Un mal negocio y otro aún peor

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Dos Champions consecutivas ha ganado el Real Madrid, una gesta que ningún equipo en este formato que liquidó a la extinta Copa de Europa había logrado antes. Un logro extraordinario, un hito que perdurará a través de los tiempos. Pero ya casi en 2018, con el business mandando en el universo fútbol, si el Madrid alzase al cielo de Kiev la Decimotercera sería un mal negocio. Un éxito deportivo, otra noche de mayo maravillosa para los libros de historia, pero un mal negocio. Porque si el Madrid conquistase su tercera Champions consecutiva su valor de marca perdería varios enteros, por esas paradojas del fútbol moderno. Los nuevos contratos de patrocinio serían a la baja.

No hay más que preguntar a la gente que sabe de esto, del business futbolístico. Si el Madrid gana en Kiev estaría enseñando al mundo que ganar la Champions no es algo extraordinario, sino algo muy parecido a rutina. Y las marcas quieren aliarse con equipos que logren lo imposible. Deportivamente, una alegría inconmensurable. Económicamente, la Decimotercera ahora mismo sería contraproducente. Así lo cacarean todos. Aunque lo que no puede permitirse el Madrid bajo ninguna circunstancia es caer con el PSG en octavos. Eso sí que preocupa a todos los actores tradicionales del fútbol.

Porque ese sería un peor negocio, aún. Si eso sucede, sería el signo inequívoco de que el fútbol del Siglo XXI va a ser el fútbol de los clubes-estado. Que el Real Madrid fuera eliminado por el PSG sería una catástrofe deportiva aunque no tanto económica para el equipo blanco: todos los grandes equipos aguantan una y hasta dos temporadas sin éxitos sobre el verde, pero no más. Si el PSG elimina al Madrid y encima gana la Champions, no será catástrofe económica pero se le parecerá mucho. Pero si el PSG elimina al Madrid y la Champions la gana el Manchester City, no sólo el equipo blanco, sino toda la Liga española, puede darse por jodida. Por muy jodida.

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Yo vi jugar a Del Bosque, así que llevo unos cuantos años yendo al Bernabéu. Socio desde 1986, mis recuerdos van ligados al Madrid del Di Stéfano entrenador, el de los cinco subcampeonatos, que me forjó en madridismo ante los malos tiempos, y al de la Quinta del Buitre, la poesía y las pelotas hechas fútbol. Desde 1996 dando la barrila en esto del periodismo deportivo, aunque hace años que es mi hobbie y no mi profesión.