

De Manuel Ruiz de Lopera, expresidente bético, siempre se le recuerda un video asomado desde el Benito Villamarín en el cual arengaba a sus aficionados tras el ascenso verdiblanco de 1994. Recordaba que cogió al equipo en mala situación y lo logró devolver a primera dejando una situación estable, que a la siguiente temporada lo aumentó con una clasificación europea. Salvando las distancias, Lorenzo Sanz, que ha fallecido hoy en Madrid a los 76 años víctima del coronavirus, realizó algo parecido. Cogió a un equipo en una grave crisis institucional, logró apaciguarlo, remodeló la plantilla y apenas dos años y medio mas tarde tocaba la gloria en Amsterdam.
Sanz, al igual que Lopera, era un presidente de otra época; lo mismo se ponía a discutir con su entrenador en las ondas radiofónicas que se daba un baño de multitudes en las peñas; o que no escatimaba en presentarse en la portada de MARCA cerveza en mano sentado en una tumbona. Un presidente de aquellos tiempos en que los máximos dirigentes eran pasionales y muy cercanos a los hinchas, y que no solo aparecían en los éxitos, sino también las ruedas de prensa en los malos momentos, a responder preguntas sin filtrar, no sólo teledirigidas desde los departamentos de Prensa.
Sus contactos con Mendoza
Lorenzo Sanz había nacido en Madrid y fue de esas personas que sin tener estudios, pero a base de mucho trabajo y esfuerzo, logró labrarse un futuro y una carrera. Y sobre todo hacer fortuna. Sanz era madridista pero como simple aficionado; la relación con el club no aparece hasta finales de los años 70. Las inversiones y negocios de Sanz le llevaron al Hipódromo de la Zarzuela, donde conoció a Ramón Mendoza, quien en aquellos años ya había sido directivo en el Real Madrid. Con el pasar de los años Mendoza quiso disputarle la presidencia a Luis De Carlos y le ofreció a Sanz formar parte de ello.
La llegada de la nueva década trajo un periodo de ausencia de éxitos en el club. Las cuentas tampoco iban bien en la entidad y con la remodelación del estadio llegaron los tiempos duros. Sanz en esos años volvió a ser importante al avalar algunas veces al club con su propio patrimonio. La oposición a Mendoza aumentó y en 1991 tuvo que lidiar con Alfonso Ussia en unas elecciones, en la cuales Sanz se ‘trabajó’ a las peñas. Las años pasan y el club sigue sin volver a los éxitos deportivos de antaño y la oposición crece. En noviembre de 1994, Mendoza decide anticipar las elecciones aprovechando el buen momento del equipo y esperando coger con el pie cambiado a la oposición. Ésta, sobre todo en la figura de Florentino Pérez, ya estaba preparada, y junto a Gómez Pintado son los tres candidatos a las elecciones. Sanz por entonces ya era vicepresidente y fue vital en aquella campaña. El juego con los avales y el voto por correo fue crucial para la victoria de Mendoza en febrero de 1995, aunque éste quedo tocado por el gran aumento de la oposición a su labor.
Su guerra con Villar Mir
Sanz se vio con fuerza y como la persona a suceder a Mendoza. Sin embargo se topó con un problema, la llegada del empresario Juan Miguel Villar Mir a la Junta Directiva en esas mismas elecciones. Sanz siempre sospechó de un pacto entre el empresario y Mendoza para que éste dejara la presidencia al nuevo vicepresidente. Las luchas internas se sumaron a un mal comienzo de la temporada 95-96 y Mendoza acabó por quedarse solo. Villar Mir dimitió al no ser autorizado por la Junta Directiva un plan de saneamiento bajo el cual é el dinero que la ley exigía avalar a los directivos, cuando las cuentas eran con pérdidas. Impuso un par de condiciones a cambio que el resto de la Junta no aprobó y Villar Mir, junto a sus seis directivos afines, se marchó.
De la debacle a la gloria en Amsterdam y París
Sanz recoge un equipo en crisis y en enero tiene que destituir a Jorge Valdano. Rescata de la jubilación a Arsenio Iglesias, el técnico del SuperDepor, pero resulta un fracaso. Las formas de un hombre sencillo chocan con las de unas estrellas venidas a menos y el equipo acaba sin clasificarse para competiciones europeas por segunda vez en su historia. Sanz comienza la revolución y no escatima en gastos. Primero desde el banquillo con la llegada de Fabio Capello, un nombre que parecía imposible que pudiera entrenar en Chamartín, y posteriormente con grandes fichajes en España, Mijatovic y Suker, y con la llegada desde Italia de jóvenes valores como Roberto Carlos o Seedorf. En la llamada Liga de las Estrellas el Madrid consigue el titulo de Liga, aunque las trifulcas entre entrenador y presidente acaban haciendo que Capello no continué la temporada. La 97-98 sera una campaña marcada en la historia de los aficionados. Un equipo que en los tramos finales pasa literalmente del entrenador, el alemán Jupp Heynckes, logra conjurarse para la ganar la ansiada Séptima. La fotografiá de Raúl Cancio con Sanz besando la Champions, 32 años después, aupado por Seedorf y su hijo Fernando Sanz resume el punto mas álgido de su presidencia.
Derrota electoral ante Florentino
Pese a los éxitos deportivos la situación económica del club no era la mejor, algo que movilizó a votar a bastantes socios, y finalmente Sanz perdió las elecciones en detrimento de Florentino. De manera tan inesperada como abrupta terminaba la presidencia del madrileño. Su relación con el club tuvo un triste y prescindible epilogo en 2006, cuando se presento nuevamente a la elecciones a la presidencia. En unos comicios con cinco candidatos, quedó relegado a la cuarta posición sin posibilidades reales de lograr la presidencia. Descanse en paz.