Historia del RMCF: El anecdotario de La Sexta

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La sexta llegó a Madrid
Gento, colocando La Sexta junto a sus hermanas.
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Cuando Paco Gento alzo la Sexta Copa de Europa al cielo de Bruselas, tal día como hoy de hace 53 años, no sólo entró en la leyenda, sino que fue el preludio a una serie de imágenes que con el tiempo se han vuelto recurrentes a la hora de recordar aquel día. Con permiso de Sanchís y Mijatovic en Amsterdam, Zidane en Glasgow y Ramos en Lisboa, el partido de Bruselas quizás dejó muchas más para el recuerdo que la vistas en estas otras finales.

Tras la final de Glasgow de 1960, el Madrid europeo entró en una fase crepuscular digna de los westerns de Sam Peckinpah. Para quien había dominado Europa se hacia raro el estar un lustro sin saborear las mieles del éxito, y más al caer derrotado en las finales de Amsterdam 62 y Viena 64, dejando una amargura mayor. Esta última final propició la salida del emblema madridista del ultimo decenio, Alfredo di Stéfano, lo que era simbólicamente el final del Madrid dorado y el inicio de otro equipo, que en Liga seguía sometiendo a sus rivales pero que en Europa no llegaba a dar el paso final. Heysel cambiaría todo esto.

La vitoria ante el Partizán colocaría al conjunto blanco en tal situación, había ganado seis  de once ediciones, y llegado a la final en otras dos ocasiones más, que la UEFA optó por cambiar el diseño del trofeo y dar el original al Real Madrid en un intento de desligar la imagen del trofeo unida a un jugador blanco siempre con ella en la mano. En la siguiente primavera, en Lisboa el capitán del Celtic de Glasgow mostraría al público el nuevo diseño de la Copa de Europa, la Orejona. Pero la final de Heysel dejaría mas imágenes para el recuerdo: el portero canario Betancort en vestuarios en el post partido con lágrimas en los ojos, pensando por un lado en la alegría de la cima conquistada y sintiendo el gol como suyo, pero por otro en la amargura por no poder haber estar presente al haberse lesionado en semifinales ante el Inter. Todo ello no pasó inadvertido en el club y la foto oficial posterior de la alineación con el trofeo incluía tanto a Betancort como a Araquistain, quien jugó la final como titular.

Los héroes de Bruselas, con Betancort
Yeyés: Araquistain, Pachín, De Felipe, Sanchis, Muñoz, Pirri, Zoco, Betancort, Serena, Amancio, Grosso, Velázquez y Gento.

También para el recuerdo quedan las imágenes de la hinchada madridista, con las pancartas mostradas antes y durante el partido así como a la conclusión, invadiendo el césped tras el pitido final. Aunque en realidad lo hicieron un par de veces, puesto que un fuera de juego pitado a poco de finalizar fue tomado por la hinchada como el silbatazo final y hasta la policía tuvo que rescatar a los jugadores, con los hinchas aferrados a sus camisetas, para poder reanudar el partido para los escasos minutos que les separaban de la gloria. Hay que recordar que la emigración española estaba en pleno auge en aquellos años y cientos de madridistas presentes en el partido querían abrazar y agasajar a aquellos que les habían llevado el gozo. Los recuerdos de una España y una familia dejada atrás en busca de un porvenir mejor se entremezclaban con una alegría inusitada al ver en directo a unos compatriotas que volvían a poner a España en las portadas. Aquel dinero invertido en las entradas mereció la pena al poder reconfortarse con la victoria de los once ‘españolitos’. El asedio fue tal que la policía belga tuvo que rescatar entre la marabunta a Amancio y Gento para que pudieran llegar al palco a recibir el trofeo. Aquellos once españoles, la primera y la única vez en las Trece Copas, tomaban Flandes nuevamente, aunque de manera menos belicosa que antaño los Tercios, y haciendo que otra vez la Europa continental exclamara aquello de: «los españoles, otra vez los españoles».

Gento, capitán del Real Madrid, recibiendo La Sexta entre el tumulto.

La llegada a Madrid fue apoteósica. El aeropuerto de Barajas, que por aquel entonces estaba muy alejado del centro de la ciudad, recibió a centenares de hinchas desplazados al aeródromo de cualquier manera. La aparición al comienzo de la escalerilla de un Gento con los brazos abiertos y la mano derecha sujetando la preciada Copa desató una ovación atronadora. Ni pasillos protegidos por la Policía ni separados por la distancia fueron obstáculo: los hinchas se abalanzaron sobre el capitán para agradecerle la nueva victoria. No paró de saludar el cántabro a diestro y siniestro mientras cogía la Copa fuertemente en alto para que todos pudieran verla y de esa forma fue avanzando lentamente hasta el autobús que les llevaría a Madrid. La gente se arremolinó por todos los espacios y cuando el autobús comenzó la marcha a Chamartín, decenas de coches le escoltaron en su entrada a la ciudad por la Nacional II.

La imagen final fue mucho mas intima, y es la que ilustra esta entrada. Si las primeras Copas de Europa llegaron a la antigua sede del Frontón Fiesta Alegre, esta nueva Copa lo hizo ya en el Bernabéu. Una sobria puesta en escena, poca gente presente y un Paco Gento serio mirando fijamente a la cámara colocando el trofeo junto a sus hermanas y en espera de que la familia creciera, algo que por desgracia tardaría en suceder. La siguiente temporada se cayó en cuartos de final y el Madrid, como si Béla Guttmann hubiera maldecido también al centro de la península Ibérica, era derrotado una y otra vez en todas sus intentonas en volver a lo mas alto hasta que un montenegrino, también en los Países Bajos, quiso desterral la maldición y con su gol rompió el mil pedazos todos los fantasmas del pasado. Pero eso, amigos, es historia para otro día.