Anda el Madrid envuelto en una pesadilla otoñal que nadie se imaginaba en verano, cuando el equipo arrancó la pretemporada como si fueran los Globetrotters. Amanece hoy, cinco de noviembre, a once puntos del líder de la Liga y postrado en la camilla de una enfermería con una cornada de dos trayectorias: una ‘paracá’ de tres en puntos en Girona, y otra ‘parallá’ de imagen europea en Londres ante el Tottenham. A las 20:45 (Movistar Partidazo), el doctor Las Palmas establecerá un diagnóstico más acertado a la situación actual del equipo.
Porque acude el equipo amarillo como perita en dulce para que el Real Madrid recupere, como si sirviera de Bálsamo de Fierabrás, la tensión, la velocidad, la entrega, el carácter y, qué demonios, la juventud perdidas. Andan los canarios segundos por la cola, sin levantar cabeza pese al cambio de entrenador… pero llegarán a Madrid con defensa de tres centrales, algo que se le atraganta sobremanera al equipo blanco y a su entrenador, incapaz de tener otro plan para doblegarla que no sea pegar pelotazos desde los costados. Al menos, hasta el momento.
Con tres centrales le jugaron al Real Madrid el Girona y el Tottenham, los mismos que han provocado que el diestro madrileño ande ahora en la camilla. Así que Las Palmas, por eso mismo, será una buena piedra de toque. No se esperan muchos cambios en los de Zidane respecto a Londres, porque la plantilla es de menor nivel que la de la pasada temporada y apenas 2-3 jugadores de los llamados suplentes apuntan realmente a la titularidad: parece que jugará Ceballos en el lugar de un Modric que ha parecido durante el último mes el primo malo del croata. Y lo hará también Asensio en el lugar de un Benzema que arrastra unas pequeñas molestias.
Sea como fuere, al Real Madrid no le queda otra que mesarse los cabellos, sacudirse el polvo de la taleguilla, observar cómo le cosen la cornada, levantarse y seguir. Esta vez no tiene excusas: ni siquiera el ambiente está caldeado tras dos derrotas consecutivas, cuando en otros tiempos eso sería casi causa de motín y de escraches, más aún tras la deplorable imagen ofrecida en Montilivi. Toca ganar. No queda otra.