ALA 1 – 2 RM: El Madrid sigue necesitando un enterrador

Dos goles de Ceballos le dan el triunfo al Madrid en casa del colista. Los de Zidane, sin Modric ni Bale, no supieron cerrar el partido. Dos tiros al palo de un Cristiano que sigue sin ver puerta

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Ceballos celebra el primero de sus dos goles al Alavés
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Ganó el Real Madrid en Mendizorroza, así que el equipo de Zidane sigue siendo, como se decía antaño, el buen esposo. Se deja en casa lo que consigue fuera. Un doblete de Dani Ceballos al Alavés fue suficiente (1-2) para que los madridistas se embolsaran los tres puntos y ahuyentaran, por unos días, los malos augurios ligueros, pero los nubarrones siguen acechando al equipo blanco, y por muchos motivos. Sobre todo, porque es incapaz de enterrar a sus adversarios, fallando una ocasión tras otra.

No fue un buen partido del Real Madrid, que sigue jugando a un ritmo lentísimo, concediendo muchísimas ocasiones a sus adversarios y necesitando de mil remates para conseguir embocar alguno. Zidane decidió rotar a Bale y Modric pensando en el compromiso del martes en Dortmund, pero el once tan trastabillado que sacó no le brindó al Real Madrid un juego fluido. Todo lo contrario. Ronaldo apenas participaba, Asensio más de lo mismo y sólo Isco dejaba de vez en cuando algún destello. Ceballos, muy bien en el corte y confección, paliaba a su vez el mal día de un Casemiro desconocido.

El Alavés salió mandón, aprovechando la habitual caraja madridista en el arranque de los partidos, pero tras un par de avisos con más ánimo que puntería, Ceballos aprovechó un rebote en la frontal para embocar un tiro raso a la derecha de Pacheco y subir el 0-1. Un gol que, en condiciones normales, debería haber servido para espantar la taquicardia de un equipo necesitadísimo de puntos, el Madrid, y para que el adversario se reclinara aún más en el diván del psiquiatra ante su incapacidad para lograr un buen resultado. Pero no fue así. Ni mucho menos.

El Alavés siguió a lo suyo. El balón no le duraba ni un segundo, pero tenía muy claro que la espalda de Ramos era una autovía. Así que intentó por todos los medios buscarla. Sin tino, claro, porque el equipo vasco da para lo que da. Pero lo intentó. El Madrid parecía controlar la situación, rondaba el segundo con la habitual falta de acierto en el remate… y empató el Alavés, en una contra en la que Sergio Ramos, quién si no, dejó demasiado espacio para que Munir metiera un centro al punto de penalti y Manu, llegando como un avión, cabeceara con enorme potencia.

No hubo tiempo para que el Alavés celebrara la gesta. Ceballos, otra vez él, recogió un rechace tras una obstrucción de Maripán a su portero, Pacheco, y fusiló el 1-2 a placer. Eso sí que tenía que ser la puntilla. Pero no. Este Madrid no sabe enterrar a nadie. O aprende rápido o esta temporada se le va a hacer eterna.

Porque mira que echó paladas en el segundo tiempo sobre el nicho (figurado) del Alavés. Poste de Cristiano, otro palo de Ronaldo, un par de forcejeos en el área que pudieron ser señalados como penalti, un gol anulado a Ramos por una clara falta en el primer palo del siete madridista… Pero nada, no había forma. Entre el gol anulado y un codazo de Manu a Lucas Vázquez, que fue fortuito pero pareció mucho más roja que amarilla, parecía que hasta Undiano se posicionaba para que aquello terminara en tragedia.

Pero no hubo tragedia. Con el Alavés cargando a las órdenes de Medrán, el que más cerebro le puso al asunto de los dos equipos, los babazorros replicaron los dos postes de Cristiano con dos remates que corrieron la misma suerte: dos palos del recién entrado Pedraza, que aportó más que Unai y Burgui juntos. El agua llegaba al cuello, porque si no sentencias sueles pagarlo. Pero no hizo falta, porque el Alavés no tenía la moral suficiente para creérselo de verdad. Sí, son tres puntos. Pero o el Madrid encuentra a alguien que rellene con arena las tumbas de sus adversarios o la Liga se va a hacer eterna.

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Yo vi jugar a Del Bosque, así que llevo unos cuantos años yendo al Bernabéu. Socio desde 1986, mis recuerdos van ligados al Madrid del Di Stéfano entrenador, el de los cinco subcampeonatos, que me forjó en madridismo ante los malos tiempos, y al de la Quinta del Buitre, la poesía y las pelotas hechas fútbol. Desde 1996 dando la barrila en esto del periodismo deportivo, aunque hace años que es mi hobbie y no mi profesión.