RM 0 – 0 BET: Camavinga se abre paso

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Fue un partido de despedida, sin nada en juego, así que Real Madrid y Betis clausuraron LaLiga con un empate (0-0) en un partido donde la atención se centró en la rumorología, en el doble pasillo inicial y en las posibles despedidas finales, pero donde volvió a llevarse todos los focos Eduardo Camavinga, un futbolista que está creciendo a pasos agigantados y que tiene pinta de que va a convertirse, en muy poco tiempo, en un faro del equipo que se juega la Champions la próxima semana.

En un ambiente enrarecido por todos los dimes y diretes disparados durante las últimas horas acerca del fichaje-no-fichaje de Mbappé, el partido que enfrentaba al campeón de Liga con el campeón de Copa presentaba varios atractivos. De un lado, el doble pasillo inicial, cortesía, educación y deportividad, algo que hace un par de semanas quedó claro que no se estila en el microclima metropolitano. Los dos equipos cumplieron con el ritual y quedó una cosa bonita. Pastelosa, es cierto, pero bonita y respetuosa.

Había más cosas que ver. Ancelotti desveló hace tiempo que ante el Betis iban a estar en el once inicial los mismos que jugarán ante el Liverpool en París el sábado 28, así que la única duda que queda para la final de Champions es si el más que presumible regreso de Alaba al once inicial, no pudo jugar ante los verdiblancos aún lesionado, sentará a Nacho o a Militao, dado su bajón prestacional en este tramo final de temporada. El técnico italiano, además, apostó por Casemiro y no por Camavinga, una duda razonable, y en la pelea titánica que mantienen Rodrygo y Valverde por el puesto de extremo derecho, ganó el brasileño. Así que el once para el Stade de France parece casi resuelto, salvo la duda en el eje de la zaga y un posible troleo a la italiana de un Carletto que en innumerables ocasiones ha demostrado ser un cachondo.

Más allá de lo que se viera en el terreno de juego, estaba claro que con todo resuelto el partido iba a ser un amistoso veraniego jugado a ritmo de amistoso veraniego y con clima de amistoso veraniego. Así que, en el vigésimo cuarto aniversario del gol de Mijatovic en Amsterdam iba a haber tiempo para la ñoñería, porque muchos jugadores de esta plantilla, como siempre en el último partido como local de cualquier club en cualquier temporada, se despedían de su afición. En el Real Madrid, los candidatos más o menos unánimes a salir son Lunin, Vallejo, Marcelo, Ceballos, Isco, Asensio, Jovic, Mariano… y Bale. Un Bale que no entró ni en la convocatoria, así que no pudo despedirse, y eso que en el Betis estaba Bartra, que salió en la foto de uno de sus mejores goles de blanco, aquella galopada tremenda en una final de Copa en Mestalla ante el Barcelona.

Aún así, todo eso de las despedidas, las llantinas e incluso el poco fútbol que fuera a haber sobre el césped sería en el tramo final, así que la primera parte fue bastante pestosa, sin ritmo, sin intensidad. Una ocasión para cada equipo, Willian José y Casemiro, y poco más. La entrada de Camavinga y Valverde tras el descanso le dio nuevos bríos al Madrid, que comenzó a cercar por aplastamiento el área de Rui Silva. Una doble ocasión de Benzema y Rodrygo pareció el pistoletazo de salida a las hostilidades con fuego real, aunque la pólvora andaba mojada. Y por los dos equipos, porque el Betis también espabiló, Canales comenzó a aparecer y al ritmo del cántabro los verdiblancos se cimbrean mejor.

Ancelotti, en el 70, decidió que era el momento de los homenajes y metió en el campo a Marcelo, Isco y Ceballos, todos juntos, ante un Bernabéu derretido con el brasileño y no precisamente por la calorina primaveral que caía sobre Madrid. Es curioso que Carletto decidiera gastar dos cambios en darle minutos a Camavinga y Valverde y no en ponerle lagrimones a la despedida de algún otro, pero las cosas del italiano son muy suyas y no hay nada que decir, que para eso el equipo está en París. Pellegrini, mientras, también rotó y le dio a Joaquín la oportunidad de celebrar su sexto centenario de partidos de Liga (¡600 choques ligueros!) en un recinto místico como el Bernabéu: sólo Andoni Zubizarreta (622) le supera.

El partido era ya nada, salvo un Camavinga que ha terminado por provocar un terremoto en el aficionado madridista: este chico tiene una pinta cada vez mejor. El Madrid se desconectó del juego, el Betis intentó acabar el año con un triunfo de tronío en otra plaza de tronío, pero apenas quedaba tiempo y Joaquín desperdició, dentro del área pequeña, a centro de Borja Iglesias y solo ante Courtois, la oportunidad más clara del partido. La suerte estaba echada. Al Madrid le esperan París y el Liverpool, en ocho días. Susto o muerte. Y quizás la Decimocuarta, tal vez con un Camavinga de nuevo inconmensurable.