RM 2 – 0 VAL: Ancellotina al descanso, triunfo seguro

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Dos goles en apenas tres minutos, nada más comenzar el segundo tiempo y tras un primer acto tristísimo. La receta del Real Madrid esta temporada quizás tenga un elemento diferencial, que no se viste de corto: las broncas en el vestuario de Ancelotti. Tras unos primeros cuarenta y cinco minutos muy malos, Asensio y Vinicius destrozaron al Valencia en tres minutos (2-0) y dejaron los tres puntos en el Bernabéu, pero con Militao y Benzema cambiados con molestias musculares.

Ancelotti apostó por Ceballos y Asensio en el once inicial, y Camavinga repitió como lateral izquierdo. El Valencia de Voro, intentando encontrar una identidad tras la marcha de Gattuso, no pareció demasiado sólido en el arranque del partido. A los cuatro minutos exactos, blandeó en el repliegue, abandonó a marca sobre Modric y el pase del croata no lo aprovechó Asensio, cuyo remate desbararó Mamardashvili, que ya fuera pesadilla blanca en Arabia Saudí.

No fue la tónica del resto del primer tiempo, sin embargo. El Madrid, con este centro del campo improvisado sin Tchouameni, sin Valverde y con Camavinga atado a un costado, es más creativo. Pero le cuesta recuperar porque el fondo físico no es el mismo. Hasta el minuto 19, con el Valencia viviendo más tranquilo, no volvieron los de Ancelotti a pisar área valencianista, tras un maravilloso taconazo de Benzema y un remate rebotado de Asensio.

Intentaba el Madrid controlar el juego, pero lo hacía sin ritmo y con la misma tensión que en los últimos partidos: demasiado poca. Otro destello de Benzema permitió a Vinicius, en su partido 200 con el Real Madrid, encarar a Mamardashvili, pero remató flojo y al centro. Era ya el minuto 28. Tres minutos después, una llegada de Camavinga acabó en el lateral de la red, pero era demasiado poco. El Madrid luce como un diésel tras el Mundial, al que de vez en cuando le ayuda un motor eléctrico para resolver partidos, pero al que le cuesta un mundo darle vértigo a los partidos, aunque sea capaz de devorar kilómetros uno tras otro, sin pestañear, como un funcionario.

El partido se sobresaltó primero con la lesión muscular de Miliato, en una jugada con Samuel Lino. La defensa del Madrid, con Alaba y Mendy lesionados y Carvajal como casi siempre entre algodones, lo último que necesitaba era una carta de Hacienda, que eso y no otra cosa fue la marcha de Militao: no parece nada realmente serio, pero el inminente Mundial de Clubes está en riesgo. El segundo electroshock lo provocó un tanto anulado a Rudiger por una falta previa de Benzema marcada por el VAR, le puso algo de picante al final de un primer tiempo más que soso.

Lógico pensar que el Real Madrid, como tantas veces este curso, le meteria una marcha más al partido en el segundo acto. Y así fue. Es curioso, pero nadie valora esa transformación que sufre el equipo cada vez que salta al campo tras un descanso. La Ancelottina, la Carletiana… Nada. Se pasa por alto. Pero el equipo aparece hipervitaminado, como si les hubieran dado un bocadillo de ají amarillo con panca.

Así que Asensio puso el 1-0 en el marcador con un zurdazo impresionante, a los siete minutos de la reanudación, subiendo en alguna cifra su renovación. Cuando el balear está afilado, es un jugador delicioso. Tiene golpeo, tiene, clase, se sigue mover con inteligencia, ayuda al compañero, tiene peso en el vestuario… Su competencia es feroz, porque pelear el puesto con Valverde y Rodrygo son palabras mayores.

No tardó el Madrid ni tres minutos en hacer el 2-0. Vini, cuando se olvida de tonterías, peleas, broncas y se dedica a jugar, es mucho mejor jugador y tiene hasta más puntería: tras una carrera de dragster contra caracoles, el brasileño sentenció el partido. El Madrid ya no necesitaba respirador, porque en un rato había decidido el partido.

Algo tenía que salir mal, y fue el habitual susto de Benzema: el francés es habitual que en cuanto se nota algo pida el cambio. Y enfiló los vestuarios reemplazado por el Niño Maravilla, Rodrygo Goes. Si Militao y Karim sufren lesiones musculares de gravedad, el precio de la victoria liguera ante el equipo valencianista habrá sido demasiado alto. Tal vez por eso, Modric y Kroos fueron sustituidos casi inmediatamente, las joyas de la corona tienen que estar para exponerse sólo en ocasiones especiales. El partido estaba liquidado.

No lo entendió así Gabriel Paulista, quien le atizó una patada a mala uva, con premeditación y alevosía, a la otra joya que quedaba sobre el campo, Vinicius. Tarjeta roja incuestionable, tángana innecesaria y ridícula en un encuentro ya decidido… Cosas que siguen pasando en esto del fútbol porque cuando estás sobre el verde a veces el pilotito que no tiene que saltar, que está rodeando de calaveras, es pulsado algo.

Ímpetu mal entendido. O venganza. Lo que sea. El partido estaba muerto, el Madrid se había hecho con los tres puntos y no había nada que rascar. Los de Ancelotti, aún con el pelo despeinado tras la bronca de Carletto en el descanso, siguen persiguiendo al líder y con la mente en el Mundial de Clubes.