TOT 3 – 1 RM: Noche de los difuntos

El Madrid, mejor que otras veces, se estrelló ante un Tottenham que castigó sus errores en la salida de balón. El equipo se desmoronó tras el 1-0 y solo dio señales de vida tras el 3-0

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No fue el peor partido del Real Madrid este curso. Ni mucho menos. Fue simplón, y ya está. Falto de ideas, sin demasiada intensidad en fases demasiado prolongadas del juego, pero tampoco una cosa escandalosa. Pero aún y así, se llevó un revolcón de campeonato en su visita a Wembley. Más estrepitosa, más sonora, que otra cosa. Un 3-1 que debería escocer de verdad en el vestuario, que en el mítico estadio londinense vivió su particular noche de los difuntos.

Fue un partido muy en la línea de los que ha ofrecido el equipo de Zidane en el Bernabéu durante todo el curso. Un Madrid en el que Kroos y Modric están ofreciendo una versión edulcorada de lo que han mostrado en otros momentos: lentísimos, desubicados y sin ofrecer ninguna prestación ofensiva no sólo sobresaliente, sino siquiera notable. El Madrid en el eje depende de Casemiro, que es como decir que la supervivencia del ser humano depende de la capacidad de procreación de Oriol Junqueras, y de Isco, que atraviesa un buen momento pero que de tanto intentar estar en todas partes acaba a la media hora reventado físicamente y sin poder moverse.

Si a ello se le añade la habitual inoperancia madridista para atacar defensas de tres centrales, que ni siquiera con la lesión de Alderweireld se les abrió, y que los laterales madridistas, Achraf y Marcelo, se hinchan a colgar balones al área como si Santillana fuera el delantero centro del equipo y no Benzema… Pues eso: que el Madrid tiene durante ratos eternos el balón, pero hace menos dalo que un cuchillo de plástico.

Para colmo, el Madrid anda tan desconectado, le cuesta tanto meterse con intensidad en los partidos, que pierde mil balones en la salida. Y eso un equipo como el Tottenham, con tres jugadores del calibre de Dele Alli, Kane y Eriksen, no lo desaprovecha. Robo, contragolpe fulgurante buscando casi siempre la espalda de Marcelo o Ramos, y tres goles.

Y lo peor, la sensación que dejó el Madrid. Hasta que no llegó el tercero de los Spurs el equipo no reaccionó nada. Absolutamente nada. Luego sí, de repente se conectó. Esa buena actitud en el tramo final deja al menos un punto de optimismo desde el que crecer. Pero el 3-1 escuece. El Madrid vivió su particular noche de difuntos y sólo le queda resucitar. Más le vale porque la temporada ahora mismo huele que tira de espaldas.

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Yo vi jugar a Del Bosque, así que llevo unos cuantos años yendo al Bernabéu. Socio desde 1986, mis recuerdos van ligados al Madrid del Di Stéfano entrenador, el de los cinco subcampeonatos, que me forjó en madridismo ante los malos tiempos, y al de la Quinta del Buitre, la poesía y las pelotas hechas fútbol. Desde 1996 dando la barrila en esto del periodismo deportivo, aunque hace años que es mi hobbie y no mi profesión.