Entiéndelo tú

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Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, la humildad es la virtud que consiste en conocer las propias limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a tal conocimiento. Tal definición nos permite señalar como una persona humilde a aquel que no hace ostentación de sus virtudes. Justo lo contrario de lo que se ha podido constatar durante los últimos días a través de los mensajes que el Atlético de Madrid ha hecho públicos a través de sus medios oficiales con una obstinada y poco inteligente insistencia. Porque hay que ser todo lo contrario a humilde cuando decides monopolizar y apropiarte de valores como el esfuerzo, la rebeldía, el espíritu de equipo, saber ganar, saber perder, orgullo, felicidad… El boato rojiblanco que ha adornado la previa a la clasificación para la final de Cardiff ha revelado la absoluta carencia de ese tipo de valores, escenificando una absurda petulancia y provocando con el lema de “No lo pueden entender” una deriva de comportamiento egocéntrico que, en términos psicológicos y futbolísticos, sólo puede estar vinculado a la arrogancia, el exhibicionismo y la ambición.

Nadie en la historia del fútbol ha conseguido construir una leyenda de éxito y títulos a lo largo de su historia como el Real Madrid. La obsesión por ganar cada partido y cada competición le ha llevado a vivir los momentos más duros que cualquier sociedad está en condiciones de soportar. Porque no ganar se ha admitido entre el madridismo como una obligación de reconocer el fracaso de no haber sido los mejores. Aquello por lo que la leyenda de este equipo se ha extendido por  los cinco continentes. Ser el mejor y ganarlo todo porque no se entiende mejor manera de honrar la camiseta, el escudo y la memoria de quienes hicieron del Madrid el mejor equipo del mundo. Y lo hicieron porque ganaron. Por dejar claro que el orgullo de darlo todo en el campo era una permanente obligación y no una folclórica exhibición de consignas. Y por dejar aún más claro que la felicidad de sentirse madridista también está profundamente arraigada en los tiempos en los que, lejos de ganar, esa camiseta se inundaba de sudor y sangre por la sencilla razón que no había otro camino para recuperar la gloria de la victoria. Eso es rebeldía. Eso es saber ganar y saber perder. Eso es equipo. Eso es humildad. Eso es orgullo de verdad. Eso es el Real Madrid. Entiéndelo de una vez.

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Lo importante no es el tamaño del perro en la pelea. Lo importante, lo verdaderamente importante, es el tamaño de la pelea en el perro. Y yo tengo muchas ganas de seguir ladrando.