, Marza, Alday, Encinas, Nogues. Agachados: Bañón, Curta, Galvany, Cantero, Elias, Raich, Betancourt, Corona, Cesar, Ipiña, Alsua, Arzanegui y Elias.

El encuentro finalmente se jugó, en un día lluvioso y sobre un terreno de juego embarrado que restó publico a la hora del pitido inicial. Juan Monjardín, quien fuera el primer internacional con España vistiendo la camiseta del Real Madrid, recibió el saludo y regalos por parte de los dos conjuntos antes del pitido inicial. Pese a las inclemencias del tiempo y cómo estaba el terreno de juego (hubo aguaceros durante el partido) ambos equipos dieron un buen espectáculo que finalizo con empate a uno. Por los blancos marcó Chus Alonso y por los azulgranas Betancourt, con un gran ambiente del público que resistió ante la lluvia. Por el precio de la entrada, los espectadores también pudieron ver una carrera de atletismo, al borde del césped, durante el descanso del partido.

La devolución de la visita se realizó apenas dos meses mas tarde, a finales de diciembre, en el viejo campo de Les Corts, en el cual los culés aprovecharon para homenajear a su jugador Antonio Franco. La hospitalidad barcelonesa fue similar a la madrileña. Se visitaron las instalaciones de Les Corts, y otras que tenían los azulgranas en la ciudad, se acercaron al Monasterio y a la basílica de Montserrat, se organizaron ágapes…. En cuanto al encuentro esta vez no hubo tanta igualdad en el marcador y los barcelonistas golearon por 4-0 a los madridistas, en otro buen partido de ambos equipos. El ambiente en Les Corts fue magnifico y el publico se comportó de manera correcta, como en Madrid. El presidente azulgrana entregó a los jugadores madridistas un reloj de pulsera, en recuerdo de la visita, mientras que al club madridista se le entregó una copa. Aquellos dos partidos cerraron uno de los mayores enfrentamientos entre ambos equipos. Quiso ser el inicio de una relación mas cordial y sin menos tensión, al menos fue la intención de las directivas y de las autoridades. Sin embargo fue un oasis que duro cierto tiempo antes de volver a las tensiones habituales de los dos grandes rivales del fútbol español.