Uvas en vez de canapés y te sale Nerón

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Primero fue culpa de Cristiano y Zidane, que nos dejaron perplejos, je. A los dos meses fue que «la pelota no quiere entrar, pero tenemos gol, somos un equipo coral». Después, de Lopetegui, al que «le viene grande el Madrid». Más tarde, de la deficiente preparación física, pero «en febrero vamos a estar como aviones». Un poco más allá, los altavoces titiriteros apuntaron a los árbitros, a Isco y a Marcelo, para ahora señalar a Bale. Tras el 0-3 los culpables efímeros fueron Álvaro Benito y Bernd Schuster, y en este momento y después del 0-1 las culpas van a Solari. Culpas de todos los tipos y colores, excepto una: el palco. Algunos tienen la osadía, o la ineptitud, de decir que la Prensa se ensaña con el Madrid, pero de manera inexplicable (o no tanto) siempre, repito, SIEMPRE, pasa de puntillas por el epicentro del terremoto. Ande yo caliente y ríase la gente.

Curiosamente, lo que le sucede al Real Madrid tiene muchas similitudes con lo sucedido en el Gran Incendio de Roma, el de Nerón. El que tuvo lugar en el verano del año 64, mientras el emperador romano andaba más preocupado a otros quehaceres más placenteros y terrenales. A Nerón se le representa bebiendo vino y comiendo uvas mientras Roma ardía a su alrededor, pero si cambias uvas por canapés te sale un palco del Bernabéu. Después de que Roma fuera casi arrasada por el incendio, Nerón lo tuvo claro: los culpables fueron «los cristianos» (tenía a unos malos para desviar la atención) y, con los rescoldos aún calentitos, el emperador edificó el Palacio de Oro (Domus Aurea) en el terreno devastado por el incendio, el palacio más impresionante jamás construido hasta entonces.

No hace falta mucho papel de calco. El Madrid está ardiendo, y por los cuatro costados, mientras la directiva come canapés en el palco, despreocupada del incendio montado alrededor y tratando a los que preguntan como si fueran bobos. La culpa, de los árbitros, de la Federación, de la Liga, del VAR y del madridismo que no se postra al paso del carro del emperador. Y mientras, Nerón le pone ojitos a unos planos presto a edificar, sobre las cenizas de lo que una vez fue el Real Madrid Club de Fútbol, un céntrico estadio en Madrid que será «un icono emblemático», un Domus Aurea con señores bañados en oro persiguiendo balones de fútbol. Mientras tanto, pásame otro canapé. El del sésamo por encima, por favor.

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Yo vi jugar a Del Bosque, así que llevo unos cuantos años yendo al Bernabéu. Socio desde 1986, mis recuerdos van ligados al Madrid del Di Stéfano entrenador, el de los cinco subcampeonatos, que me forjó en madridismo ante los malos tiempos, y al de la Quinta del Buitre, la poesía y las pelotas hechas fútbol. Desde 1996 dando la barrila en esto del periodismo deportivo, aunque hace años que es mi hobbie y no mi profesión.