RM 2 – 1 FCB: El primo de Zumosol

0
-publicidad-

De más a menos, a muy menos, pero el Clásico cayó del lado blanco. Tres puntos que le ponen embalado a por LaLiga al actual campeón. El Madrid tuvo que sufrir hasta el final, con un larguero de Ilaix en el último segundo del encuentro, pero se impuso 2-1 al Barcelona con goles de Benzema, Kroos y Mingueza, y enseñó sus credenciales al título, el primo de Zumosol nunca se borra. Los de Zidane no controlaron el partido, apostaron todo a la contra, pero sí el marcador. Y eso al final es lo que cuenta.

El primer tiempo del Madrid fue, casi, como un partido ante el Barcelona en la etapa de Mourinho. El equipo de Zidane se refugió en campo propio, con Valverde titular en el puesto de Asensio con una sola misión, tapar las subidas de Jordi Alba. Todos juntos, solidarios, sin regatear un gramo de esfuerzo ni una gota de sudor. Y prietas las filas, cerrados los espacios, salir a la contra como centellas aprovechando la metamorfosis de Vinicius. El brasileño ya era un cohete pero sus goles al Liverpool le han hecho trepar por el escalafón.

Pese a que el Barcelona, con De Jong a buen nivel y Pedri intentando encontrar espacios, amenazaba a los blancos, una fulgurante contra blanca dirigida por Valverde y continuada por Lucas Vázquez acabó con un golazo de tacón de Benzema a centro del de Curtis, que no acabó el primer tiempo al caer lesionado en un choque con Busquets. El gallego, el que no renueva pero no rellena tantas primeras páginas ni protagoniza tantas soap operas como Sergio Ramos, es vital en este equipo y si no puede jugar en Liverpool su baja será un contratiempo importante.

El gol afianzó al Madrid, desinfló a De Jong y le dio vitaminas a Pedri, absolutamente omnipresente pero sin compañía: Modric no le sujetaba y el canario jugó a muy buen nivel. Messi, empeñado en hacer la de Maradona a Inglaterra (la buena, no la de la mano) era un lastre y Dembele andaba falto de punch pese a que cada vez que tocaba el balón daba sensación de amenaza. Aprovechando ese bajón azulgrana, Kroos, de falta y aprovechando un error de infantil de un Sergiño Dest que perdió de vista el balón, que rebotó en él y acabó superando a Ter Stegen, hizo el 2-0. Y no fue 3-0 de milagro, porque en otra contra fulgurante, Valverde se encontró con el palo y Lucas Vázquez con una manopla salvadora de Ter Stegen.

El Barcelona no aparecía. Un poste de Messi de córner olímpico y una ocasión sobre el silbatazo del entretiempo fueron la primera señal ofensiva real. Así que Koeman movió el banquillo en el descanso, metió a Griezmann y quitó al inoperante Dest. Así que el guión iba a ser el mismo, bajo el diluvio universal que caía sobre el Di Stéfano. El Madrid perdonaba contras que parecían claras y el Barcelona comenzaba a achuchar, porque Griezmann pesa y porque Odriozola no es Lucas Vázquez. Y en una de esas, Mingueza se encontró un balón suelto en el área y embocó el 2-1. Zidane, además, se equivocó: en ese mismo momento decidió quitar a Valverde y meter a Asensio. Jordi Alba iba a tener espacio para subir, y desde ese momento fue un martillo pilón.

Vinicius marró una contra de primero de primaria, porque decidió centrar (mal) cuando tenía que chutar. Y el partido seguía más abierto que nunca, aunque Pedri ya no tenía ningún peso en el partido y Zidane, en una decisión sorprendente, quitó a Kroos, Benzema y Vinicius para dar entrada a Marcelo, Isco y Mariano. Un Madrid atrincherado contra un Barcelona sin fantasía, y al que se le escapó toda la fuerza restante protestando un toquecito en la mano de Mendy a Braithwaite como penalti. Que era más o menos como intentar cortar un alcornoque usando como sierra una pestaña. El Madrid acabó con diez, expulsado Casemiro por dos faltas en un minuto, y acabó pidiendo la hora, larguero de Ilaix en el último segundo de la prolongación. Pero el que de verdad ahora está incómodo es el Atlético. El primo de Zumosol ya está aquí y quiere el título.