18 años del primer Mundialito

Esta semana se cumple el décimo octavo aniversario del primer Mundial de Clubes: participó el Real Madrid y fue cuarto. En aquel momento era la casa de los líos, pero en mayo ganó la Octava...

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Karembeu, Roberto Carlos y Guti, expulsados ante el Raja
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Tras el final del año mas glorioso de la historia del Real Madrid en cuanto a numero de títulos, culminado con el trofeo del Mundial de Clubes celebrado en los Emiratos Árabes Unidos, es buena ocasión para recordar el primero de estos campeonatos en el que participó el Real Madrid, y del cual se cumplen esta semana 18 años.

La temporada 99-00 comenzó con grandes ausencias en el reciente pasado madridista. Panucci, Suker y sobre todo el héroe de la Séptima, Mijatovic, entre otros, abandonaban el club para dejar paso a las nuevas incorporaciones como McManaman, Míchel Salgado, Iván Helguera, Geremi, Julio César, Iker Casillas o el flamante y costoso Anelka. Al mando de todo estaba John Benjamin Toshack, quien había reemplazado a Guus Hiddink a mitad de la temporada anterior. A excepción de las dos primeras jornadas, victoria en Mallorca y en casa ante el Numancia, el inicio liguero fue desastroso para el Madrid: encadeno ocho jornadas consecutivas sin ganar. Lo mismo jugaba partidos bastante buenos como el 2-2 en el Camp Nou con Raúl mandando callar al estadio, que el Oviedo le mostraba sus vergüenzas en casa y casi les ganaba, o sufría en el Pizjuan empatando a falta de nueve minutos. Para rematar la faena, a finales de octubre el Atlético se paseó por el Bernabéu remontando el 1-0 inicial de Morientes y en apenas media hora colocaba un 1-3 en el marcador para mayor humillación local: había que remontarse 50 años para ver que el Atleti remontaba un partido en Chamartín. Era la décima jornada y el club blanco estaba a tres puntos del descenso y a diez del lider, el sorprendente Rayo, precisamente el siguiente rival madridista.

Agua encima de la espalda del pato

Las aguas bajaban tormentosas por el vestuario blanco. Parte de la plantilla no estaba a gusto con el entrenador y Lorenzo Sanz, que quería ratificar al gales en el cargo, esperaba una racha favorable para hacerlo, pero ésta no llegaba. En la previa del enfrentamiento ante el Rayo comenzaban los rumores acerca de la continuidad del técnico. Toshack, que no era hombre de callarse, declara que sabían que le podían echar pero que también había once jugadores que tendrían parte de culpa en aquello. Para colmo, en el entrenamiento posterior al derbi en la Ciudad Deportiva el galés puso a los jugadores a realizar un rondo pegados a la grada, donde había un centenar de aficionados que les increparon. Antes de Vallecas, el Madrid viaja a Noruega en Champions y derrota 0-1 al Molde con un equipo de suplentes y se clasifica como primero de grupo, a la par que el galés deja una de sus frases memorables acerca de los rumores de su cese y sus futuribles sustitutos: «No me influyen los rumores, es como el agua encima de la espalda del pato». Así se llegaba a la visita al estadio de la Avenida de la Albufera.

Los «once mismos cabrones»

Toshack y Sanz

La primera parte de Vallecas es desastrosa. Antes de la media hora el Madrid pierde 2-0. Ya no era sólo la derrota, sino la imagen que ofrecía el equipo. Al comienzo de la segunda parte el galés cambia a Karanka por Guti y nada más comenzar Morientes recorta distancias, quien al rato sera expulsado por llamar «cagón» al arbitro. A partir de ese instante el Madrid parece otro. Apareció Raúl, que provocó un penalti que transforma Hierro, vio cómo le anularon un gol y marcó el definitivo 2-3 a falta de cinco minutos. Parecía que Toshack ganaba tiempo. En la rueda de Prensa posterior reconoce que los goles que encaja el equipo son para llorar y que tienen un problema en la portería, dando un buen palo al portero, Albano Bizarri, que además había fallado en el segundo gol. El argentino prefiere no contestar, aunque quien lo hace es el histórico portero blanco Miguel Ángel, que había sido preparador de porteros en el club hasta el final de la 98-99 y ese momento era el director de las instalaciones de la Ciudad Deportiva.

En una carta abierta proclama que los porteros no tienen una preparación especifica desde la marcha de Fabio Capello y que la culpa de los goles no es solamente de ellos. Poco después se suma Hierro al circo de las declaraciones y relata que alguien ha roto el pacto de vestuario para decir unicamente las cosas en privado, en clara alusión al galés, a la par que apoya a Miguel Ángel y a su carta abierta. Las palabras de Toshack sobre la plantilla («Los lunes siempre pienso en cambiar a diez jugadores. Los martes, a siete u ocho. Los jueves, a cuatro. El viernes, a dos y el sábado ya pienso que tienen que volver a jugar los once mismos cabrones») tampoco ayudan a calmar los ánimos.

Un cerdo volando sobre el Bernabéu

Todas estas declaraciones sientan mal a Lorenzo Sanz. El presidente intenta poner orden y paz, pero no lo consigue. El circo mediático no cesa, en parte porque la Liga se detiene debido a que la Selección juega sendos amistosos ante Brasil y Argentina, mientras que se suceden las encuestas, opiniones, entrevistas a extrenadores blancos… Para rematar, Toshack, no se sabe si para reafirmar su autoridad, provocar su despido o ambas cosas, se suelta la lengua en la Prensa tras haber hablado con Sanz pese a que este le habia pedido silencio, y antes de que éste se reúna con la plantilla. Asegura que lo que dijo tras Vallecas estaba meditado y basado en lo que había visto sobre el césped, aseveraba que no había roto ningún pacto por que no había llegado a ninguno con nadie y que no iba a soportar que le quitasen la autoridad. Como frase lapidaria, y a la postre de las mas famosas, aseguraba que «es más fácil ver un cerdo volando sobre el Bernabéu a que yo rectifique». Lo que Iván Campo define en rueda de Prensa, que visto todo esto desde fuera parece una casa de locos, confirma la evidencia.

Pañolada tras la derrota 1-5 ante el Zaragoza

Tras ver las declaraciones, el presidente blanco opta por destituir al galés en un intento de atajar conflictos. Corta por el eslabón débil y se posiciona junto a la plantilla, pese a que es amigo personal del técnico. Como solución temporal al banquillo se piensa en un hombre de la casa, Vicente Del Bosque, que en esos momentos era el coordinador del fútbol base en el Real Madrid. Le ayudará otro hombre de la casa, Toni Grande. Los comienzos de Del Bosque en Liga no fueron buenos: no consigue ganar ninguno de los primeros tres partidos y aumenta a seis partidos ligueros consecutivos la serie histórica de partidos sin ganar en casa. El 1-5 del Zaragoza es un golpe durísimo. Gran cantidad de publico abandonó el estadio antes de finalizar, otra gran parte se vuelve contra el palco y los gritos de «Lorenzo dimisión» inundan el final del partido. A la salida, un grupo numeroso de aficionados espera el autobús de los jugadores para increpar a los futbolistas. El Madrid se pone a un punto del descenso en la 14ª jornada de Liga. Las tres jornadas ligueras hasta que acaba el año mejoran algo: se empata en Santander, se derrota al Español y se vence en Vitoria.

Viaje a Brasil

Con el inicio del nuevo año, el Real Madrid ponía tierra de por medio con los problemas domésticos y viajaba a Brasil, donde tenia cita con el Mundial de Clubes de la FIFA. Estos querían ampliar mercados y pensaron en reemplazar la Copa Intercontinental que organizaban la UEFA y la Comenbol, abriéndolo al resto de campeones continentales. Para ello idearon juntar a los Campeones de Europa, Sudamérica, Norteamérica-Centroamérica, África, Asia y Oceanía en un torneo al cual invitaron al campeón liguero del país organizador, en este caso Brasil, y al Real Madrid como Campeón de la Intercontinental de 1998. Los ocho equipos se dividieron en dos grupos de cuatro, uno en Sao Paulo y otro en Río de Janeiro. El Real Madrid quedó encuadrado en Sao Paulo junto a Al-Nassr, Raja Casablanca y Corinthians, mientras que en Río lo hicieron el Manchester United, Vasco de Gama, Nexaca y South Melbourne.

Pese a que a priori el torneo podía parecer buena idea, desde el principio se vio que estaba inmerso en problemas, fallos y dudas. El Madrid acudió mas por el dinero que le iba a reportar que por ganas: sabía que en este torneo tenía más que perder que ganar. El Manchester por su parte viajaba obligado, como reconoció su presidente, por el gobierno inglés para de esa forma apoyar la candidatura inglesa al Mundial del 2006. Para mas inri, el equipo ingles tuvo que renunciar a disputar la histórica FA Cup, de la que era el vigente campeón, ya que coincidía en fechas con este torneo. A todo esto hubo que sumarle problemas de organización y de poco seguimiento por parte del público local.

Primer gol de Anelka

XI inicial ante el Al Nassr

El Real Madrid llegó a Brasil sin los lesionados Illgner y Julio César, además de con la ausencia de Seedorf, que había sido traspasado en diciembre al Inter como medida recaudatoria para tener liquidez en la entidad. También viajaba el exjugador José Martínez Pirri, quien había sido recientemente designado como Mánager General de la entidad blanca. El sorteo deparó que el primer rival del Madrid fuera el Al Nassr el 5 de Enero. Un equipo del cual Del Bosque desconocía todo llegando a decir que jugar contra ellos iba a ser como tirar un penalti. Aquel día el Madrid formo con Casillas, Salgado, Hierro (Karanka 74’), Karembeu, Roberto Carlos, Geremi, Redondo, Guti (McManaman 67’), Savio (Sanchis 72’), Raúl y Anelka. El partido no tuvo mucha historia y el Real Madrid derroto por 3-1 al conjunto saudí con goles de Anelka, Raúl y Savio. El francés lograba de esta manera, por fin, su primer gol oficial con los blancos, después de varios meses en el equipo y de dudas acerca de su contratación. Como curiosidad, menos de mil personas asistieron al encuentro en un estadio, Morumbí, que tenía capacidad para 60.000. Parecía que el torneo no iba a tener mucho tirón mas allá de los equipos brasileños.

Anelka, sentando a Dida

Dos días más tarde llegaba el gran enfrentamiento del grupo: el Real Madrid-Corinthians. Del Bosque hizo jugar de inicio a los mismos del primer partido en un estadio que esta vez sí presentaba un gran colorido. El Madrid dió una buena imagen, pese a que al gol inicial de Anelka lo remonto Edilson con dos tantos. Aun así, en la segunda parte el Madrid se hizo el dueño del partido y empató por medio de una gran jugada entre Raúl y Anelka, que el galo alojó en las mallas tras dejar sentado en un regate al portero luego milanista Dida. Incluso pudo ganar el partido puesto que poco después Anelka, el hombre del partido, dispuso de un penalti cometido sobre Savio, pero lo falló. El 2-2 final dejó un sabor amargo a tenor de lo visto en el césped y sobre todo tras comprobar que el pase a la final sería, si tanto Madrid como Corinthians ganaran el tercer partido, para el conjunto que tuviera mayor diferencia de goles. En otro alarde de organización, los dos favoritos no jugarían al mismo tiempo en la ultima jornada, de tal forma que los brasileños saldrían al campo sabiendo el resultado del Madrid.

Victoria con tres expulsados ante el Raja Casablanca

Karembeu, Roberto Carlos y Guti, expulsados ante el Raja

Para el tercer partido Del Bosque hizo jugar a Casillas, Salgado (Karanka 80’), Hierro, Karembeu, Roberto Carlos, McManaman (Geremi 45’), Redondo, Guti, Savio, Raúl y Anelka (Morientes 37’). Pese a que priori se podía esperar un partido sencillo y una goleada, sucedió todo lo contrario. Los marroquíes se adelantaron con un gol de cabeza y plantearon problemas a los madridistas, que tan solo pudieron remontar en la segunda parte al marcar Hierro y Morientes, que había suplido a Anelka, lesionado. El Madrid no terminaba de despegar y los marroquíes, en un partido bronco, consiguieron empatar al cuarto de hora de la segunda parte. Poco después llego la polémica. Tras haber pitado el arbitro una falta, Roberto Carlos agrede a un marroquí que estaba dando toquecitos al balón mientras perdía tiempo, por lo que el arbitro le expulsó con roja directa. Se armo un pequeño lio donde también Guti tuvo sus mas y sus menos con otro marroquí y ambos acabaron expulsados. El Madrid afrontaba con nueve hombres más de media hora de partido en busca de ganar y golear. El Raja dispuso de ocasiones pero no fue capaz de acertar ante el marco de Casillas. Casi al final del partido, Karembeu fue expulsado por doble amarilla y aún así, con ocho hombres en el campo, Geremi consiguió marcar el gol que daba la victoria al Real Madrid por 3-2. Quedaba la esperanza de que el Corinthians no fuera capaz de ganar, pero no fue así y pasó a la final.

El Madrid, al quedar segundo, jugaría cuatro días más tarde el partido de consolación ante el Necaxa, que se había clasificado por detrás del Vasco de Gama y por delante del Manchester United. La permanencia en Brasil supuso casi un castigo para los jugadores al tener que jugar un partido que no servía para nada. La Prensa aprovechó y cargó con dureza sobre la plantilla, dada la imagen mostrada en el torneo ante los equipos menores. Con estos mimbres y con varias bajas (Anelka fue operado de rotura de menisco) Del Bosque presentó un equipo poco habitual en el histórico estadio de Maracaná: Bizarri, Geremi, Hierro (Ivan Campo 50’), Karanka, Dorado, Sanchis, Helguera, McManaman, Savio (Ognjenovic 50’), Raúl (Etoo 65’) y Morientes. Pronto se adelanto el Madrid, por medio de Raúl, y se limito a controlar el partido. Del Bosque, que pensaba en los siguientes compromisos ligueros, introdujo más cambios. El Necaxa logró empatar y se llegó una innecesaria tanda de penaltis, en la cual los mexicanos se impusieron por 4-3. El experimento de la FIFA resultó un fracaso en su conjunto y en concreto para el Real Madrid.

De vuelta a la realidad, la Octava

A la vuelta el Madrid siguió su camino irregular en Liga, aunque escalando posiciones, mientras que se centraba en la Copa de Europa. En la segunda fase de grupos logró clasificarse por los pelos al tener mejor gol average tras igualar a puntos con el Dinamo de Kiev y tras recibir sendas goleadas del Bayern de Munich, 2-4 aquí y 4-1 allí. En cuartos de final una noche mágica en Old Trafford, con Redondo sentando cátedra, devolvía a los blancos la esperanza, llegando a semifinales donde se cruzaba la bestia negra alemana. Allí apareció a quien menos se esperaba, Nicholas Anelka, para marcar en ambos partidos y dar el pase a la final de París. En la Ciudad de la Luz, como en 1956, el Madrid volvió a ser grande y goleó 3-0 al Valencia consiguiendo la Octava Copa de Europa.