Han pasado cien días. Justo cien. El pasado 14 de mayo, el Real Madrid derrotaba al Sevilla (4-1) en el Santiago Bernabéu con dos goles de Cristiano Ronaldo. Desde entonces, el Real Madrid ha ganado una Liga, una Copa de Europa, una Supercopa de Europa y una Supercopa de España, sin volver a pisar el coliseo de Concha Espina en un partido en el que el crack portugués pisara el césped. Hoy, esa centena de días después, Cristiano Ronaldo jugará los 90 minutos del XXXVIII trofeo Santiago Bernabéu ante la Fiorentina (22:45, RMTV) y volverá a vestirse de corto delante de su público.
No es moco de pavo. Desde ese 14 de mayo, Cristiano Ronaldo ha marcado dos goles en Vigo y un gol en Málaga, que sirvieron para cimentar la 33ª Liga; dos goles en Cardiff, que certificaron la Duodécima Copa de Europa; y un gol en Barcelona que ayudó a clavar la Décima Supercopa de España; sólo en los 7 minutos que disputó en Skopje ante el Manchester United, en la Supercopa de Europa, se quedó sin mojar. Cinco partidos (si a los ratitos en el Camp Nou y en Macedonia se les puede llamar ‘partidos’) y seis goles. En su línea de siempre.
Durante este tiempo, Cristiano también ha tenido que ver cómo la Hacienda Pública española iniciaba una investigación sobre él, con el habitual juicio paralelo que convierte en carne de cadena perpétua a cualquiera que aparezca con un policía al lado; y también que ver cómo la Agencia Tributaria asaltaba su embarcación de recreo, justo la suya, en busca de unos papeles para trincar al que los alquila. Y aquí sigue, de blanco, pese al cabreo mayúsculo que las dos cosas provocaron tanto en el jugador como en su entorno.
Y durante estos cien días, Ronaldo también ha visto cómo una rabieta por una segunda amarilla estúpida desembocó en un empujón desconsiderado, pero sin ánimo de lastimar, que le dejarán en el dique seco en Liga hasta casi el final de septiembre. Así que hoy, ante la Fiorentina, Cristiano tiene la única oportunidad que le queda durante el próximo mes, su selección aparte, para coger minutos y ritmo competitivo, para evadirse del alarido mediático haciendo lo que le gusta y para congraciarse con su público, una parte de él esperando una respuesta que Cristiano sólo sabe hacer de dos formas, y una implica la otra: marcando goles que valen títulos. Aunque sean trofeos de pretemporada, como el de esta noche.