Stamford Bridge y los últimos partidos de Puskas

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El futbol tiene sus peculiaridades. Chelsea y Real Madrid son clubes centenarios y sin embargo, hasta esta misma década, solo se habían enfrentado entre si, de manera oficial, en finales de competiciones. La primera vez en 1971, cuando ambos equipos viajaron a El Pireo (Atenas) para jugar la final de la Recopa. En aquellos años donde aún no se estipulaba el lanzamiento de penaltis para desempatar un encuentro, se jugaron dos partidos para determinar que el conjunto inglés fuera el ganador del trofeo. En el primero empataron 1-1, con goles de Osgood y Zoco, este último a un minuto del final, para jugar dos días después el partido de desempate que finalizó con victoria londinense por 2-1 (Dempsey y Osgood; Fleitas).

Tuvieron que pasar casi tres décadas para que volvieran a verse sobre el césped, en este caso en Mónaco. En juego, la Supercopa de Europa. Y el destino del trofeo volvió a ser Londres. Un gol del uruguayo Poyet daba la victoria al conjunto blue. En un siglo, sólo tres encuentros entre ambos y siempre en campo neutral. Y sin embargo, cuando esta semana el conjunto blanco visite Stamford Bridge, sera la tercera temporada consecutiva que lo haga en esta década, siempre en una eliminatoria de Champions League. Las cosas del fútbol. Si revisamos los partidos oficiales la estadística nos dice esto, pero si añadimos los partidos amistosos vemos que en noviembre de 1966 el Real Madrid sí jugó en Stamford Bridge. Aunque en un estadio muy diferente, tras las remodelaciones efectuadas, del que visitará esta semana.

Ron Harris y Puskas (Chelsea-Real Madrid 66-67)
Ron Harris y Puskas intercambian banderines (Chelsea-Real Madrid 66-67).

Por aquel entonces, Puskas ya no entraba en los planes de Miguel Muñoz. La temporada anterior, la 65-66, apenas había contado para el técnico madridista aunque seguía teniendo su pierna siempre a punto. Entre Liga, Copa y Copa de Europa había logrado diez goles en los catorce partidos oficiales que jugó. Al término de la temporada, Bernabéu decidió renovar por un año mas a Puskas, pero más como un gesto concebido como pago por los servicios prestados que por necesidad real de tenerle en la plantilla. El propio jugador reconocería años después que esa temporada podía entrenar a su antojo, sin estar sometido como el resto de sus compañeros a la disciplina. 242 goles en 262 partidos oficiales, con cuatro trofeos Pichichi, le conferían ese privilegio.

Con estos antecedentes estaba claro que algún partido iba a seguir jugando, aunque no fuera de manera oficial. El Real Madrid tenía la costumbre de disputar partidos amistosos durante la temporada. Ya fueran lejos de la capital, como el caso de Londres para disputar un partido benéfico; bien por España, donde el club era requerido por provincias y se enviaba a un equipo mezcla de titulares y suplentes; o bien los partidos entre semana en el Bernabéu, donde equipos de Segunda División, o aún inferiores, pasaban por la capital y aprovechaban para enfrentarse a un Real Madrid que probaba en esos encuentros a jugadores a la vez que daba minutos a suplentes o a titulares que salían de lesión.

Aquellos eran buenos encuentros para el húngaro. Rivales poco exigentes y público que podía disfrutar aun de los últimos minutos del goleador. Dentro de esta fórmula, Puskas jugó varios partidos. Además del mencionado de Londres, visitó el desaparecido estadio de San Juan para enfrentarse al Osasuna, y también el estadio de la Falange, hogar en esos años del CD Almería. En casa fue más habitual verle, también mas cómodo para él, enfrentándose al Hamburgo (en el homenaje a Emilio Santamaría), Cádiz, Castellón, Tenerife, Algeciras, Indachu, Constancia, Badalona y Mestalla. En total fueron doce partidos que le sirvieron para marcar ocho goles.

Puskas
Pancho Puskas.

Sin embargo estos no fueron los últimos minutos de Puskas sobre el césped del estadio madridista. Bernabéu había aprobado en Asamblea la concesión de un encuentro homenaje al delantero y éste llegó en mayo de 1969. El rival elegido fue el Rapid de Viena, quien había eliminado ese año al equipo madridista de la Copa de Europa, y la hinchada blanca no defraudó. Mas de 80.000 personas asistieron a los últimos trece minutos de Puskas vistiendo la camiseta blanca. Feliz y contento, el húngaro era consciente de que una etapa gloriosa había acabado: «La fiesta ya termina, desgraciadamente. El tiempo no perdona. Y con el tiempo no se puede luchar. Estoy escuchando los últimos aplausos de este queridísimo público». Un público que no falló; dos dias despues, no llegaron a 60.000 personas las que presenciaron en el Bernabéu el Milan y Ajax que era la final de la Copa de Europa en el estadio madridista. Un claro ejemplo de lo hondo que caló Pancho y de lo querido que fue.

Puskas examina su carrera deportiva en fotos
Puskas examina su carrera deportiva en fotos.
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Con mi Insignia de Plata en un lugar privilegiado e intentando llegar a la de Oro, nada se puede comparar a la 7ª cuando uno ha sufrido todas las decepciones europeas de la segunda mitad de los 80. Abuelo, lo que hubieras disfrutado con los 11 de blanco, ya tenemos el doble de Copas de Europa desde que te fuiste y aquí seguimos, disfrutando y recordando a todos aquellos que de una u otra manera han hecho posible que seamos lo que somos.