SEV 2 – 3 RM: Superremontada con aroma de campeón

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Una remontada super, de superequipo, de supercampeón, de equipazo legendario. Un desastrosos primer tiempo, 2-0 abajo, para acabar sellando en la prolongación un 2-3 memorable, con un arbitraje nefasto, un grupo que huele a que se va a llevar LaLiga tras derrotar al segundo en su estadio, algo que no había pasado durante toda la competición. El triunfo de la fe, de un equipo de mentalidad indestructible, y con un juego primorosa durante la segunda parte.

Era obvio que el Madrid tenía que acusar el sobreesfuerzo del pasado martes, en la clasificación europea ante el Chelsea, más aún por la ausencia de Casemiro y porque tenía que presentarse en casa del segundo clasificado en LaLiga sin lateral izquierdo. Ancelotti, entre chicle y chicle, pensó que lo mejor era alinear a Kroos de medio centro, con Valverde, Modric y Camavinga de interiores. Lucas Vázquez de carrilero derecho y Carvajal, izquierdo. Un descalzaperros a estas alturas de la temporada, y sólo achacable a la absoluta falta de confianza que el italiano tiene hacia una buena parte de su plantilla, no digamos ya con los chavales de la cantera.

Con esa disposición, era obvio que la salida de balón iba a ser una complicación. El Sevilla tardó unos minutos en ajustarse a la disposición táctica madridista, pero se hizo con el control del balón, del ritmo y, lo que es peor, de las ocasiones. Y además, se vio beneficiado por una serie de catastróficas desdichas para el Real Madrid. Primero, un posible penalti no pitado por manos de Diego Carlos: Bono intentó atajar un balón, se le escurrió, arrolló a su central y en el braceo de éste el balón impacto de manera descarada en su antebrazo. La mano se vio desde Tomboctú, pero ni el árbitro ni el VAR la vieron. Pese a lo escandaloso de la acción, que conste que yo tampoco la hubiera señalado.

Nada más suceder ese no penalti, dos errores de Militao en tres minutos dejaron al Real Madrid 2-0 abajo. Primero, el brasileño hizo el baile de Don Pimpón en una barrera y Rakitic aprovechó el hueco que dejaron las caderas del central madridista para hacer el primero. Y casi sin solución de continuidad, Tecatito le hizo el lío, rechazó Courtois cometiendo penalti pero Lamela embocó el segundo. El líder estaba destrozado, consumido por sus propios errores y sin dar sensación siquiera de presencia sobre el campo.

No es que el Sevilla tuviera grandes ocasiones, pero sí controlaba el juego. En un amago de contra, Camavinga, con amarilla, arrolló a Martial golpeándole en el muslo y el tobillo sin tocar balón. El pésimo Cuadra Fernández se hizo el lonchas, perdonándole la expulsión e incendiando las gradas del Pizjuán. Curioso lo de Camavinga: excepcional ante el Chelsea, de nuevo un pollo sin cabeza ante el Sevilla. Tiene que aprender aún, mucho. Sobre todo, a medirse en los tackles. Aporta una energía más que necesaria en determinados momentos, pero aún está muy verde.

El Madrid acabó el primer tiempo dando síntomas de que llegaba al partido, y lo dejó más claro en el segundo tiempo. Rodrygo ingresó por Camavinga, y en el primer balón que tocó, gol. El brasileño dentro del área es una bendición y sigue siendo un misterio insondable que todos los entrenadores se empeñen en pegarle a la banda derecha cuando es un tiburón cuando tiene enfrente la portería rival. El Madrid acosaba, y acosaba, y el Sevilla se deshacía como un azucarillo.

Y es que los de Ancelotti habían encontrado la intensidad perdida, percutiendo por las bandas y con Valverde, jugando en su posición, dirigiendo el tráfico por el centro del campo e impidiendo el tránsito de jugadores sevillistas. Lopetegui tuvo que tirar de banquillo, fortificando el centro del campo, y durante unos instantes logró frenar las acometidas de un Madrid que parecía desmelenado. Y lo consiguió por partes, pero tuvo que ser un gol anulado por mano a Vinicius, después de que el balón impactara contra su hombro y Cuadra Fernández decidiera inventarse que los hombros tienen dedos, el que activó en el tramo final al Madrid.

Empató Nacho, recién ingresado, con Alaba jugando de lateral izquierdo por fin, y el Madrid volcado y enrabietado. Y en el alargue, en el 92′, Benzema embocó el 2-3. Un gol que vale un título, el de LaLiga. El Sevilla no había perdido en casa en toda la temporada, y tuvo que venir el líder para remontar un 2-0 y comenzar a encargar al orfebre que vaya labrando el nombre del Real Madrid en el trofeo del campeón. Así gana el Madrid.