Miljanic, el último entrenador romántico

El entrenador yugoslavo tenía que enfrentarse a su ex equipo en su primer año en el Real Madrid y con Bernabéu se decidió que no lo hiciera. Antonio Ruiz fue su recambio para ese partido en Belgrado

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Santisteban, Miljanic, Antonio Ruiz y Radisic
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En el fútbol ha sido habitual que los jugadores presionaran a los clubes para bien mejorar su contrato, bien salir hacia otros equipos. Desplantes, lesiones fingidas, declaraciones públicas con salidas de tono o incluso declarándose en rebeldía y negándose a jugar. Y siempre los jugadores fueron conscientes de que tenían grandes bazas de conseguirlo porque era muy raro que el club prescindiera de ellos para evitar pagar la rescisión de sus contratos. En los entrenadores, estas acciones han sido siempre menos frecuentes. Quizás porque, al contrario que los jugadores, estos siempre han sido el eslabón mas débil y por tanto mas prescindible. Sin embargo, en la historia madridista han sucedido algunos casos rocambolescos, como aquel donde un entrenador madridista no quiso viajar para disputar un partido oficial. Y el próximo 19 de marzo se cumplen 43 años de este hecho que vamos a recordar en estas líneas.

El día que Feliciano Fidalgo, en la contraportada de El Pais, preguntó a Di Stefano si Bernabéu fue un dictador, éste lo dejo claro: «Para mandar hay que tener mando, y él lo tenía». El mandatario blanco instauró una gestión muy cercana, y en algunos casos paternalista, en la organización del club. Algo que también se acabó trasladando a los banquillos. Si en los primeros lustros el cambio de entrenador fue común, con hasta ocho entrenadores en diez años y cuatro de ellos para las cinco primeras Copas de Europa, la llegada de Miguel Muñoz cambió por completo la tónica. Casi 14 años estuvo al pie del cañón el madrileño, y sólo un cansancio generalizado, desde el propio entrenador hasta la hinchada, propició su dimisión a comienzos de 1974.

Por aquel entonces algunos exjugadores se integraban en la estructura de las categorías inferiores, con el club entrenándoles con el objetivo de poder promocionar al primer equipo, casos de Gento o Sanchis padre. Sin embargo, el cambio de Muñoz a mitad de la temporada trastocó los planes de un relevo organizado y se optó por un recambio temporal que, en el caso de que saliera mal, no quemara a un futuro técnico. Bernabéu preguntó a Muñoz por su relevo, y éste le indicó a Molowny. El presidente le preguntó al canario si quería aceptar el cargo y El Mangas, según confesaría mas tarde, no se pudo negar. Molowny, que conservaba un gran pasado como jugador del club blanco, tenía experiencia en varias etapas entrenando a Las Palmas, pero no había vuelto a entrenar desde que volvió al Real Madrid en 1971 como adjunto a la dirección técnica. Pese a todo no lo hizo mal y sobrevivió al mal año madridista. Eso sí, recibió el famoso 0-5 de Cruyff y acabó la Liga sin clasificarse para la UEFA pero alzando la Copa del Rey al golear 4-0 en la final al Barcelona y, por consiguiente, un puesto en la Recopa del año siguiente.

A por Miljanic

Tras el mencionado recital culé liguero por Chamartín fue cuando Bernabéu se convenció realmente que había que rehacer el equipo y comenzó la búsqueda mas concreta de un técnico. Las miradas se fijaron en un técnico yugoslavo, Milan Miljanic, que había conseguido éxitos con el Estrella Roja. Además, en esas fechas, como era seleccionador de Yugoslavia, la afición tenía fresca la eliminación de España en la clasificación para el Mundial de Alemania-74. En su búsqueda acudió Agustín Domínguez, secretario del club, y en marzo de 1974, pese a que algún periódico anuncio días antes que estaba cerca del Atlético, el Madrid fichó a Miljanic y le presentó ante jugadores y Prensa.

Miljanic y Molowny, durante la transición.

Con Miljanic llegó un cambio de metodología que hizo actualizarse al Madrid. Hasta aquel entonces las semanas de entrenamiento eran básicas y no pasaban de la recuperación post-partido, entrenamientos suaves y unos partidillos en los entrenamientos. Con Miljanic apareció la figura del preparador físico representada por Srećko Radisic que introdujo grandes novedades en la forma física de los jugadores. Convirtió las sesiones de entrenamiento en largas sesiones físicas, se empezó a hablar y a jugar mas con las tácticas y se estableció una mayor fluidez en la comunicación. Algunos jugadores, caso de Zunzunegui, llegaron a decir públicamente que Muñoz ni les corregía los errores que podían tener en partidos o entrenamientos.

Campeón de Liga y cómodo tránsito europeo

El Madrid comenzó fuerte la Liga y desde la sexta jornada se encaramó al primer puesto de la clasificación. Estuvo imbatido hasta la visita liguera a San Mames, donde perdió por la mínima en la jornada 14, pero que a la postre fue un punto de inflexión que le valió acabar la primera vuelta con tres victorias de ventaja sobre el Zaragoza, su más inmediato perseguidor. Durante la segunda vuelta liguera el Madrid no bajó el ritmo y acabó obteniendo la Liga a falta de cinco jornadas tras empatar 1-1 en el viejo Atocha con un gol de Pirri en el último instante del partido.

En la Recopa comenzó con un rival sencillo: el Fram de Reikiavik. Dos goles de Roberto Martínez en Islandia y un rotundo 6-0 (Santillana, Pirri 2, Netzer, Macanás y Aguilar) en el Bernabéu dejaban en la cuneta al débil conjunto nórdico. En octavos tocó el Austria de Viena, al cual también se eliminó gracias a un 3-0 en Madrid, obra de Santillana, Pirri y Roberto Martínez, y empatando 2-2 en el Prater con los goles de Roberto Martínez y Netzer.

Y de repente, el Estrella Roja. 2-0 en la ida

Como quiera que el bombo y el destino son siempre caprichosos, al Madrid, y por tanto a Miljanic, le tocó enfrentarse con el Estrella Roja de Belgrado para la eliminatoria de cuartos de Final. El técnico de Belgrado afrontaba como rival al equipo de su vida, donde había sido jugador y entrenador, dándole cuatro Ligas y tres Copas de Yugoslavia desde el banquillo. Era un partido con gran carga sentimental para el técnico. Tanto era así que en la previa del partido ya aseguró que, a nivel deportivo, era el trance más duro de su vida.

La ida se jugó en Madrid el 5 de marzo de 1975 y el Estrella Roja acudía tras el parón invernal de su liga, tiempo durante el cual solo tenia como bagaje varios amistosos y un partido liguero ante el Sarajevo antes de viajar a Madrid, con el extremo Dragan Džajić como máxima estrella. Miljanic contaba con todo el plantel madridista a excepción de Pirri, lesionado en el derby madrileño, y Grosso, recién operado, por lo cual formo aquella noche con Miguel Ángel, Camacho, Benito, Del Bosque, Rubiñán, Breitner, Netzer, Velázquez, Amancio (Aguilar, 62′), Santillana y Roberto Martínez (Macanás, 70′), mientras que Miljenko Mihić lo hizo con Petrovic, Djordjevic, Keri, Jevtic, Baralic, Radovic, Ratokovic, V. Petrovic, Jankovic, Antonievic y Dzajic.

El Estrella Roja intentó jugarle al Madrid al contragolpe, pero se topó con un equipo blanco bien asentado en el campo y con un Velázquez que ordenó y gestionó el juego ayudado por Del Bosque y Netzer. Esto, sumado al gran marcaje de Camacho a Džajić, dejo con pocas opciones a los yugoslavos, que apenas intimidaron el marco de Miguel Ángel llegando a disparar unicamente dos veces a puerta en todo el partido. La superioridad blanca se reflejó en el marcador, primero con un gol poco después de la media hora de partido, obra de Santillana al rematar de cabeza un centro de Del Bosque, y en la segunda parte se amplió con un penalti a Roberto Martínez y que transformo Netzer al atrapar el rechace de un mal disparo suyo en el máximo castigo. Fruto de ese penalti se lesiono Roberto, quien pese a no marcar fue el delantero que mas ocasiones dispuso.

Petrovic atrapa el balón ante Roberto Martínez y Santillana.

Ese 2-0 no termino de convencer a los madridistas, puesto que el margen podía haber sido mayor y el viaje a Belgrado hubiera sido más tranquilo. Por su parte los yugoslavos confiaban en poder remontar en la vuelta ya que el marcador quedaba en parte abierto. En vestuarios también Miljanic dejo una frase a la prensa, que a priori parecía exagerada pero que visto los acontecimientos de la vuelta parecía toda una declaración de intenciones: «Ha sido el partido mas difícil de mi vida».

Conforme llegaba la vuelta, programada para el 19 de marzo, la frase de Miljanic cobraba sentido y los rumores empezaron a sonar con mas fuerza: existía la posibilidad que Miljanic no viajara a Belgrado con el equipo por decisión propia. Antes del partido de vuelta, el Madrid visita Sarriá y allí, al término del partido, Miljanic seguía sin aclarar nada: «No me hagan preguntas de mi vida privada ni de si iré con el Madrid a Belgrado. Esto es algo que me pertenece a mí. En treinta y cinco años de vida en el Estrella Roja he cambiado por primera vez para ser profesional en el Madrid». Antes de viajar a Belgrado visita Chamartin el Celta de Vigo, y ya para entonces los rumores habían dejado paso a la noticia oficiosa: Miljanic no viajaría. En la rueda de Prensa posterior al partido, Miljanic seguía esquivando la confirmación llegando a decir que él quería viajar pero que era el club el que tenia que decidir, sorprendiendo aún más a los periodistas, y emplazaba a los medios al día siguiente.

Antonio Ruiz, entrenador en la encerrona de Belgrado

Y en la víspera de viajar a Belgrado se confirmó que sería Antonio Ruiz quien se sentaría en el banquillo en Yugoslavia. Miljanic se mostraba apesadumbrado y no tenia fuerzas ni ánimos para enfrentarse al equipo de su vida, máxime cuando podía eliminarlo de Europa, por lo que delegó las tareas técnicas en Ruiz, quien había viajado varias veces a Yugoslavia para espiar el rival. Además, tendría el apoyo de Radisic, quien también conocía el entorno del conjunto yugoslavo. Todo esto fue consensuado y autorizado por Bernabéu, quien entendía al yugoslavo aunque no lo compartía, pero sabia que hacerle viajar a disgusto podía ser incluso contraproducente para el equipo. El propio Bernabéu, que viajo al frente de la expedición a Belgrado, asumía con determinación el hecho: «Yo tomé la decisión de que no viajase. Le veía preocupado. Era lógico, tantos años aquí. Así que el responsable de lo que pase soy yo».

Velazquez y Džajić en el sorteo de campos.

Mas de 100.000 personas abarrotaron el estadio del Estrella Roja, conocido como El Pequeño Maracaná, con un ambiente poco habitual para lo que se veía en España por aquel entonces. Bengalas, humo, banderas, petardos, griterío… Tal fue el ambiente belicoso que el Real Madrid elevó una queja posterior a la UEFA. Aun así, el mismo Bernabéu quedó entre asombrado e indignado por el ambiente vivido: «Le he dicho al delegado de la UEFA que esto es un espectáculo, que ya está bien. Ha sido un ambiente increíble. Cien mil tios chillando, lanzando bengalas, esto era la locura. Vamos, que solo por ver este espectáculo se puede pagar la entrada al campo». A ese césped tan cargado saltaron por parte madridista los mismos de la ida a excepción de Amancio y Roberto Martínez, que fueron sustituidos por Aguilar y Macanás, mientras que por parte yugoslava si hubo mas cambios en el once inicial.

Al igual que en las alineaciones, el partido tuvo cambios con la ida. El Estrella Roja salió dispuesto a presionar con el apoyo del publico y dispuso de un par de ocasiones, pero rápidamente el Madrid empezó a controlar el partido y comenzó a verse al líder rocoso de la Liga española. Sin embargo todo fue un espejismo, inferior al cuarto de hora. La pareja de extranjeros madridistas, Netzer y Breitner, se diluyó en el centro del campo, sobre todo el rubio, y los yugoslavos comenzaron a presionar e incomodar más a los blancos hasta que, mediada la primera parte, un centro de Jankovic es rematado por Dzajic junto al palo: 1-0 para los locales. Tras el descanso el Madrid siguió totalmente desconocido, mientras que el Estrella Roja continuó creando peligro. Apenas habían pasado unos minutos cuando Breitner zancadillea a Jankovic dentro del área y el ingles Burns pita el punto fatídico, hacia el cual se dirigió sorprendentemente el portero local, quien fue el encargado de engañar a Miguel Ángel e igualar la eliminatoria.

El Madrid retornaba al punto de partida, pero ni con esas consiguió jugar como él sabía. Con la lesión de Macanás, Antonio Ruiz saco a Roberto Martínez pero tampoco el hispano-argentino creó gran peligro. El devenir de los minutos llevó al partido a una prorroga, en la cual ambos equipos se olvidaron de tácticas y prevaleció el miedo, si acaso en exceso para los locales, que cortaron el juego con algunas brusquedades. El 2-0 no se movió. A penaltis.

La primera tanda ftuvo una tasa de conversión del cien por cien. Tanto Keri, Filipovic, Baralic, Savic y O.Petrovic (portero yugoslavo), como Del Bosque, Netzer, Aguilar, Breitner y Rubiñán hicieron gol, por lo cual comenzó la tanda eliminatoria. Comenzó de nuevo el Estrella Roja. Djorjevic colocó el balón y lanzó fuera. El Madrid tenía la oportunidad de pasar a semifinales y Benito tomo el camino de los once metros. Griterío ensordecedor para intentar influir en el animo del jugador que se transformo en alegría y algarabía cuando el toledano lanzo por encima del larguero con el portero mirando la trayectoria del balón. Vuelta a empezar. V. Petrovic no fallo su lanzamiento por lo cual el Madrid se encontraba ante su ‘match point’ particular. Santillana fue el elegido, pero por desgracia su lanzamiento lo adivino Petrovic y el Madrid quedaba eliminado. En términos generales de la eliminatoria no lo merecía, pero el fútbol a veces es injusto.

Petrovic adivina el lanzamiento de Santillana: el Madrid, eliminado.

A la decepción en el campo se le sumó la odisea para volver a España, puesto que el avión que debía retornarlos Madrid esa misma madrugada no obtuvo permiso para aterrizar. Tras hacer noche en Belgrado, al día siguiente la expedición solo consiguió volver tras un periplo digno de Marco Polo: De Belgrado a Budapest; de allí a Múnich, donde se tomo un vuelo a Barcelona; y por el fin el puente aéreo a Madrid. Los lectores mas jóvenes se extrañarán de tal odisea, pero hay que recordar que en aquellos años los viajes aéreos ni las compañías disponían de tantas rutas y aviones como hoy en día, algo que unido a los permisos que eran necesarios en los países del llamado Telón de Acero, hizo este tour turístico por Europa. Al menos los jugadores se llevaron una sorpresa por parte de Bernabéu, y es que el patriarca blanco decidió, pese a la derrota, otorgar en pleno vuelo a los jugadores la prima como si hubieran ganado el partido.

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Yo vi jugar a Del Bosque, así que llevo unos cuantos años yendo al Bernabéu. Socio desde 1986, mis recuerdos van ligados al Madrid del Di Stéfano entrenador, el de los cinco subcampeonatos, que me forjó en madridismo ante los malos tiempos, y al de la Quinta del Buitre, la poesía y las pelotas hechas fútbol. Desde 1996 dando la barrila en esto del periodismo deportivo, aunque hace años que es mi hobbie y no mi profesión.