Pocas veces se disputa en el mundo del fútbol un partido con tintes tan amargos como el que se presenciará la tarde de hoy (16:00) entre Bélgica e Inglaterra por la conquista de la tercera plaza del Mundial de Rusia. Una final de consolación nada habitual en el fútbol europeo, continente de donde son los dos combinados enfrentados, pero que acostumbra a hacer siempre las delicias del espectador.
Bélgica llega con la sensación de que solo los pequeños detalles le han privado de la clasificación de su primera final de una Copa del Mundo. A pesar de ello, la historia de este combinado no está terminada y pueden lograr su mejor clasificación histórica si someten a la afamada nación insular. En el peor de los casos, si cayesen derrotados igualarían la hasta ahora máxima gesta belga: la cuarta posición de 1986.
La papeleta inglesa, por el contrario, es algo más complicada. A pesar de la superioridad demostrada prácticamente los noventa minutos ante Croacia -no así durante la prórroga- la fe y acierto del equipo de los balcanes birló el billete para la final cuando los ingleses comenzaban a dirigirse al mostrador de facturación. Un muy duro correctivo que deja a esta selección algo más tocada anímicamente que al combinado belga. Sin embargo, tienen la posibilidad de conseguir su primera tercera plaza pues, su única final de consolación disputada (1990), terminó con una derrota en su haber.
Por todo ello el partido de hoy debe de ser disputado por las dos selecciones con la máxima de las ilusiones. Quizá el sueño de hacer a su selección campeona del mundo haya muerto: pero resta todavía que escriban su legado para la historia aunque no vaya a haber una medalla o diploma que lo acredite.
