No es casualidad que en el reportaje sobre el sueño de Reguilón recientemente publicado no haya profundizado demasiado en el análisis futbolístico de sus características concretas, porque más allá del nivel mostrado por el canterano madridista, que está sobradamente acreditado, no debemos olvidar que una de sus mejores armas es su cabeza. Y estoy seguro de que si se mantiene muchos años en el Real Madrid, toquemos madera, será uno de los líderes del equipo y dentro del vestuario, como lo ha sido la temporada pasada ejerciendo como segundo capitán del Castilla, por detrás de León, y en otras tantas ocasiones.
Tengo que disculpar, en cualquier caso, la extensión del artículo anterior. Me justifico en que cuando una persona tan joven (Regui nació en 1996) cumple sus sueños, no hay que dejar nada en el tintero para que pueda servir de inspiración a aquellos que peleen todavía por cumplir un sueño similar. Y a ti, Regui, simplemente recordarte que cuando tuve la suerte de entrevistarte hace dos temporadas me dijiste que tu sueño era jugar en la primera plantilla pero que con poder vivir del fútbol ya serias el hombre más feliz del mundo. Pues, amigo, has cumplido los dos a la vez. Enhorabuena nuevamente, pero cuidado con las amarillas que sabes mejor que nadie que son muy traicioneras.