RM 2 – 0 MAL: Los fogones de Vinicius

0
-publicidad-

El Madrid se metió en la cocina ante el Mallorca y tiró de recetario. El líder de LaLiga se encontró con que tras el confinamiento hay un chef nuevo en la cocina experto en platos de cuchara, Vinicius, y que desde sus fogones salen los mejores platos postconfinamiento. Al  plato del brasileño le acompañaron los blancos con su ensalada tradicional, gol de Sergio Ramos, y le puso un poco de especias picantes al asunto, con la polémica por una presunta falta de Carvajal en el inicio de la jugada del primer gol. Pero el Madrid apenas sufrió para mantener el liderato (triunfo 2-0) y tacha una fecha más en su carrera por LaLiga.

Decidió Zidane armar un equipo con disfraz de ultraofensivo contra el Mallorca, a priori uno de los rivales más asequibles del calendario pero también el equipo que le zarandeó en octubre provocando una crisis otoñal en la entidad blanca. El carnaval de San Juan salió mal: Valverde no es medio centro, sino interior, y Modric no está ya para demasiadas algarabías defensivas, porque correr hacia atrás es lo primero que se pierde con la edad. Bale, Hazard y Vinicius escoltaban a Benzema, pero la apuesta resultó un fiasco. Hazard ocupaba demasiadas veces la zona que normalmente invade Karim, convertido en más nueve que nunca y marrando dos ocasiones claras tirando al muñeco, mientras Bale hacía de Bale: Wales, Golf, Madrid, in that order.

Quedaba Vinicius, que fue el precursor y el finalizador de todo el caudal ofensivo del Real Madrid. El brasileño ha vuelto del confinamiento escondiendo su disfraz de pinche y convertido en un chef de renombre, porque ahora mismo todo el Madrid se cocina en sus fogones. Y nunca mejor dicho: dos cucharazos del de Sao Gonçalo fueron las dos mejores ocasiones blancas del primer acto: la primera cuchara rauliana, gol, 1-0. Golazo. Aderezado además por la especia más apreciada por el antimadridismo rancio: una posible (en algunas tomas lo pareció, en otra no) falta de Carvajal a Dani Rodríguez en el inicio de la jugada que no vio Melero. El segundo fue el típico maderazo: estrelló el balón en el larguero en una ocasión mucho más clara que la del gol.

El Madrid, pese a todo, no estuvo cómodo sobre el campo, porque Zidane había despoblado el centro del campo y el Mallorca llegaba a tres cuartos con relativa comodidad, aunque no anduvo demasiado acertado. Ni siquiera Take Kubo, que dejó detallitos pero no pudo en ningún momento con Varane o Ramos, palabras mayores; menos aún si el Madrid se empleó a fondo ante él, nadie le concedió un centímetro de césped gratis. Aleix Febas, otro ex canterano en el adversario, mostró su habitual personalidad y algún fogonazo, pero jugar pegado al medio centro y no diez metros más arriba le quita pólvora a su fútbol.

Nada más comenzar el segundo tiempo, el Madrid tiró de su particular ‘1080 recetas de cocina since 1902’ para darle carpetazo al partido: gol de falta de Sergio Ramos. Uno de sus ingredientes básicos, un tanto de su capitán (ocho en esta Liga), esta vez servido desde el tiro libre y no desde el punto de penalti. Con el 2-0, Zidane inmediatamente se protegió: Hazard, otra vez demasiado oscuro para lo que prometió su llegada, dejó su plaza a Kroos y el Madrid volvió al 4-3-3 habitual.

El Madrid, en eso que también fugura en su recetario, sección postres, decidió entonces sestear, y se llevó tres buenos sustos: dos remates de Budimir (que no es hermano de Faramir y Boromir, pese a las apariencias) y otro de Take Kubo. A partir de ahí, el Madrid comenzó a tocar, tocar y tocar para dormir el partido y que no le descalabraran el plan físico, algo a lo que colaboraba la entrada de Isco al campo, ya recuperado de su lesión. Jugaron también Brahim y Mariano, y el Mallorca se dio el gustazo de hacer debutar sobre el césped de Valdebebas y ante el Real Madrid al argentino Luka Romero, 15 años, el chaval más joven en jugar un partido en la historia de LaLiga.

Compartir
Yo vi jugar a Del Bosque, así que llevo unos cuantos años yendo al Bernabéu. Socio desde 1986, mis recuerdos van ligados al Madrid del Di Stéfano entrenador, el de los cinco subcampeonatos, que me forjó en madridismo ante los malos tiempos, y al de la Quinta del Buitre, la poesía y las pelotas hechas fútbol. Desde 1996 dando la barrila en esto del periodismo deportivo, aunque hace años que es mi hobbie y no mi profesión.