ATM 1 – 2 RM: Valverde y los Pegamoides

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Otro derbi blanco, y con más contundencia de la que muestra el marcador final (1-2). Los goles de Rodrygo y Fede Valverde, recortados por el que marcó el luego expulsado Hermoso, le dieron el triunfo al Real Madrid ante el Atlético en el derbi madrileño. El uruguayo, decisivo de nuevo, está impulsando al campeón de Liga y llevándole a un nivel extraordinario. Con toda la polémica de la semana, el Madrid es Valverde y los Pegamoides: se pasa el día bailando.

Es curioso lo del Madrid de Ancelotti. Le falta su mejor jugador, el que dicen que será próximo Balón de Oro… y el equipo juega mejor. Más sólido. Más contundente. Igual de goleador. Kroos y Modric están mucho más resguardados y se agotan menos, y además no se permiten ni una pérdida en campo propio. Tchouameni (el fichaje de la temporada) y Valverde galopan arrasando el campo y arriba, Vinicius y al fin el Rodrygo delantero que todo el mundo esperaba son dos amenazas constantes que desequilibran siempre.

La receta es sencilla: orden atrás (en un 4-5-1 donde todos corren por todos) y en la recuperación, dos posibles salidas: o el desplazamiento largo del alemán y el croata a las gacelas de arriba, o la arrancada motorizada del francés y el uruguayo descuajaringando rivales y descolocando al rival para llegar como tractores arrasando con todo. Es muy fácil, y se basa en la potencia física descomunal de la plantilla de Ancelotti. Como diria Guardiola, son atletas. O superatletas.

En un ambiente infernal para los blancos, por culpa de los melones de siempre, el Atlético salió con un 3-5-2 y Griezmann de titular que parecía guionizar un partido dominado por los del Cholo. Y así fue. Pero sin dientes. El Atlético controló el juego, con Witsel saliendo tocando desde atrás, con De Paul moviéndose bien en tres cuartos, con Carrasco como gran amenaza porque Joao Félix y Griezmann estaban bien atados por Militao y Alaba. Pero no conseguía intimidar realmente a un Courtois que tuvo que hacer dos paradas en el primer acto, mientras el Madrid se refugiaba en saberse superior.

Porque su partido fue a lo Alaska y los Pegamoides, «bailando, me paso el día bailando». Tuvo dos, las dos a la saca. La primera, tras una arrancada de Valverde, un pase descomunal de Tchouameni a Rodrygo y un remate vannistelrooyano del chiquillo brasileño. Y la segunda, tras un jugadón de un Vinicius demasiado revolucionado por todo lo sucedido, pero que en esa jugada fue el misil que acostumbra: desbordó tras recibir de Modric, se plantó ante Oblak, su remate se fue al poste y Valverde machacó en el segundo palo. «Los vecinos no paran de molestar», les faltó decir mientras celebran los goles, el brasileño con bailecito y el uruguayo a lo Haaland.

La segunda parte, para colmo, fue mucho más plácida para el Madrid. El Atlético se volvió loco a base de cambios tácticos de Simeone, intentando encontrar la fórmula para hincarle el diente a su rival, pero sin dar con la tecla. Y el Madrid cambió el registro, porque Kroos y Modric, en vez de lanzar a sus delanteros como flechas, se dedicaron a dibujar el otro registro que mejor manejan: bajar el balón al piso, comenzar a asociarse en corto, combinar haciendo correr el reloj y el balón. El partido estaba más que finiquitado y hasta la presión ambiental del Metropolitano lo notó: de ser una caldera a ser un vaso de agua.

Fue difícil encontrar algo digno de mención en la segunda parte. La superioridad blanca era tan manifiesta que el partido se jugó casi a ritmo de pachanga de verano. El Atlético le puso ganas, con Griezmann intentando activar a unos compañeros que ya no estaban demasiado por la labor. El Madrid vivía muy cómodo y sabía que tenía el nueve de nueve, nueve triunfos en nueve partidos oficiales, en la mano. Pero es un derbi, y las cosas cambian demasiado rápido.

Un corner forzado por Correa, persiguiendo un balón imposible que tenía perdido, provocó un error morrocotudo de Courtois al salir a por el balón, y un remate con el hombro de Hermoso que se coló en la meta del belga. De repente, el estadio rugió. Simeone se activó. El Atlético volvio a creer. Y el Madrid tuvo que intentar activarse de nuevo tras dormir el partido, sin Kroos ni Modric, con Camavinga y Ceballos; sin Rodrygo pero con Asensio. Con tánganas en el campo por la sobreexcitación repentina de todos y con Hermoso expulsado tras un desmayo de Ceballos… Demasiado tarde para el Atlético, que se quedó compuesto y sin baile. Y ya casi descartado de LaLiga.