RAY 0 – 1 RM: Chispero Benzema

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En cheli, ese idioma que hablamos los habitantes del Madrid castizo, hay un personaje que nos incendia las entrañas: el chispero. Chulapo, guapo, valiente y algo ladronzuelo, según los que nacimos y habitamos en Chamberí. Ante el Rayo, en un partido otra vez sosísimo del Real Madrid, Benzema ejerció de chispero para pringarle (robarle) dos puntos al equipo vallecano, trincar (coger) los tres puntos y pirarse a la quer (a casa) con el liderato aún más sólido, si cabe. Un triunfo importantísimo, porque las sensaciones hace tiempo que dejaron de ser buenas.

A este Real Madrid no hay forma de cogerle el tranquillo. O sí, lo que sería aún más angustioso. Uno tiene la impresión de que, mientras la entidad apuesta todas sus fichas a Europa, en remontar el 1-0, eliminar al PSG y acabar alzando la Champions, Ancelotti va a lo suyo. E ir a lo suyo supone intentar amarrar lo que tiene más o menos controlado (léase LaLiga) y en el resto, esperar a ver si suena la flauta travesera. Pero si no lo hace, tampoco pasa nada mientras él cumpla con su parte.

Así que por eso no hay rotaciones. Ante el PSG, el Madrid tendrá que jugar, obligatoriamente, sin Casemiro ni Mendy, sancionados. Al equipo le quedaban dos partidos para ir probando soluciones con fuego real ante la falta de dos piezas claves en ese duelo ante los parisinos, pero Carletto de eso no entiende. Contra el Rayo, toda la carne en el asador, el once de gala salvo Nacho por el sobrecargado (muscularmente) Alaba. Lo que importa es LaLiga.

Pero aún así, el Real Madrid, que saltó al ¿césped? de Vallecas pronto y mandón con dos ocasiones en los primeros cinco minutos que marró Asensio, fue un quiero y no puedo ante un rival, el franjirrojo, que en cuanto se quitó el susto del cuerpo igualó el partido gracias a la brega, a la brega de Guardiola (nada que ver con Pep, no se asusten) y a la turra que pega Trejo por todas partes del campo. Los blancos, atascadísimos, apenas daban dos pases seguidos con criterio. Y el Rayo era capaz de llegar, aunque durante el primer acto no tuvo el tino suficiente como para inquietar realmente a Courtois.

Al Madrid además le pasó de todo: Asensio, aparte de esas dos ocasiones iniciales, dispuso de otra más, que sacó Luca Zidane (¡venganza familiar!) con un paradón. También le sacó un buen remate a Benzema en la única ocasión en que el francés se dejó ver durante el primer tiempo por Vallecas. Y Casemiro tuvo que ver cómo el VAR le anulaba un gol en el que, además de que parecía estar en fuera de juego, desplazó a Catena en un salto y controló con la mano. El 0-0 al descanso era merecido, pero el aficionado madridista andaba con los pelos como escarpias. Eran ya siete partidos con un juego demasiado ramplón, más o menos coincidentes con el acusado bajón de juego de Vinicius y el desplome físico del centro del campo.

La estadística aseguraba que el Madrid marca en las segundas partes el doble de goles que en las primeras, así que había hasta estadísticas a las que aferrarse. Vinicius, al fin visible, tuvo la ocasión de abrir la lata nada más reanudarse el choque, pero la zaga vallecana sacó su remate a córner. Y el Rayo volvió a crecer, y Courtois tuvo que aparecer para meter una buena manopla, en paradón de reflejos, a cabezazo de Mario Suárez, la mejor ocasión rayista. Curioso, los dos jugadores con más pólvora del encuentro eran Asensio y Suárez, vecinos de urbanización en el Encinar de los Reyes.

Una tarjeta a Casemiro provocó algo que ya nadie esperaba. Ancelotti protegió al brasileño reemplazándole por Valverde, y así pudo disponer de media hora el centro del campo que jugará contra el PSG, con Kroos de medio centro y Modric y el uruguayo de interiores. A los cuatro minutos fue amonestado Mendy, pero Marcelo no gozó de la misma suerte, así que la ecuación parece sencilla, en Champions jugará Nacho, que ya estaba sobre el campo. El partido había derviado en una suerte de película de Bud Spencer y Terence Hill (disculpad la mención, millenials: en una ensalada de galletas) y cada vez había menos balón rodando sobre el césped.

Asensio estaba ya fundido, el empuje de Valverde activó algo a Modric (que estrelló un balón en el palo en jugada anulada por fuera de juego)… y Courtois tuvo que volver a aparecer para rechazar dos remates consecutivos de Álvaro García. El Madrid era un boxeador medio groggy, pero su mandíbula, la que protege el guardamenta belga, no es de cristal, sino de adamantio. Y a falta de siete para el final, Benzema y Vinicius, que habían sido dos espectros durante todo el partido, absolutamente intrascendentes, engancharon una triangulación de altísima precisión y velocidad para que el galo anotase el 0-1 a puerta vacía. No era lo más justo, pero era lo que era.

Ancelotti pudo respirar: LaLiga de momento sigue viento en popa. En Champions, eso sí, habrá que encender más velas que en una vigilia cantando Imagine. El equipo tendrá que rejunar (analizar) qué es lo que está pasando para intentar tener opciones reales ante el París de Mbappé. Diez días. Tic, tac.