ATM 1 – 0 RM: Campeón desVARatado

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Un videopenalti que lo fue pero que no pinta casi nunca (salvo a favor del Atlético en el Metropolitano) desVARató al campeón, el Real Madrid, en el derbi madrileño. El flamante ganador de LaLiga compareció estrenando título en casa del eterno rival plagado de suplentes, pero se quedó sin pasillo, sin puntos pese a merecer el empate y con cara de tonto por la jugada que a la postre acabó decidiendo el partido, porque Carrasco anotó desde los once metros el único tanto del encuentro (1-0).

Una pancarta donde lucía «Entre la Prensa y los de amarillo, 120 años de pasillo», con la connivencia del club rojiblanco, iluminó la llegada de los dos equipos al encuentro, en autobús de la EMT, imaginamos que picando billete. Mientras, la COPE anunciaba un hecho tremendo. Las tres veces que el Atlético ha podido hacerle pasillo al Barcelona en LaLiga, lo hizo. Las tres veces que se lo ha podido hacer al Madrid, en la misma competición, no lo realizó en ninguna. Un dato, un mero dato, que sirve de fotomatón, porque retrata y sales feo. Así que era obvio que no habría reconocimiento al campeón.

Fue el primer tiempo un tostón interesante, en el que el Atlético salió tratando de intimidar a base de intensidad, queriendo dejar claro que los que se jugaban la vida eran ellos ante un equipo, el de Ancelotti, que está ya a otras cosas más parisinas, y que no tienen que ver con cruasanes sino con orejonas. Pero tras tener un par de ocasiones, en los pies de Correa y de Carrasco, en el primer cuarto de hora, el Atlético se diluyó.

El Madrid, plagado de suplentes e incluso con un resuplente (Mariano se lesionó en el calentamiento y tuvo que dejar su sitio a un Jovic que volvía tras lesión y que tiene el mismo ritmo de competición que una centuria romana), tardó en entrar en calor. Tuvo unos problemas inmensos en la salida del balón durante toda la primera parte, con Asensio y el serbio desconectadísimos del partido, y sólo lo lograba cuando Lucas Vázquez o Nacho, los improvisados laterales en el Metropolitano, encontraban un resquicio para la conducción.

En ese partido tan poco fino, muy rústico porque el Atlético jugaba con el Cholo style, primaba el físico, y ahí tanto Camavinga como Kodogbia eran capitales en sus respectivos equipos, los superjefes. El Madrid no se aproximó al área de Oblak hasta el minuto 36, con un disparo lejano de Rodrygo, pero no hubiera valido, porque en el inicio de la jugada Vallejo pisó a Cunha sin intención y después de que el brasileño hubiera perdido el balón en una jugada en el área de Lunin, el VAR avisió al árbitro y Soto decretó penalti, de esos más que discutibles y que sólo existen en este nuevo fútbol. Carrasco anotó 1-0 con el que se llegó al descanso, aunque justo antes el Madrid mostró que tenía pulso, un remate de Kroos que salió lamiendo el poste derecho de Oblak y un paradón del esloveno a remate de Jovic tras un taconazo de Rodrygo.

Ese final de los primeros cuarenta y cinco minutos fue el detonante de un arranque de segundo tiempo radicalmente distinto. Simeone echó a su equipo atrás, en norma obligatoria de la casa, y Ancelotti corrigió en vestuarios los desajustes en la salida, así que de repente, tras el paso por las tripas del Metropolitano, el Madrid comenzó a hacerse amo y señor del balón bajo la batuta de Kroos y a rondar el área de Oblak, con el Atlético jugando a la contra. Pero curiosamente la mejor ocasión, al filo de la hora de juego, de Casemiro tras una contra madridista con el Atlético pensando en las musarañas, aunque en la jugada de vuelta Carrasco, el más punzante del Atlético, dispuso de otra igual de clara.

Ancelotti decidió meter a Vinicius y a Valverde en el terreno de juego, por darle algo de chicha al equipo, pero tuvo que aparecer Lunin para sacar un disparo a bocajarro de Cunha e impedir el segundo del equipo rojiblanco. Es curioso lo del ucraniano, porque tiene unas hechuras de portero de impresión, de esos que no necesitan demasiado aspaviento para detener el balón porque siempre está bien colocado, pero en éste su cuarto partido en el Real Madrid volvió a encajar, como en los tres anteriores (todos de Copa, éste fue el primero en Liga).

Sin Jovic en el campo, con Vinicius y Asensio en las alas y Rodrygo de falso nueve, el Madrid comenzó a moverse mejor arriba, porque el serbio parecía haber estado atado a un pedrusco inmenso, poco participativo, con pocas ganas de agradar, incapaz de ganar un balón y protegerlo. Con Modric por Kroos y Valverde por Casemiro, el Pajarito tuvo dos buenas ocasiones, una desviada y otra que se le marchó arriba. El Madrid no quería irse de vacío del Metropolitano, mientras Simeone no ofrecía soluciones desde el banquillo, hasta que se vio obligado a meter defensa de tres por la lesión de Reinildo, lo que sacó al Atlético de la cueva.

El cambio le cayó bien al Atlético, mucho más vigoroso de nuevo, y empezó a machacar al Real Madrid. Griezmann, entrado tras el descanso, dispuso de tres ocasiones clarísimas, dos desviadas y una al poste, y los rojiblancos acariciaban el segundo mientras el Madrid acusaba las ausencias de Casemiro y Kroos y el reloj corría. Y se llegó a los diez últimos minutos, territorio Real. The Champions Zone. Dos magníficas paradas de Oblak tras una folha seca de Valverde y una falta lejanísima indirecta que remató Asensio; una ocasión pintiparada de Nacho, pero que remató con el hombro y se le marchó arriba… Lo intentó hasta el final, acorralando a un Atlético que no salía de tres cuartos de su propio campo, pero esta vez la pelota no entró. Los rojiblancos felices en su pelea por la Champions, los madridistas a otras cosas más parisinas. Esta vez salió desVARatado.