PSG 0 – 1 Bayern: La ley del ex domina Europa

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Ganó el Bayern al PSG la final de la Champions sin gente, 0-1, en ese encuentro que algunos, alborozados al dictado de sus mandamases, dijeron que era la final del fútbol de siempre, el del clásico gigante alemán, contra el que viene, el de los petrodólares de los franceses, como si el dinero de los clubes que no tienen a un árabe por dueño fuera del Monopoly. Más allá de la ordinariez del discurso, lo que fue la final fue el ejemplo de que la Maldición del Ex, eso de que cada vez que te pilla un antiguo jugador de tu equipo te pasa por la guillotina sin alterarse, ya tiene hasta calado europeo, no es solo cosa del Real Madrid. Coman, criado en el PSG, fue quien tumbó a su ex equipo haciendo justicia a lo visto sobre el campo, porque el Bayern fue superior.

El partido fue más o menos lo que se preveía: una final con poco juego y mucha presión adlantada en la que el peso del escudo en la camiseta siempre se convierte en la gran losa en la espalda del aspirante. El Bayern, con un Thiago Alcántara absolutamente excelente en la distribución para darle una salida limpia al balón pese a la presión parisina, manejó perfectamente el tempo del partido y sólo en alguna arrancada esporádica de Neymar dejó entrever que a veces las cuadernas del barco crujen.

El partido fue una demostración de empeño alemán contra las locuras de un Di María que a ratos convirtió el partido en un concurso de caños a todos los que pasaban cerca suyo y contra un Mbappé que decepcionó profundamente: a un jugador al que algunos venden como la gran reaidad del fútbol mundial hay que pedirle que haga algo más que correr con una zancada tan larga como estética. Pero no: nada por aquí y nada por allá. En un partido inmenso, su impacto fue nulo. Neymar, hasta que otra vez se le peló el cable (en cuanto se vio por detrás en el marcador), estuvo bastante mejor, pero de nuevo a lo Curro Romero: cuando está da gusto verle, aunque casi nunca está debido a su irregularidad, y luego no tiene puntería para rematar la faena.

El Bayern fue, y fue, y fue, y volvió a ir. Así durante todo el partido. La receta de los alemanes desde que un compatriota un día dijo que iba a jugar al fútbol. No se rinden, no se arrugan, si mueren mueren arriba y son el mayor incordio que uno se puede echar a la cara. El PSG fue demasiado poco y la victoria no pareció nunca demasiado lejos de las fauces del tiburón bávaro, y eso que Lewandowski se quedó sin mojar. El Bayern gana su Sexta, la misma que el Madrid ganó en 1966, habiendo ganado todos los partidos y habiendo marcado 43 goles en la competición. No está mal para ser como son.

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Yo vi jugar a Del Bosque, así que llevo unos cuantos años yendo al Bernabéu. Socio desde 1986, mis recuerdos van ligados al Madrid del Di Stéfano entrenador, el de los cinco subcampeonatos, que me forjó en madridismo ante los malos tiempos, y al de la Quinta del Buitre, la poesía y las pelotas hechas fútbol. Desde 1996 dando la barrila en esto del periodismo deportivo, aunque hace años que es mi hobbie y no mi profesión.