RM 1 – 1 ATH: Esta era se acabó

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Era el último partido de una Liga cualquiera, o no tan cualquiera porque una Liga que no gana el Real Madrid no puede serlo. Pero no fue una despedida cualquiera. En el Bernabéu, en este Real Madrid-Athletic de resultado intrascendente (1-1, goles de Sancet y Benzema) se ponía el broche final a una era, la que comenzó en Lisboa el 24 de mayo de 2014 con aquel gol de Ramos sobre la bocina y acabó el 4 de junio de 2023 en Madrid, con Benzema despidiéndose para siempre del que fuera (ya en pasado) su estadio.

Es el fin de una era, sí. El final a un ciclo grandioso en lo deportivo para el Real Madrid. Cinco Copas de Europa como máximo exponente, pero infinidad de títulos, de goles, de asistencias, de polémicas, de aplausos, de previas, de nervios. Se acabó. Con Karim Benzema se marchó el último superviviente de la BBC, de ese Bale-Benzema-Cristiano que dominó el mundo del fútbol respaldado por la MCK, ese Modric-Casemiro-Kroos ya incompleta y que puede aún deshacerse más este verano, veremos.

Se marcha Benzema, se marcha Asensio, se marchan Mariano y Hazard aunque o último es como sacar un yogur caducado de la cocina. El partido además dejó el regusto de que quizás Nacho, Ceballos y Modric apuraban sus últimos sorbos como futbolistas madridistas, quién lo sabe. Pero como pasa siempre cuando acaba una temporada, la nostalgia invade todo, incluso cuando el equipo de baloncesto presenta la Euroliga, la Undécima, al público futbolero.

Daba igual lo que pasara sobre el césped. El inenarrable penalti señalado por mano de Kroos porque el balón impactó en su brazo tras un salto en el que el balón le sobrepasó (de frente) y el toque de un contrario impactó en su sobaquillo, estando de espaldas. Lo falló Vesga, o lo detuvo Courtois, así que pasará al olvido de los absurdos y graves errores arbitrales de esta temporada. Otra vez, como dando desde hace tiempo un paso adelante, Rodrygo se echó a la espalda el juego ofensivo del equipo, y eso es una magnífica noticia. Si Benzema creció cuando se fue Cristiano, tiene toda la pinta de que el Menino Da Vila, el Niño Maravilla, piensa tomar el relevo.

Todo el partido fue un esperar el momento de la lagrimita. Rodaba el balón, el Athletic jugaba muy bien a esto como hacen siempre los equipos de Valverde, el Madrid trataba de agradar. Pero lo importante era lo que tenía que ser lo importante: que se acabó. Que ahora toca reconstruirse, volver a creer, un nuevo proyecto, diferentes emociones… Ni siquiera el gol de Sancet, en doble remate tras otra salvada de Courtois, agitó el avispero.

En el minuto 58 llegaron los primeros cambios de Ancelotti. Se marchó del campo Ceballos, sin signos de despedida, y entró Asensio, que se iba pero tampoco hizo aspavientos. Camavinga dejó su sitio a Tchouameni pero eso no puntuaba. Y entonces llegó el momento, en otro penalti de esos que sólo se pitan en España, con árbitros españoles y VAR español. Y se fue Benzema a disparar. Y lo marcó. Su gol 364 con la camiseta del Real Madrid, el último. Porque marcó y Ancelotti le reemplazó por Modric.

Fue quizás la despedida menos emotiva de la historia. No acudieron sus compañeros a abrazarle, a mantearle, a limpiarle las botas, a hacerle un pasillo de honor a su capitán. Nada. Karim no lloró, ni siquiera tragó saliva muy fuerte. Aplaudió, se fue, dejó su puesto al croata y listo. Faltaba algo, porque que todo el mundo sea tan frío en un día así deja a los demás helados. Fue la despedida Filomena de Benzema, historia del Real Madrid. Incluso fue más cálida la de Asensio, que se despidió en el alargue, porque sus compañeros sí acudieron a arroparle en el emotivo momento. Pero así se escribió la historia y el final de una era en el Real Madrid.