RM 1 – 2 SHE: El Sheriff pegó dos tiros

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Fue una sorpresa, o sorpresón. O quizás no tanto. El Sheriff, con un golazo en el 90′ y una defensa de manual durante todo el partido, asaltó las obras del Bernabéu y logró un triunfo memorable (1-2). Los blancos acostumbran a estrellarse en fase de grupos contra los equipos del Este en casa desde que se fue CR7 y esta vez no acabó la tradición. CSKA, Shakhtar y ahora Sheriff han logrado la proeza en tres años consecutivos, siempre en fase de grupos. Los visitantes apenas salieron de su área, pero por algo son el Sheriff: tres tiros, dos goles. Los más rápidos en desenfudar al Este de Las Rocosas.
Si el Madrid esperaba encontrarse con el Sheriff Lobo, aquel corrupto, simpático y desguazado guardián de la ley de la serie de finales del Siglo pasado, los moldavos dejaron claro que habían venido a disfrutar de la noche europea y, ya puestos, a intentar arañar algo del Bernabéu, más allá de un cascote recuerdo de las obras. Ancelotti tampoco rotó demasiado, empeñado en que Benzema juegue hasta los piques al futbolín, así que dio descanso a Modric y metió a Miguel en el lateral izquierdo y a Hazard (“el dorayaki”, según bastantes aficionados madridistas del tercer anfiteatro) junto a Karim y a Vinicius.

Los visitantes plantaron un bloque muy bajo en torno a la defensa y salida fulgurante a la contra si acertaban a robar un balón en alguna jugada que no acabara en finalización del Madrid. Cosa que tampoco les importaba demasiado. Eran como los del seguro de hogar: vienen, miran el desperfecto, arreglan únicamente eso y si se te cae el techo a trozos, ahí te las apañes. Precisión quirúrgica.

El partido era un ataque continuo del Madrid ante un muro cuando Cristiano, el Cristiano del Sheriff, el que no hace “Siuu”, aprovechó una empanada monumental de los blancos en una transición para meter un balón al área y que Yakhshiboev rematara a la red. 0-1, y lo peor es que no era un accidente, el equipo moldavo sabía a qué jugaba.

El Madrid era un torbellino, con Athanasiadis, el portero de los moldavos, atajando todo lo atajable: remates de Benzema, Casemiro, Nacho, Miguel, por arrriba, por abajo… pero sin gol. Y de nuevo Yakhshiboev tuvo el gol para los visitantes, en un error de Courtois. Resistir hasta morir y sacar petróleo de cualquier terruño, algo en lo que los dueños de los clubes-estado son expertos, y el Sheriff es un Estado-Club. El equipo que parecía la Cenicienta se había convertido en bruja. Si, el 0-1 al descanso no era justo, pero era. Y tocaba remontar.

Ancelotti no tocó el banquillo de regreso, marca de la casa, y el partido seguía por los mismos derroteros. Vinicius se activó, pero sin demasiado tino en la decisión final, y el público la tomó con un Hazard inoperante. Y desesperante. Todo el mundo piensa que su crédito se agotó hace mucho salvo un Carletto empeñado en estrujarle a ver si le saca algo de jugo. Al Madrid le faltaba talento, pero lo que apareció fue el VAR, interviniendo en dos posibles penaltis sobre Vinicius. El primero no lo vio, sí el segundo. Y Benzema hizo el empate, 1-1, con 25 minutos por delante.

Con el empate, Ancelotti decidió meter creatividad. Kroos, Modric y Rodrygo, además del casi inédito Jovic, que nadie sabe ya si es creativo, vegano o mediopensionista, pero desde luego algo con poca sangre. Podía hacerlo, porque el Sheriff no pasaba del centro del campo, la defensa anclada en su punto de penalti pero sus compañeros en la frontal.  Sería casualidad o no, pero en su única excursión desde el descanso, minuto 72, Bruno logró marcar, aunque el VAR anuló el tanto por fuera de juego.

El asedio seguía siendo constante, más aún tras los cambios de Carletto, y Rodrygo mandó alta una ocasión pintiparada para dejar el triunfo en casa. Pero pese a todo el Madrid no culminaba las jugadas. Malos centros, que acababan en la zaga moldava, posicionalmente excelente. Malas decisiones de pase, disparos lejanos estampados contra un defensor… Y el que sí las culminaba, las poquísimas que tenía, era el Sheriff. Thill, en el 90’, enganchó un obús que se coló como una exhalación en la meta de Courtois. Era el 1-2, un directo al mentón sin tiempo para reaccionar. La últimamente habitual empanada madridista ante un equipo del Este en casa. No es un traspié cualquiera, porque el Sheriff es un rival menor, de esos contra los que no se puede perder. Pero se perdió. Y el grupo, que tenía buena cara tras el triunfo ante el Inter, comienza a tener ojeras.