Así fichó Marcelo: «Tiene genética Real Madrid»

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Este sábado, en el Stade de France y ante el Liverpool, Marcelo Vieira da Silva Junior (Río de Janeiro, Brasil, 12 de mayo de 1988), podría disputar su último partido como jugador del Real Madrid, club del que es primer capitán. En caso de que el equipo entrenado por Carlo Ancelotti conquiste el título, en lo que sería la decimocuarta Copa de Europa del conjunto de Concha Espina, Marcelo sería el encargado de aupar la Orejona al cielo de París. Pese a que aún se negocia una posible continuidad en el equipo blanco, Marcelo dejaría tras de sí dieciséis temporadas como jugador madridista. Todo comenzó hace aún más años, cuando Ramón Martínez, en 2004 y siendo secretario técnico de la entidad, comenzó a pedir informes de evaluación continuos sobre un chico que empezaba a despuntar en las categorías inferiores del Fluminense.

La historia es, cuanto menos, rocambolesca. El jugador, como todos saben, estuvo a punto de recalar en el Sevilla pero ese mismo día, exactamente el mismo día en que el club de Nervión estaba preparando la firma definitiva del contrato, el Real Madrid se entrometió en la negociación y acabó por llevarse a Marcelo al huerto pese a que el conjunto blanco no terminaba de convencerse: lo hizo una frase apuntada en un informe elaborado un año antes: «tiene genética Real Madrid».

Primer interés: Perú 2005

Todo comienza en 2004. Un lateral izquierdo de las inferiores del Fluminense que se hacía llamar Marcelo comienza a destacar y el Real Madrid, pendiente siempre del mercado suramericano, manda a emisarios para elaborar informes sobre el jugador. En la secretaría técnica madridista, coordinada por Ramón Martínez, trabajaban entre otros Paco de Gracia, Miguel Ángel Portugal, Julen Lopetegui y Ramón Monfort. Ellos preparan dossiers, entre otros, de ese brasileño y de un delantero argentino llamado Gonzalo Higuaín.

La gran prueba de fuego para Marcelo llega en el Mundial Sub-17 de Perú, en 2005, donde el Real Madrid manda un ojeador para seguirle. El lateral izquierdo no tiene un buen estreno. En el debut de la canarinha, en la ciudad de Piura y ante Gambia, fue expulsado en el minuto 50 y Brasil pierde 1-3. Lo peor no es eso: lo peor es que Marcelo es sancionado con tres partidos de suspensión por esa tarjeta roja. No podría reaparecer hasta unas hipotéticas semifinales. Brasil, que defiende título, remonta y cumple con su parte: derrota a Países Bajos y Catar en la fase de grupos y se desembaraza agónicamente, en la prórroga (3-1), de Corea del Norte en cuartos de final.

 

En semifinales espera en Trujillo la Turquía de otro futbolista que acabaría vistiendo la elástica madridista: Nuri Sahin. El turco estaba siendo una de las grandes sensaciones del torneo, y en esas semifinales ante Brasil no defraudó. Marcelo recuperó la titularidad y Brasil navegaba con calma por el partido. El lateral incluso marcó tras un zurriagazo y aprovechando un error del portero Babacan. 0-3 al descanso y un expulsado en Turquía. Pero cuando todo parecía resuelto, Nuri Sahin emergió con una fuerza arrolladora y con un golazo de otra época, se echó a su selección a la espalda y la tormenta sobre la canarinha fue de campeonato: en el minuto 76, Turquía empataba, 3-3. Brasil se encomendó al dios verdeamarelho para, en el minuto 90, acabar venciendo 3-4, con la selección otomana desfondada y con dos expulsados más (acabó el partido con ocho futbolistas). Si tienen ocasión de ver completa la oda al fútbol que fue ese partidazo y la exhibición que sólo puede ser catalogada como maradoniana de Nuri Sahin, no se la pierdan. Equiparable al 3-2 con que Italia eliminó a Brasil en el Mundial-82, tal vez el mejor partido de todos los tiempos (salvo para los brasileños, claro).

Quedaba la final. Ante México. Y Brasil cuajó un partido horroroso. Los aztecas, liderados por Carlos Vela y Gio Dos Santos, le dieron una tunda a la canarinha de las que no se olvidan. 3-0. Marcelo fue titular, no le salió nada, pero en el informe del ojeador del Real Madrid para ese partido aparecía escrito «tiene genética Real Madrid». ¿El motivo? No desfalleció. Pese al mal día, lo intentó todo. No dejó de pedir el balón. Intentó todo con tal de que su equipo volviera a la vida durante el partido. Ese ojeador del Real Madrid así dejó constancia de ello.

2006. La definitiva.

El Real Madrid cambia de presidente en 2006, las elecciones las gana Ramón Calderón y la dirección deportiva pasa a ser gestionada por el héroe de la Séptima, Pedja Mijatovic. El cargo de secretario técnico fue a parar a las manos de Franco Baldini, pero el cuerpo de scouts no sufre tantas variaciones. El informe de Marcelo pasa a ser uno más entre todos los recabados. Pero el Madrid entrenado Fabio Capello no termina de arrancar, así que Calderón decide muy pronto que en enero hay que reforzar al equipo con dos o tres futbolistas. El 5 de noviembre de 2011, el Real Madrid pierde en Liga el Bernabéu (1-2) ante el Celta,  el mismo día en que se anuncia un acuerdo entre el Sevilla y Marcelo mientras su equipo juega en el estadio Nilton Santos de Río de Janeiro un Botafogo-Fluminense del Brasileirao.

Juan Figer, representante uruguayo recientemente fallecido y gran conseguidor del club blanco en Suramérica (facilitó los fichajes de Zé Roberto, Baptista, Robinho, Cicinho, Savio…) llama al Real Madrid para contarles la noticia: el Sevilla se hace con parte de los derechos de Marcelo al comprarlos a través de un fondo de inversión y va a proceder a cerrar su fichaje. Baldini y su equipo rebuscan entre los informes y se encuentran con la frase escrita años atrás por ese ojeador: «Tiene genética Real Madrid». La maquinaria blanca se pone en marcha y le dice a Figer que agilice la operación porque Marcelo tenía que vestir de blanco. Y así fue.

El resto ya es historia. En apenas 48 horas, el Real Madrid a través de Figer llegó a un acuerdo con el Fluminense y obtuvo el «sí, quiero» del que hoy es su primer capitán, dejando al Sevilla compuesto y sin novia. Según las fuentes consultadas, la contratación de ese brasileño de 18 años se cerró entre 6,5 y 9 millones de euros. Una bicoca para un jugador que es el primer capitán del equipo, el futbolista más laureado en la historia del club y un tipo que a lo largo de estos años no ha hecho sino demostrar una cosa, que «tiene genética Real Madrid». La que le encontró un ojeador del Real Madrid en la final del Mundial Sub-17 de Perú 2005 en un partido en el que Marcelo, como siempre, lo dio todo por su escudo.